Capítulo II
JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE
RIVERA hace sus primeras armas en el Parlamento español con el propósito
nobilísimo de defender, no tanto la Dictadura de Don Miguel Primo de Rivera,
sino la memoria de su padre.
JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE
RIVERA tiene ocasión, en el Parlamento, con motivo de la discusión de unos
suplicatorios para conceder autorización de las Cortes para su procesamiento,
de hacer su autobiografía y señalar el problema español, cuya solución era y
había de ser la esencia de su doctrina. Es el día 3 de julio de 1.934. Se trata
de las Cortes, en que triunfantes las derechas, su desunión hizo estéril el
triunfo y la labor de las mismas, dando pretexto a una disolución que habría de
traer, por procedimientos perfectamente conocidos, el triunfo del Frente
Popular en febrero de 1936.
En el Extracto
Oficial del Diario de Sesiones, en el número III del día 3 citado, páginas
4.382 a 4.393 del tomo correspondiente a la Legislatura de 1933 a 1935, obran
las frases de JOSÉ-ANTONIO:
«... Detesto la
autobiografía; pero si en alguna ocasión tiene un poco de disculpa la
autobiografía, es en un trance como éste, en que me encuentro, más o menos, en
la posición de acusado. Y en posición de acusado me vais a disculpar la
declaración autobiográfica de que yo no soy absolutamente, como el Sr. Prieto
imagina, ni un sentimental, ni un romántico, ni un combativo, ni siquiera un
hombre valeroso; tengo estrictamente la dosis de valor que hace falta para
evitar la indignidad; ni más ni menos. No tengo, ni poco ni mucho, la vocación
combatiente, ni la tendencia al romanticismo; a romanticismo, menos que nada,
Sr. Prieto. El romanticismo es una actitud endeble que precisamente viene a
colocar todos los pilares fundamentales en terreno pantanoso; el romanticismo
es una escuela sin líneas constantes, que encomienda en cada minuto, en cada
trance, a la sensibilidad la resolución de aquellos problemas que no pueden
encomendarse sino a la razón...» «Yo le aseguro al Sr. Prieto que si, por
ejemplo, fuera lo que suponen incluso muchos correligionarios suyos de fuera
del Parlamento; si fuera un defensor acérrimo, hasta por la violencia, de un
orden social existente, me habría ahorrado la molestia de salir a la calle,
porque me ha correspondido la suerte de estar inserto en uno de los mejores
puestos de ese orden social —como es sabido, era MARQUÉS DE ESTELLA Y GRANDE DE
ESPAÑA—; con que yo hubiese confiado en la defensa de este orden social por
numerosos partidos conservadores, los unos republicanos «in partibus
infidelium», y por otros partidos conservadores que hay en todas partes, estos
partidos conservadores, por mal que les fuese, me asegurarían los veinticinco o
treinta años de tranquilidad que necesito para trasladarme al otro mundo
disfrutando todas las ventajas de la organización social presente.»
«Yo le aseguro al Sr.
Prieto que no es eso. Lo que pasa es que todos los que nos hemos asomado al
mundo después de catástrofes como la de la Gran Guerra, y como la crisis, y
después de acontecimientos como el de la Dictadura y el de la República
española, sentimos que hay latente en España y reclama cada día más
insistentemente que se la saque a la luz—y eso sostuve aquí la otra noche—una
revolución que tiene dos venas: la vena de una justicia social profunda, que no
hay más remedio que implantar, y la vena de un sentido tradicional profundo, de
un tuétano tradicional español, que tal vez no reside donde piensan muchos y
que es necesario a toda costa rejuvenecer... yo no pensé ni por un instante que
estas cosas se tuvieran que mantener por la violencia, y la prueba es que mis
primeras actuaciones fueron completamente pacíficas; empecé a editar un
periódico y empecé a hablar en unos cuantos mítines. Y con la salida del
periódico y con la celebración de los mítines se hicieron contra nosotros
agresiones cada vez más cruentas, y por manos movidas seguramente con intención
tan limpia como la de mis amigos, tal vez movidos después a represalias. Pero
estas represalias vinieron mucho después; tanto después, que muchas personas
que nos suponían a nosotros venidos al mundo para jugarnos la vida en defensa
de su propia tranquilidad, incluso en periódicos conservadores, nos afeaban que
no nos entregásemos al asesinato; imaginaban que nos estábamos jugando nuestra
vida y las vidas de nuestros camaradas jóvenes para que a ellos no se les
alterase su reposo.»
