ASESINATO DE CALVO
SOTELO
Después de unas
elecciones, que se celebran en febrero de 1.936, bajo el Gobierno de Portela
Valladares, político sin opinión, sin partido y sin Diputados, en las que,
según unánimes y solventes testimonios reflejados en el Extracto Oficial del
Diario de Sesiones del Parlamento, el constante atropello que las caracteriza
constituye la más fragante violación del régimen democrático que se invoca, se
forma el 19 de dicho mes y año un Gobierno del Frente Popular, creación de la
III Internacional, presidido por D. Manuel Azaña, en la forma que al periódico
Ahora, del jueves 19 de Febrero de 1936, no enemigo de aquella situación, comentó
diciendo: «Precipitadamente se ha formado el nuevo Gobierno. El temor a que las
masas, entusiasmadas con el triunfo electoral, se lanzasen a la calle a imponer
su voluntad antes de que el nuevo estado de cosas tuviese un aparato
gubernamental adecuado, ha hecho que, sin esperar más trámites, que acaso no
hubieran sido ociosos, se entregue el Poder al señor Azaña. Desde anoche, a las
nueve, gobierna en España el Frente Popular».
Este Gobierno
preside, como juez y parte, empleando los resortes del Poder para ejercer toda
clase de violencias, la segunda vuelta de las elecciones, haciéndose cargo con
esta actuación de los resultados de la primera vuelta, los cuales falsea,
quedando así la opinión contraria derechas y masa neutra a merced del enemigo
ocupante del Poder, que logra de esta manera su triunfo.
DON JOSÉ CALVO SOTELO
ha presentado por tercera vez, durante
la República, su candidatura por Orense. Como las dos veces anteriores, ha
triunfado plenamente, y en esta ocasión, enfrente de tres candidaturas. No
obstante su triunfo clamoroso, con 250.000 votos indiscutidos, reconocidos como
legales por sus enemigos, de ellos 186.000 en Madrid, se ve expuesto a no ser
proclamado Diputado, porque el Frente Popular, dominando en la Comisión de
Actas y Calidades, propone la anulación de su acta.
Tan patente es el
atropello, que el Sr. Ansó que después habría de ser, en 1937, Ministro de
Justicia del Frente Popular, en nombre de la Comisión de Actas, según consta
en la página 42 del Extracto Oficial del Congreso de los Diputados, sesión
celebrada el jueves 2 de abril de 1936, hizo uso de la palabra para hacer
constar que la referida Comisión modificaba su criterio y proponía la
proclamación del SR. CALVO SOTELO como Diputado a Cortes, reconociendo «los
sacrificios» que habían tenido que hacer para llegar a este cambio de opinión,
y que lo habían realizado «para que uno de los enemigos más encarnizados del
régimen, de los Gobiernos republicanos y del Parlamento, no pueda salir con
justicia a la calle a decir que nos hemos entregado a una persecución sañuda e
injusta», y más adelante añade: «Y voy a repetir palabras que antes pronuncié,
para que no pueda decir el enemigo más caracterizado del régimen que le hemos
tratado con una medida de rigor y de injusticia.».
Ya queda señalado el SR. CALVO SOTELO, en
forma harto gravísima, en un régimen en el que la vida del ciudadano no tiene
garantía alguna. Debiéndose además tener en cuenta el antecedente de que en la
sesión celebrada el 25 de enero de 1935, el SR. CALVO SOTELO, según consta en
el número 146, página 5.763 del tomo correspondiente del Diario de Sesiones,
atacó a la masonería, diciendo estas palabras: "Y lo digo con toda
claridad y sin ningún género de veladuras, porque uno de los problemas
fundamentales que tenemos planteado en España es éste de la infiltración
tentacular de la masonería en todos los órganos del Estado, incluso en el de
los militares...".
También JOSÉ-ANTONIO
PRIMO DE RIVERA había atacado públicamente a la masonería en la sesión
celebrada el día 6 de noviembre de 1.934, según aparece en la página 4.566 del
número 116 correspondiente al tomo VII del Diario de Sesiones de Cortes,
legislatura de 1.933 a 1.935. Ambos perecen a manos del Frente Popular, pagando
con sus vidas el intento de rehacer su Patria contra los poderes ocultos e
internacionales.
