En las
Ramblas
La noticia
de los sucesos ocurridos en el Ayuntamiento y plaza de San Jaime, corrió con
celeridad eléctrica y tuvo inmediata repercusión en las Ramblas.
De todas partes surgían grupos con banderas de los colores republicanos y otras de los colores catalanes -éstas en menor número- y se improvisaban grupos y manifestaciones que corrían de un lado para otro dando vivas a la República.
El paso de las banderas era saludado con frenéticas ovaciones y vivas entusiastas. Las manifestaciones iban en direcciones diversas y en muchos lugares de las Ramblas se cruzaban, saludándose los individuos de uno y otro grupo con aplausos.
De todas partes surgían grupos con banderas de los colores republicanos y otras de los colores catalanes -éstas en menor número- y se improvisaban grupos y manifestaciones que corrían de un lado para otro dando vivas a la República.
El paso de las banderas era saludado con frenéticas ovaciones y vivas entusiastas. Las manifestaciones iban en direcciones diversas y en muchos lugares de las Ramblas se cruzaban, saludándose los individuos de uno y otro grupo con aplausos.
Muchos balcones de las Ramblas y algunos de la plaza de Cataluña se engalanaron con banderas republicanas y colgaduras de estos colores. Había también algunas de los colores catalanes.
El diario El Matí, que tiene su redacción en la rambla de Canaletas, colocó en sus balcones una bandera catalana, y el semanario La Rambla, otras dos con los colores catalanes y republicanos.
La afluencia de gente en las Ramblas era a las cinco de la tarde extraordinaria, enorme, como jamás se ha visto, y el entusiasmo de que se hallaba poseída la gran masa humana, delirante.
La gente
joven, entre ella algunas señoritas, tomó por asalto los tranvías, cuyos
imperiales se atestaron, y desde ellos tremolaban banderas republicanas y
cantaban «La Marsellesa».
Una gran
cantidad de automóviles fueron ocupados por entusiastas republicanos y
materialmente cubiertos de banderas republicanas y colgaduras de los colores
catalanes. El paso de estos coches, que llegaron a sumar centenares, era
acogido con ovaciones.
Muchos camiones
de carga llevaban también las banderas triunfantes.
Como siempre, el instinto comercial de la gente quiso aprovecharse del gran momento pasional y salieron por las Ramblas a centenares los vendedores de lacitos de los colores republicanos, de retratos de los hombres de la República, de banderolas republicanas, etc.
A la hora de
la salida de los despachos y comercios fue formidable la multitud que llenaba
las Ramblas, la calle de Fernando y la plaza de San Jaime. Multitud ingente,
encendida de fervor entusiasta en su mayoría y contagiada del entusiasmo ajeno
los restantes.
A esa hora bajó una manifestación muy considerable que llevaba al frente una bandera y un gran cartel que decía: «Alumnos de la Escuela de Trabajo». En la misma formaban, como es de suponer, gran número de muchachos jóvenes y bastantes señoritas. Su paso provocaba simpatía y entusiasmo y era ovacionado.
Por la
noche, hasta cerca de las diez, no cesó la animación y el público, que después
se reanudó a las diez y media y continuó hasta la madrugada.
El nuevo
alcalde, señor Companys, apenas se posesionó provisionalmente de la alcaldía,
dirigió al señor Alcalá Zamora el siguiente telegrama:
«Esta
mañana, a los doce, acompañado de los concejales electos, he requerido al
alcalde accidental, señor Martínez Domingo, la entrega de la vara de alcalde y
del cargo, lo que ha hecho haciendo constar su protesta.- Le saludo: Companys.»
Mientras en
el Ayuntamiento tenían efecto los hechos relatados, un numeroso grupo penetró
en la Diputación y en el balcón principal fue izada la bandera republicana, en
medio de grandes aplausos y cantando el público la Marsellesa.
Después
colocaron un cartel en los balcones recayentes a la Plaza de San Jaime, en el
que se leía:
«El Rey
Alfonso ha abdicado. Gobierno provisional. Viva la República.»
También fue colocada en medio de grandes aplausos, en el asta de lo alto del Palacio provincial, la bandera catalana, siendo también aplaudida.
Un grupo
descolgó el retrato de una alta personalidad, destrozándolo y quemándolo.
Terminada el
acto en el Ayuntamiento, el señor Maciá, acompañado de los señores Gassol,
Aiguadé y Casanovas, se dirigió al Palacio provincial, pasando verdaderos
apuros para atravesar por el numeroso público allí estacionado.
En la
Diputación sólo se hallaban el secretario particular del presidente y el jefe
del ceremonial, señor Rubí.
El señor Maciá, acompañado del señor Gassol salió al balcón provincial y acallados los aplausos con que fue recibido, dijo:
«En nombre
del pueblo he tomado posesión del Gobierno de Cataluña. Hoy el pueblo nos ha
dado su voto para que gobernemos la ciudad, y yo, en nombre de Cataluña, me
hago cargo de su gobierno y os digo que aquí nos quedamos dispuestos a defender
sus libertades. Espero que el pueblo sabrá hacer lo mismo. De aquí no nos
sacarán más que muertos. También os digo que nos hemos de hacer dignos de esta
libertad».
Después habló el señor Gassol, quien dijo que desde entonces Cataluña tenía dos banderas: la catalana y la republicana.
Seguidamente
se reunieron en el despacho de la Comisión de Beneficencia y de Sanidad los
señores Maciá, Aiguadé, Gassol, Bertrand de Quintana, Escofet y Ragassol.
En aquel momento
llegó el presidente de la Diputación, señor Maluquer y Viladot, quien con su
secretario, señor Segarra, se dirigió a donde se hallaban los reunidos.
El señor
Maluquer, que estaba comiendo cuando recibió las primeras noticias de lo que
ocurría, se dirigió a los reunidos y les dijo:
«Vengo a
protestar de lo que ha pasado y a exigir que se desocupe esta casa, de la cual
yo soy el presidente».
El señor Maciá le contestó que les había llevado a la Diputación la voz del pueblo y que el señor Maluquer representaba a la Monarquía.
Replicó el
señor Maluquer que él ocupaba la presidencia de la diputación por exclusiva
voluntad de los diputados y que, por lo tanto, sólo por la fuerza abandonaría
su puesto.
El señor
Maciá, entonces, puso una mano sobre la espalda del señor Maluquer, y éste se
retiró del Palacio provincial.
Proclama
El señor
Maciá y sus amigos pasaron a ocupar seguidamente el despacho presidencial donde
volvieron a reunirse y fue dictada la siguiente nota:
«En nombre
del pueblo de Cataluña proclamo el Estado catalán, bajo el régimen de una
República catalana, que libremente y con toda cordialidad anhela y pide a los
otros pueblos de España su colaboración en la creación de una Confederación de
pueblos ibéricos y está dispuesta a lo que sea necesario para librarlos de la
Monarquía borbónica.
»En este
momento hacemos llegar nuestra voz a todos los Estados libres del mundo, en
nombre de la Libertad, de la Justicia y de la Paz internacional.- Francisco
Maciá.»
Los mozos de
la Escuadra
Por el señor
Casanovas fue llamado el jefe de mozos de la escuadra, con el que los reunidos
sostuvieron una larga conferencia.
El Presidente de la República de Cataluña
En el salón
de sesiones del palacio provincial se reunieron bajo la presidencia del señor
Maciá los concejales republicanos del Ayuntamiento de Barcelona, los cuales por
unanimidad proclamaron presidente de la República catalana al señor Maciá.
La
Vanguardia, 15 de abril de 1931
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