«Pero porque resulta
que nosotros hemos venido a salir al mundo en ocasión en que en el mundo
prevalece el Fascismo—y esto le aseguro al Sr. Prieto que más nos perjudica que
nos favorece—; porque resulta que el Fascismo tiene una serie de accidentes
externos, intercambiables, que no queremos para nada asumir. La gente, poco
propicia a hacer distinciones delicadas, nos echa encima todos los atributos
del Fascismo, sin ver que nosotros sólo hemos asumido del Fascismo aquellas
esencias de valor permanente que también habéis asumido vosotros… porque lo que
caracteriza el período de vuestro Gobierno es que, en vez de tomar la actitud
liberal bobalicona de que al Estado le es todo lo mismo, de que el Estado puede
estar con los brazos cruzados en todos los momentos, a ver cuál es el que trepa
mejor a la cucaña y se lleva el premio, contra el Estado mismo, vosotros -alude
al primer Gobierno Azaña— tenéis un sentido del Estado que imponéis
enérgicamente. Ese sentido del Estado, ese sentido de creer que el Estado tiene
algo que hacer y algo en que creer, es lo que tiene de contenido permanente el
Fascismo, y eso puede muy bien desligarse de todos los alifafes, de todos los
accidentes y de todas las galanuras del Fascismo, en el cual hay unos que me
gustan, y otros que no me gustan nada."
«Esto es tan
importante, Sr. Prieto, que, ya le digo, yo no me hubiese dedicado para nada,
no a usar la violencia, sino ni siquiera disculpar la violencia, si la
violencia no hubiera venido a buscarnos a nosotros. Yo le aseguro al Sr. Prieto
que cuando la primera vez oí detrás de mi coche el estampido de un petardo; que
cuando la segunda vez supe que habían tiroteado un coche porque tenía casi el
mismo número que el mío, y cuando he empezado a tener todas esas amenazas que
justifican el, a juicio de la Comisión, terrible delito de que tenga seis
especies de artes ancestrales, de grandes armatostes, tal vez inservibles para
defenderme; cuando oí la primera vez el petardo; cuando supe después lo de esos
tiros y lo de las amenazas, sentí dos cosas: la primera, el que los tiros me
pudieran dar (desde luego reconozco que no tengo el más mínimo gusto en
apresurar la apertura de mi «ab intestato»; la segunda, "que el día que me
encontrara en los cielos con el metalúrgico, el carpintero o el campesino que
me hubieran pegado los tiros por la espalda, en cuanto tuviéramos diez minutos
de conversación, el metalúrgico, el campesino o el carpintero se convencerían de
que, se habían equivocado al dirigir esos tiros."
«Como esto es lo que
yo quería decir aprovechando esta noche autobiográfica, con eso he sustituido a
lo que pudiera ser el contenido de mi defensa...».
El día 6 de noviembre
de 1934 JOSÉ-ANTONIO—al igual que en otra ocasión memorable CALVO SOTELO—, con
motivo del indulto del militar Pérez Farrás, que en Cataluña se había levantado
contra la Patria, tiene ocasión de atacar violentamente a la masonería,
constando así en el tomo VII del Diario de Sesiones de Cortes, legislatura de
1.933 a 1.935, en la página 4.566 del mismo número 116.
Cuando JOSÉ-ANTONIO,
con el impulso del predestinado al martirio, levanta bandera de la redención
del humilde, dando un contenido nacional a las ansias de justicia social del
oprimido, encuentra sus más ardientes enemigos—conforme queda reflejado en sus
anteriores párrafos transcritos del Diario de Sesiones en los antiguos
conductores de las masas, que ven con terror la figura, joven e inteligente del
iluminado capaz de difundir en dichas masas un ideal nacional que los aparte de
sus falsos apóstoles.