Toda la viril campaña
de CALVO SOTELO, llena de fervor patriótico, queda reflejada en el Extracto
Oficial de las Sesiones de Cortes del Frente Popular; y llega a un punto tal de
acierto esta campaña, con tan hondas repercusiones en la opinión pública, que
el entonces Jefe del Gobierno y Ministro de la Guerra, Santiago Casares
Quiroga, amenaza al tribuno en plena sesión de Cortes, el día 16 de junio de
1936, respondiéndole el SR. CALVO SOTELO, después de aludir a los miles de
milicianos marxistas que, al pasar ante los cuarteles, hacían el saludo
comunista gritando « ¡Viva el Ejército rojo! : "Yo tengo, señor Casares
Quiroga, anchas espaldas. Su señoría es hombre fácil y pronto para el gesto de
reto y para las palabras de amenaza; le he oído tres o cuatro discursos en mi
vida; los tres o cuatro desde ese Banco Azul, y en todos ha habido siempre la
nota amenazadora. Bien, señor Casares Quiroga. Me doy por notificado de la
amenaza de su señoría. Me ha convertido su señoría en sujeto, no sólo activo,
sino pasivo, de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué hechos.
Bien, señor Casares Quiroga. Le repito: mis espaldas son anchas; acepto con
gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades que se Puedan derivar de
actos que yo realice, y las responsabilidades ajenas, si son para bien de mi
Patria y para gloria de España, los acepto también. ¡Pues no faltaba más! Yo
digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano: "Señor,
la vida podréis quitarme, Pero más no podréis", y es preferible morir con
gloria a vivir con vilipendio. Pero, a mi vez, invito al señor Casares Quiroga
a que mida sus responsabilidades estrechamente, si no ante Dios, puesto que es
laico, ante su conciencia, pues que es hombre de honor, estrechamente, día a
día, hora a hora, por lo que hace, por lo que dice, por lo que calla; piense
que en sus manos están los destinos de España, y yo pido a Dios que no sean
trágicos. Mida su señoría sus responsabilidades; repase la historia de los
veinticinco últimos años y verá el resplandor doloroso y sangriento que
acompaña a dos figuras que han tenido participación primerísima en la tragedia
de dos pueblos: Rusia y Hungría, que fueron Kerensky y Karoly. Kerensky fue la
inconsciencia; Karoly, la traición a toda una civilización milenaria. Su
señoría no será Kerensky porque no es inconsciente; tiene plena conciencia de
lo que dice, de lo que calla y de lo que piensa. ¡Quiera Dios que su señoría no
pueda equipararse jamás a Karoly!"—(Diario de Sesiones, número 45, del 16
de junio de 1936, páginas 1.380 y siguientes).
Esta amenaza pública
de Casares Quiroga se ve confirmada con las que en su intimidad profiere el
Jefe del Gobierno y Ministro de la Guerra, citándose, entre otros testimonios,
el del Comandante de Carabineros, al servicio del Frente Popular, José Muñoz
Vizcaíno, que en su declaración, prestada ante la Causa General, dice: «Que oyó
varias veces al entonces Comandante, y más tarde Coronel, Luis Barceló,
comunista, hombre de confianza y Ayudante del Ministro de la Guerra y
Presidente del Consejo, Casares Quiroga, que éste había dicho, con referencia
al SR. CALVO SOTELO, «que se lo cargaría indicando que le daría muerte»,
haciendo alusión a los debates parlamentarios en los que de manera tan eficaz y
con una repercusión extraordinaria en la opinión pública intervenía el Jefe del
Bloque Nacional.
El 29 de junio de
1936, el agente de Policía de la plantilla de Madrid, D. Rodolfo Serrano de la
Parte, es llamado a la Dirección General de Seguridad, que desempeña José
Alonso Mallol, para que, en unión del también agente José Garriga Pato, se
encargue de la escolta del SR. CALVO SOTELO, sustituyendo a la anterior,
compuesta por D. Antonio Álvarez Ramos y don Basilio Gamo este último asesinado
durante el dominio del Frente Popular por el solo motivo de haber sido escolta
del SR. Calvo SOTELO. El nombramiento del Sr. Serrano de la parte fue debido a
considerársele, además de paisano, amigo del Sr. Casares Quiroga, y el de
Garriga Pato, por ser masón y plenamente afecto al Frente Popular datos
plenamente comprobados en la Causa General. Una vez que los dos agentes están
en la Dirección General de Seguridad, son citados para el día siguiente, 30 de
junio, compareciendo dicho día ante el jefe del personal, Lorenzo Aguirre
Sánchez solicitante de ingreso en la masonería, el cual les hace saber que su
misión cerca del SR. CALVO SOTELO no sería de protección, sino de espionaje,
debiendo dar cuenta diaria y detallada de las personas con quienes se
relacionara.