Al advenir, en
febrero de 1936, al Poder el Frente Popular, contrariando los principios
liberales que decía defender, no permite que la doctrina de JOSÉ-ANTONIO se
extienda y propague dentro de la legalidad. No obstante, la conducta es tan
ejemplar, tan abnegada, la doctrina es tan sugestiva, que van aumentando los
partidarios reclutados entre las clases más humildes del pueblo.
Es necesario frenar
en lo posible esta actuación, que llevada al Parlamento, puede tener
repercusión peligrosa para los intereses del Frente Popular en las masas
populares; y, por otra parte, la inmunidad parlamentaria proporcionaría a
JOSÉ-ANTONIO la seguridad, aunque fuera relativa, de propagar su doctrina.
Triunfantes las
derechas en las elecciones de febrero de 1936 en forma aplastante en la
provincia de Cuenca, en la que obtuvieron el copo, y dueño el Gobierno del
Frente Popular de los resortes del Poder, acuerda en la Comisión de actas la
anulación de dichas elecciones, y aprobado por el Parlamento, se cumplimenta
dicho acuerdo por el Gobierno, publicándose un Decreto en la Gaceta en el que
se acuerda, al igual que en las elecciones de Granada, que también habían sido
anuladas, por resultar triunfantes las derechas, la convocatoria de nuevas
elecciones.
Con arreglo a los
preceptos legales vigentes en la materia, se celebran dichas elecciones en
Granada; pero en Cuenca, al presentarse candidato a Diputado a Cortes
JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE RIVERA, se infringen dichos preceptos, en contra de lo
dispuesto por la Cámara de Diputados y acordado por el Gobierno, y a pesar del
triunfo rotundo de JOSÉ-ANTONIO, se acude al ardid de considerar que es la
segunda vuelta de las elecciones anuladas y celebradas el 16 de febrero de 1936
y no nuevas elecciones para no computar los votos a JOSÉ-ANTONIO, -diciéndose
el Gobierno del Frente Popular y la mayoría parlamentaria de su anterior
criterio, privándole del acta de Diputado.
JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE
RIVERA ya no es Diputado a Cortes; privado de una inmunidad parlamentaria,
suspendidas las garantías constitucionales, puede quedar detenido
gubernativamente con cualquier pretexto. La propaganda de su ideario se hace
cada vez más difícil, a pesar de realizarse dentro de lo establecido en la Ley;
pero el Gobierno del Frente Popular; ante el auge que va tomando la doctrina la
que, como a todo lo que contradice su política, llama «Fascismo proclama, por boca del Presidente del Consejo
de Ministros y Ministro de la Guerra, Santiago Casares Quiroga, desde la
cabecera del Banco Azul en el Parlamento, según consta en el número 29,
Extracto Oficial de las Sesiones de Cortes del martes 19 de Mayo de 1936, en su
página VI, que ante el Fascismo el Poder público se convertirá en un
combatiente más como cualquier otro partido, diciendo "...Y os manifiesto,
señores del Frente Popular, que contra el Fascismo el Gobierno es beligerante…
Es de hacer notar que, como se ha indicado
anteriormente, la idea y la propaganda de Falange están dentro de la Ley, habiéndose
aprobado los Estatutos de «Falange Española de las J. O. N. S.» En la Dirección
General de Seguridad, en donde fueron presentados en 22 de octubre de 1.934.
El día 15 de marzo de
1936 JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE RIVERA ya está en la cárcel. Es una de las medidas,
más importantes, precautorias, que toma el Frente Popular para evitar la
propagación de la Falange; pero hace falta dar aspecto legal a esta privación
de libertad e inutilizar AL HOMBRE Y A LA DOCTRINA.
Para inutilizar a la
doctrina, la Dirección General de Seguridad amaña una serie de pruebas que
entrega al Juzgado de guardia a fin de que éste tenga que procesar a
JOSÉ-ANTONIO como sujeto activo de una propaganda, referente a una doctrina,
que se estima ilegal, para que, llegando los Tribunales a la declaración de
ilegitimidad de la Falange como tal partido político, poder de este modo
impedir su propaganda oral y escrita, desterrándolo de la vida política
española.