Dos días más tarde,
Aguirre, después de tratar inútilmente de hacer pasar a los agentes a presencia
del Director General de Seguridad, Alonso Mallol, les previene, en nombre de
este último, que, caso de ocurrir un atentado contra el SR. CALVO SOTELO,
debían, si sucedía en sitio céntrico, simular una protección; pero, en
realidad, abstenerse de ayudar en nada, y si era descampado, ayudar a darle
muerte.
Don Rodolfo Serrano
de la Parte, hombre que había recibido una educación cristiana, incapaz de
cumplir la orden dada en nombre del Director General de Seguridad por su
superior jerárquico, se lo comunica inmediatamente al Diputado a Cortes D.
Joaquín Bau Nolla, íntimo amigo del SR. CALVO SOTELO. Esta entrevista se inicia
en los pasillos de la Cámara de los Diputados, en la que tiene entrada Serrano
de la Parte desde el momento en que se encarga de la escolta del SR. CALVO
SOTELO, y se continúa al día siguiente en una cervecería de la calle de Alcalá.
El Sr. Bau da cuenta
a CALVO SOTELO de lo que ocurre y, de acuerdo con este último, visita al
Ministro de la Gobernación, Moles, en el despacho de Ministros del Congreso de
los Diputados, ante quien relata el intento de asesinar al SR. CALVO SOTELO con
la complicidad de uno de los agentes de la autoridad. sin decir el conducto por
quien ha recibido la noticia, negando dicho Ministro su intervención en dicho
asunto. Al día siguiente, es el mismo SR. CALVO SOTELO quien visita al Ministro
de la Gobernación, en compañía del Sr. Bau, para reiterarle con mayor firmeza
la denuncia; Moles insinúa que podían ser criterios personales de algún agente,
a lo que CALVO SOTELO, con vehemencia, pregunta, refiriéndose al Ministro, «si
ellos eran una «pandilla» o un Gobierno» y que hacía recaer sobre este último
las consecuencias que pudieran derivarse de las órdenes dadas por el Sr.
Aguirre, el que no sólo continuó con la confianza del Gobierno, sino que más
tarde es premiado por el mismo Gobierno con el cargo de Jefe Superior de
Policía de Madrid. El Ministro, según el testigo presencial Sr. Bau, no
reacciona ante todas las acusaciones, como lógica y naturalmente hubiese
reaccionado una persona digna, sin relación alguna con el crimen, y que demás
encarnaba el Poder Público.
Es de hacer notar
que, con la suficiente antelación, se señala la figura del SR. CALVO SOTELO a
las masas marxistas por elementos afectos del Gobierno que, por boca de su
jefe, se define como beligerante, y así, el día 23 de junio de 1936, el
periódico madrileño El Socialista, en su número 8.169, publica en la primera
página, en la quinta columna, un artículo titulado "Intimidades del
adversario".—"CALVO SOTELO, cabeza rectora del Fascismo",
habiendo sido inspirado este violento artículo, según declaración prestada en
la Causa General, por Indalecio Prieto. El Sr. Serrano de la Parte es
trasladado inmediatamente a Galicia.
En las primeras horas
de la noche del 12 de julio de 1936, el Teniente de Asalto, afecto al Frente
Popular, Castillo, es asesinado por unos desconocidos al cruzarse con él en la
calle, no habiendo el Gobierno del Frente Popular logrado averiguar ni decir
quiénes fueron los asesinos.
A partir de este
suceso, los jefes y oficiales del Cuerpo de Asalto del cuartel de Pontejos,
inmediato al Ministerio de la Gobernación, celebran conferencias con este
Ministro, con el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra,
Casares Quiroga, y con el Director General de Seguridad, Alonso Mallol.
Las principales
figuras que conferencian con las altas autoridades del Gobierno de la República
son el Comandante Ricardo Burillo Stolle, el Teniente Máximo Moreno y el
Capitán Fernando Condés, de la Guardia Civil este último, todos ellos de la
entera confianza del Frente Popular.