Pero los Tribunales
de justicia—Audiencia de Madrid, en sentencia de 30 de abril de 1936, y
Tribunal Supremo, en sentencia de 8 de junio del mismo año, en acusado rasgo de
gallardía e independencia, absuelven a JOSÉ-ANTONIO y a los suyos declarando
legítima, dentro del marco constitucional español—conforme a los artículos 34 y
39 de la Constitución y Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887—, la
doctrina de Falange Española, quedando sin efecto el procesamiento acordado por
el juez de Instrucción contra JOSÉ-ANTONIO y los falangistas que le acompañan.
La labor de
inutilizar al hombre se presenta más fácil. La Gaceta de la República, el día
10 de marzo de 1936, en su página 1.957, publica un Decreto del Ministerio de
la Gobernación en el que declara sometidas a revisión las licencias de uso de
armas, quedando los titulares de las mismas obligados, en el término de quince
días a partir de la publicación del Decreto, a depositar las armas en los
cuarteles de la Guardia Civil.
JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE
RIVERA, al ingresar en la cárcel, el 15 de marzo de 1936, tiene licencia de uso
de armas, expedida por la dirección General de Seguridad en 8 de enero de 1936,
o sea que estaba en situación legal para tener armas cortas de fuego, ya que al
dar el Gobierno un plazo para la entrega de las mismas reconocía el derecho e
los ciudadanos de hacer dicha entrega aunque fuera el último día, siempre que
estuviera dentro de dicho plazo de quince días.
Vuelve a actuar la
Dirección General de Seguridad al servicio del Frente Popular, y el día 27 de
abril de 1936 —JOSÉ-ANTONIO continúa en la cárcel desde el repetido 15 de marzo
anterior— el Jefe Superior de Policía de Madrid ordena se haga un registro en
el domicilio de JOSÉ-ANTONIO, calle de Serrano, número 86, piso primero,
derecha. Desde que JOSÉ-ANTONIO estaba en la cárcel, dicho piso había sido
frecuentado por la Policía y por multitud de personas afiliadas a Falange y
clientes de JOSÉ-ANTONIO, que ejercía la carrera de Abogado en Madrid.
Además, según
declaración del que entonces era Comisario General de Investigación Social,
prestada ante esta Causa General, el jefe superior de Policía tenía en el
domicilio de JOSÉ-ANTONIO un confidente, el cual el día 27 de abril estaba en
el domicilio de JOSÉ-ANTONIO antes de ir la Policía al registro y durante éste,
y permanece en dicho domicilio sin huir del mismo, como pudo hacerlo y lo
hicieron los efectivos que allí se encontraban, por no haber puesto la
vigilancia en la puerta de servicio del domicilio citado.
Personada la Policía
en el domicilio de JOSÉ-ANTONIO, se distribuyeron los agentes por las
habitaciones, entrando en el despacho de-JOSÉ-ANTONIO el agente Cristóbal
Pinazo, único de aquellos policías que sirve con plena identificación
espiritual al Frente Popular, después del 18 de julio toma parte activa en la
defensa del Gobierno rojo. El registro comienza a las doce de la mañana,
terminando sobre las seis de la tarde; pero nada más comenzar el registro, el
agente Cristóbal Pinazo, estando solo en el despacho de JOSÉ-ANTONIO, en una
librería abierta, situada en el ángulo de la habitación, y junto a la puerta, en
un entrepaño de la misma, al notar, según declaración prestada por el mismo
Cristóbal Pinazo ante el juez de Instrucción, el día 30 de abril de 1936,
"... al tacto una pistola, le advirtió a doña María tía de
JOSÉ-ANTONIO—que estuviese atenta de lo que iba a sacar y, efectivamente, sacó
dos pistolas..."
Se firma el acta, comparecen los policías ante
el referido Comisario general de Investigación, y se envía todo al juzgado de
Instrucción, en unión de algunos papeles encontrados en el despacho de
JOSÉ-ANTONIO. Y por auto de fecha 30 de abril de 1936, se le procesa como autor
de un delito de tenencia de armas sin licencia que—aparte de lo expuesto
anteriormente—de ningún modo ha podido cometer, puesto que, ausente de su
domicilio, por estar en la cárcel, y frecuentada la casa por tantas personas
durante esos cuarenta días que lleva privado de libertad, en conciencia, no se
le podía imputar tal delito.
Cuya fórmula legal,
"tenencia", es tan expresiva—, ya que JOSÉ-ANTONIO no podía ejercer,
por imposibilidad material, la relación de tenedor de una cosa más o menos a su
alcance y disposición, ni actos de estancia, permanente o transitoria, como tal
inquilino del piso. Además, no hay indicios de que estas armas hayan
pertenecido alguna vez a JOSÉ-ANTONIO, sino todo lo contrario, según consta en
el folio 84 de la causa, en un oficio de la Dirección de Seguridad que, a
instancia del Fiscal, no puede ocultar que una de las armas perteneció a
persona distinta de JOSÉ-ANTONIO, sin que de la otra pistola obrase dato alguno.
El Comisario de
Policía que asiste al registro ha podido observar que las armas encontradas no
tenían la menor partícula de polvo, dando impresión de haber sido allí
colocadas recientemente.
La misma Sala de la
Audiencia de Madrid que había estimado legal la doctrina de Falange, comienza a
actuar en esta ocasión, y a petición del procesado JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE
RIVERA, practica una diligencia de inspección ocular el 16 de mayo de 1936 en
su domicilio, con asistencia del Comisario y del policía que encontró las
pistolas, concurriendo JOSÉ-ANTONIO como Abogado defensor de sí mismo.
El Gobierno del
Frente Popular debe de presumir la impresión causada en la Sala que ha de
juzgar a JOSÉ-ANTONIO por esta diligencia de inspección ocular, y lo debe de
presumir, porque muy poco después del día en que se practica, el Ministro de
justicia del Frente Popular, Sr. Blasco Garzón, llama a su despacho al Excmo.
señor Presidente de la Audiencia Territorial de Madrid—según ha declarado este
funcionario en la Causa General—y lo recibe acompañado del Subsecretario, Sr.
Gomáriz, y tanto el Ministro como el Subsecretario se quejan "en términos
duros, de la actuación de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de
Madrid —uno de cuyos Magistrados, el señor Arizcun, ge asesinado después del 18
de julio de 1.936 por los rojos—. Esta queja hacía referencia a fallos dictados
por dicha Sección en relación con la política, referentes a causas seguidas
contra DON JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE RIVERA".
"El ministro de Justicia, Blasco Garzón,
ordenó terminantemente al dicente que en lo sucesivo la Sección referida dejara
de actuar en dichas causas y que su conocimiento pasara a las demás
Secciones."
Y efectivamente, según certificación que obra
en esta Causa General, del libro de actas de la Sala de Gobierno de la
Audiencia Territorial de Madrid, aparece en la de fecha de 22 de mayo de 1936,
el cambio de Salas exigido por el Gobierno del Frente Popular, y la nombrada
actúa en la forma a que se refiere la declaración antes citada con estas palabras
: "No volvió a recibir por parte del Gobierno queja alguna sobre la
actuación de los Magistrados que sucedieron a los ya indicados y que se
encargaron de las causas pendientes del Tribunal de Urgencia y de las que
posteriormente se incoaran".
Esta nueva Sala es la
que aparece actuando en el juicio oral, celebrado el 28 de mayo de 1936, sin
haber intervenido en ninguna de las pruebas ya practicadas, ni siquiera en la
de inspección ocular antes referida, y sin que conste en el rollo de Sala
correspondiente —número 46 del año 1.936—explicación ni diligencia alguna que
dé cuenta de la sustitución del Tribunal.
En el mismo día 28 de
mayo de 1.936 dicta sentencia condenatoria por el delito de tenencia ilegal de
armas, dando origen a que la juventud hirviente y digna de JOSÉ ANTONIO
responda, al oír su condena, apostrofando, en términos exaltados, a sus
juzgadores.
Ya está decidido el
destino de JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE RIVERA; ya hay un pretexto legal para
atribuirle un nuevo delito y acumularle varios años de cárcel en esta línea
ininterrumpida de procesos e impedirle que actúe en la calle, en el mitin, en
la Academia, en defensa de su doctrina, que es en defensa de España.