Después de estas
conferencias, en las primeras horas de la madrugada del 13 de julio de 1936
sale del cuartel de Pontejos el autocar número 17, al servicio del Cuerpo de
Asalto. Es conducido por el guardia Orencio Bayo Cambronero, y ocupan asientos
al interior: Victoriano Cuenca, pistolero y persona de absoluta confianza de
Indalecio Prieto; José del Rey Hernández, guardia del Cuerpo indicado, adscrito
a la escolta personal del Diputado socialista Margarita Nelken, y los también
guardias de Asalto Amalio Martínez Cano, Enrique Robles Rechina, Sergio García,
Bienvenido Pérez Rojo, Ismael Bueso Vela, Ricardo Cruz Cousillos y Aniceto
Castro Piñeira. El estudiante del último curso de Medicina, Federico Coello
García, afiliado al partido socialista persona de la intimidad de Indalecio
Prieto, que por aquel entonces prestaba asistencia médica a Victoriano Cuenca,
aquejado de enfermedad específica; Santiago Garcés y Francisco Ordóñez, de las
juventudes socialistas, hombres de acción y de la confianza de Prieto. Al mando
de todos, en el mismo vehículo, va, vestido de paisano, el Capitán de la
Guardia Civil Fernando Condés.
Pocos minutos después
parte detrás del autocar un coche de turismo, ocupado por los oficiales del
Cuerpo de Asalto, Capitanes Antonio Moreno Navarro e Isidro Avalos Cañada, y
los Tenientes Andrés León Lupión, Alfonso Barbeta y Máximo Moreno.
Se dirigen directamente
a la calle de Velázquez, llegando hasta la de Diego de León, para dar la vuelta
y entrar por su mano derecha, parando el autocar frente a la casa número 89 de
la calle de Velázquez, domicilio del SR. CALVO SOTELO.
Descienden del
autocar el Capitán Condés, José del Rey, Victoriano Cuenca y algunos otros
números de Asalto; franqueado el portal por el sereno, suben al piso; llaman al
timbre de la puerta y acude una criada que, sin abrir, pregunta quién es,
contestándosele que abriese a la Autoridad, que iba a hacer un registro. La
criada se retira sin abrir y da cuenta de lo que ocurre al SR. CALVO SOTELO,
que se encontraba descansando; se levanta, sale al recibimiento y abre la
puerta de entrada, preguntando qué deseaban. Replica el Capitán Condés que,
como se ha dicho, iba vestido de paisano exhibiendo su carné militar, «que
tiene que hacer un registro». Se distribuyen por las habitaciones, fingiendo la
práctica del mismo, inutilizan el teléfono y manifiesta el Capitán al SR. CALVO
SOTELO que la Dirección General de Seguridad ha ordenado su detención. Hace
patente el SR. CALVO SOTELO su calidad de Diputado a Cortes, que prohíbe esa
detención, salvo en casos de flagrante delito, que no existe; pretende hablar
con la Dirección de Seguridad, notando entonces está inutilizado el teléfono;
impiden a los familiares de CALVO SOTELO salir del domicilio en demanda de
auxilio, siendo ineficaces las protestas del Jefe del Bloque Nacional, que no
tolera, como Diputado, su detención, y cede ante la palabra de caballero que da
el Capitán Condés de que dentro de cinco minutos se encontrará en la Dirección
General de Seguridad, en la que podría alegar cuanto estimase oportuno. Penetra
el SR. CALVO SOTELO en el dormitorio para terminar de vestirse, y allí le
siguen Condés y Del Rey. Mientras, la señora de DON José consigue preparar un
maletín con los útiles más precisos de aseo, unas cuartillas y una pluma, y
ruega angustiosamente a su marido que no se marche.
Penetra el SR. CALVO
SOTELO en el cuarto de sus hijos; da un beso a cada uno de ellos, que duermen.
La mayor, Conchita, despierta y pregunta a su padre adónde va; la tranquiliza
DON José, así como a su esposa, de la que se despide en el recibimiento
prometiéndola que en cuanto llegue a la Dirección General de Seguridad hará por
comunicar con ella, y mirando a los que le rodeaban, agregó: "si es que
estos señores no me llevan a pegarme cuatro tiros". Baja rápido la
escalera, y ya en el portal, encarga al portero que avise a sus hermanos, pero
que nada digan a sus padres. Cuando sube al autocar número 17, se vuelve,
buscando al Capitán Condés con la vista, preguntándole si subía, y al
contestarle que sí, dijo: «Vamos a ver qué nos quieren», despidiéndose de los
familiares, que estaban en los balcones, diciéndoles adiós con la mano.