Sin embargo, la
Falange tiene un impulso y una mística; no es un partido político que, al
faltar el Jefe que reparte prebendas, se deshaga; al contrario; el anhelo viril
y apasionado de salvar a España se condensa en el grito valiente, que resuena
en la calle, de ¡¡ARRIBA ESPAÑA!!, y tiene tal intensidad la actuación de la
Falange que, según palabras textuales del Gobernador del Banco Exterior de
España de aquel entonces, afecto a la política del Sr. Azaña, «Recordaba la
actuación de los primeros cristianos en las catacumbas».
Por eso, el Gobierno
de la República, ante el firme valor y abnegación de los falangistas, entiende
que Madrid es sitio inseguro para guardar a JOSÉ-ANTONIO, y en las sombras de
la noche, el 5 de junio de 1936 lo lleva inesperadamente a la cárcel de
Alicante, estimando aquel lugar como un reducto inexpugnable del Frente Popular;
y allí, dentro de aquellos muros, le sorprende a JOSÉ-ANTONIO el Alzamiento
Nacional el día 18 de julio de 1936.
A poco de ingresar en
la cárcel de Alicante JOSÉ-ANTONIO el Director de la misma, D. Teodorico Serna,
es removido del cargo y trasladado, debido a su conducta humana y correcta para
con JOSÉ-ANTONIO, siendo después encarcelado en Madrid y asesinado cuando
posteriormente al 18 de julio debía declarar en el juicio seguido contra
JOSÉ-ANTONIO.
Son milicianos de la
C. N. T. los que, una vez iniciado el Alzamiento, se encargan en la cárcel de
la custodia de JOSÉ-ANTONIO, y al mando de ellos figura Guillermo Toscano
Rodríguez, que en Huelva había sido Secretario general de Sindicatos y además
representante de la C. N. T. en el Congreso de Zaragoza de mayo de 1936, siendo
después este mismo individuo el que toma parte en el asesinato de JOSÉ-ANTONIO.
JOSÉ-ANTONIO en la
cárcel sigue su conducta austera y da ejemplo en el cumplimiento del Reglamento
de Prisiones, repartiendo con los demás presos la comida que del exterior
recibía, y comiendo el rancho ordinario. No descuida su labor y trabaja con
toda intensidad en proyectos que puedan ser útiles a su Patria.
El Gobierno del
Frente Popular, ante el problema que, una vez iniciado el Alzamiento, plantea
la permanencia de JOSÉ-ANTONIO en la cárcel, va a una solución tajante: dar
muerte a JOSÉ-ANTONIO; pero temiendo la repercusión que en el mundo civilizado
pueda tener este nuevo crimen, procura darle un tenue aparato de legalidad, y
se le incoa un proceso por su supuesta participación en el Alzamiento Nacional,
nombrándose Juez instructor a Federico Enjuto Ferrán que —según declaración
prestada en la Causa General por el Secretario judicial que le asiste en la
instrucción del proceso—era un incondicional de Indalecio Prieto.
El 11 de octubre de
1936 salen de Madrid con dirección a Alicante el Juez y el Secretario,
volviendo a Madrid el 25 de dicho mes, marchando directamente al Ministerio de
Marina, donde vivía Indalecio Prieto y Tuero, quedándose Enjuto en dicho
Ministerio con el sumario y la documentación, a fin, según dijo el referido
Secretario, de conferenciar con Prieto.
Regresan a Alicante
en primeros de noviembre de 1936, procurando el Secretario aclarar cuáles
fueran las instrucciones que el Juez recibió de Indalecio Prieto, sacando la
impresión de que éste había ordenado a Enjuto llevara con calma la tramitación
del sumario.
Pero el Gobierno del
Frente Popular no comparte este interés político de Indalecio Prieto —cuyas
razones en llevar con calma el sumario se desconocen-, y desde Valencia, donde
reside dicho Gobierno, el ministro de Justicia, García Oliver, llama por
teléfono pocos días después al juzgado, así como al Fiscal de la causa contra
JOSÉ-ANTONIO, Vidal Gil Tirado, que hasta entonces había figurado como
Presidente del Tribunal Popular, para que vayan inmediatamente a conferenciar
con él.
Cumpliendo la orden,
acto seguido, desde Alicante se dirigen a Valencia, adonde llegan anochecido,
reuniéndose con el Ministro de Justicia, García Oliver; el subsecretario,
Sánchez Roca; el juez Enjuto, el Fiscal, Vidal Gil Tirado, y el Secretario
judicial que actuó en el sumario.
El Ministro y el
Subsecretario piden noticias del sumario y concretan sus intenciones, diciendo
que a JOSÉ-ANTONIO había que condenarlo a muerte y que el sumario tenía que
terminarse inmediatamente, añadiendo García Oliver que, dada la resonancia
mundial del proceso, había que darle la más sólida apariencia jurídica...
"pero con prisa…”.
Aquella misma noche
el Juzgado y el Fiscal salen de Valencia, llegando a Alicante de madrugada, y
el día 9 de noviembre de 1.936, en cumplimiento de las instrucciones recibidas,
se reanuda la instrucción rápida del sumario; dictándose auto de procesamiento
con fecha 13 de noviembre, notificándosele a JOSÉ-ANTONIO, en la celda que
ocupaba en la cárcel, el día 14; encarándose JOSÉ-ANTONIO con Enjuto, a quien
le dice: « ¿No le da a usted vergüenza llevar canas y vestir toga ?».
Es de hacer constar
que la C. N. T. entra en el Gobierno del Frente Popular en la noche del 4 de
noviembre de 1936, cuando el Ejercito Nacional está a las puertas de Madrid y
el Gobierno recién formado huía a Valencia; siendo uno de estos fugitivos el
nuevo Ministro de Justicia, Juan García Oliver, acompañado del Subsecretario Sánchez
Roca, ambos de la C. N. T.
El día 17 de
noviembre de 1936 se celebra en la cárcel de Alicante la última sesión del
juicio oral del proceso seguido contra JOSÉ-ANTONIO.
JOSÉ-ANTONIO sufre el
interrogatorio del Fiscal, largo y laborioso, en un ambiente de hostilidad del
público, que no podía reprimir el murmullo y hasta las protestas cada vez que
aquél hablaba –según un funcionario de la Administración de justicia, testigo
presencial de toda la vista—. Poco a poco, con una serenidad y un dominio forense
magnífico, JOSÉ-ANTONIO se va haciendo con el público y con la atención y
simpatía de los jurados.
Un momento
interesante lo marca el diálogo que sostiene JOSÉ-ANTONIO con el jurado
comunista Domenech, que, petulante, intentaba mostrarse como muy versado en
doctrina política, queriendo contender con Primo de RIVERA, y dando ocasión a
JOSÉ-ANTONIO para hacer una brillante y soberbia exposición del programa de
Falange, que causo honda sensación en el público, contribuyendo a desarmar la
hostilidad del principio.
Otro momento de
interés es cuando comparece como testigo un jefe de milicias de la C. N. T.,
Vázquez, que se expresa en términos de violencia extraordinaria contra
JOSÉ-ANTONIO. Y cuando éste, que como abogado se defiende a sí mismo, le hace
una única pregunta: « ¿Odia usted al procesado?», Vázquez contesta: « ¡Con toda
mi alma!».
El informe del
Fiscal, sin fuerza moral ni jurídica alguna, basada en recortes de periódicos
rojos -notas y recortes que obran autentificados en la causa General-, fue
mediocre, disculpándose del resultado favorable que había tenido el juicio para
JOSÉ-ANTONIO en la opinión. Como premio a su actuación, dicho Fiscal fue
nombrado magistrado del Tribunal Supremo rojo.
JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE
RIVERA y Sáenz de Heredia pronuncio su informe.
Al terminar su
defensa JOSÉ-ANTONIO, la reacción en el público fue de unánime piedad para que
no se cumpliera la petición de muerte hecha por el Fiscal…., según afirma en la
Causa General otro testigo, afecto entonces al Frente Popular, que presenció el
acto.
La impresión que
causó el discurso de JOSÉ-ANTONIO —obra maestra de oratoria forense, según
frase de sus propios enemigos, ante esta oración tan llena de cordialidad, de
sinceridad tan rotunda—fue tan intensa, que ante la alteza de su doctrina, la
emoción se adueñó de aquel auditorio popular, que cuando pudo oír la verdad,
ésta entro en su corazón. El redactor, afecto al Frente Popular, del periódico
republicano de Alicante, El Día, trasladó a unas cuartillas esa palpitante
emoción de la multitud, que quedaron reflejadas como artículo de fondo en dicho
diario el miércoles 18 de noviembre de 1936, año XXII, ejemplar número 6.316,
cuya fotocopia se acompaña. Ningún otro comentario mejor podría hacerse
(sentido y veraz) ante la actitud de JOSÉ-ANTONIO PRIMO DE RIVERA que, sin
temor a la muerte, tampoco desprecia la vida, expresando este sentir en la
frase de su informe: "La vida no es una bengala que se quema al final de
una fiesta." Esa impresión y esa emoción del público asistente al acto del
juicio llega también al Jurado—formado por miembros de los Partidos integrantes
del Frente Popular—, hasta el punto de que uno de los jurados llegó a estrechar
la mano de JOSÉ-ANTONIO y felicitarle. Y al quedar allá solos en la Sala de
deliberación, su pasión contra JOSÉ-ANTONIO y las consignas recibidas de
eliminarle luchan, después de oírle, con la conciencia, que les esta
reprochando la monstruosa injusticia que van a cometer condenando a muerte a
aquel muchacho que lleva en la cárcel siete meses –desde el 15 de marzo de
1.936-, y cuatro de ellos con anterioridad al 18 de julio de aquel año, fecha
inicial del Movimiento Nacional, y que además proclama y defiende una doctrina
tan justa y tan humana que ellos, perplejos al oírla desarrollar, no saben si
aceptarla o repudiarla: cambian impresiones, discuten, vacilan…. Es tan fuerte
la razón de la justicia mantenida rectilíneamente por JOSÉ-ANTONIO en su
discurso de defensa, que el Jurado, no decidiéndose por la condena de muerte,
prolonga horas y horas la discusión, mientras en el exterior, esa tardanza en
pronunciar el veredicto produce irritación y siembra la inquietud entre los
dirigentes del Frente Popular ante el hecho de no acatar en su totalidad el
Jurado las instrucciones del gobierno, por lo que tienen que intervenir
elementos del Gobierno civil rojo para asegurar el cumplimiento de las
consignas recibidas.
Hay que obedecer: las
órdenes del Gobierno del Frente Popular son terminantes y JOSÉ-ANTONIO es
condenado a muerte; apagando así la fuerza del odio y de la perversidad la
lucecita de justicia que empezaba a iluminar la conciencia del Jurado. En
telegrama de 18 de noviembre de 1.936, el Presidente del Consejo de Ministros y
Ministro de la Guerra, Largo Caballero comunica el enterado de la sentencia,
que es el trámite para su ejecución –hechos también comprobados en la Causa
General.
JOSÉ-ANTONIO logra
realizar su última confesión con un sacerdote, -D. José Planelles Marco- que
comparte con él las amarguras de la prisión, y al que los rojos más tarde
asesinaron.
En las primeras horas
del día 20 de noviembre de 1.936 JOSÉ-ANTONIO sale de su celda para ir a la
muerte; va a amanecer un nuevo día y va a morir una vida gloriosa.
JOSÉ-ANTONIO es
asesinado en compañía de otros cuatro mártires llamados Ezequiel Mira Miesta,
Luis Segura Baus, Vicente Muñoz Navarro y Luis López López. Y según frases
textuales de Guillermo Toscano Rodríguez, que fue el que le dio el tiro de
gracia: “JOSÉ-ANTONIO murió con gran entereza, y una vez colocado ante sus
ejecutores dio los gritos habituales de la Falange, ¡Arriba España!, con voz
fuerte y llena, siendo secundado por las otras víctimas, que también dijeron
¡Arriba España!, cayendo en seguida atravesado por las balas."
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