El SR. CALVO SOTELO
se sienta en el tercer departamento del autocar, contando como primero el
correspondiente al conductor, y ocupa el cuarto asiento del autocar en dicho
departamento; a su derecha y a su izquierda se colocan un guardia de Asalto y
un guardia del escuadrón de Caballería, también de Asalto, respectivamente.
Inmediatamente detrás
del SR. CALVO SOTELO se sienta Victoriano Cuenca; el Capitán Condés y José del
Rey ocupan los asientos contiguos al del conductor, y distribuídas en los demás
lugares, las personas que antes se mencionaron, cuidando Condés de que no
ocuparan los asientos inmediatamente anteriores al SR. CALVO SOTELO. El
vehículo se pone en marcha, recorre unos cuantos metros, y al llegar a la
altura del cruce de la calle de Ayala con la de Velázquez, Victoriano Cuenca
empuña una pistola, que dirige hacia la nuca del SR. CALVO SOTELO, y sin que
éste pueda darse cuenta de la agresión está dando su espalda al agresor, hace
dos disparos consecutivos, tan inmediatos, que dan la impresión a los que van
en el automóvil de que ha sido un solo disparo. Cae de bruces la víctima entre
los asientos. El pistolero dibujó los dos tiros en la nuca, según puede
apreciarse en la fotografía que se acompaña, obtenida y conservada en la Escuela
de Medicina Legal de Madrid al practicarse la autopsia en el cadáver del SR.
CALVO SOTELO.
El autocar, que no ha
detenido su marcha, sigue por la calle de Velázquez hasta el cruce con la de
Alcalá, en donde está parado un camión con guardias de Asalto, que, al
comprobar que es el autocar número 17, le deja pasar, continuando calle de
Alcalá arriba, en dirección al Cementerio del Este, ante cuyas puertas se
detiene, descendiendo del mismo el Capitán Condés y José del Rey, dándose a
conocer como agentes de la Autoridad a los empleados de guardia en el
Cementerio, obligándoles a que abran las puertas, penetrando en el recinto
sagrado con el vehículo, del que sacan el cadáver del SR. CALVO SOTELO, que
dejan abandonado sobre el suelo, próximo al depósito, en el que es colocado
después por los empleados del Cementerio. Parte el autocar con todos sus
ocupantes, y a los pocos metros de marcha, exclama el conductor: «Supongo que
no nos delatarán»; a lo que responde Condés: «No te preocupes, que nada
pasará»; agregando José del Rey: «El que diga algo de esto se suicida, pues le
mataremos como a ese perro».
Llegan al cuartel de
Pontejos, descienden los ocupantes del autocar, y Victoriano Cuenca echa el
brazo por encima de los hombros al Comandante Burillo, subiendo así los dos las
escaleras, hablando en voz baja, hasta la Comandancia, en la que penetran
igualmente el Capitán Condés, José del Rey, el Capitán Moreno Navarro y los
Tenientes Máximo Moreno, Lupión y Merino. A los pocos momentos llega también el
Teniente Coronel Sánchez Plaza.
El guardia Tomás
Pérez limpia inmediatamente el autocar y hace desaparecer las manchas de
sangre.
La señora de CALVO
SOTELO, en cuanto éste montó en el autocar, procuró ponerse en relación con los
familiares y amigos a fin de rescatar a su marido; unos y otros se encargan de
hacer llegar a la Dirección General de Seguridad y al Ministerio de la
Gobernación las noticias y detalles del secuestro. Ni por el Gobierno ni por
sus subordinados, a quienes específicamente compete actuar, se toma medida
alguna para averiguar en dónde se encuentra el SR. CALVO SOTELO. «A la Dirección General de Seguridad no ha
llegado», se limitan a con-testar, y en ninguna Comisaría tampoco se encuentra.
La mayoría de los
funcionarios y jefes de servicio de la Dirección General de Seguridad que
estuvieron en la noche del 12 al 13 de julio de 1936 en dicho Centro, y el jefe
del Negociado del Gabinete reservado de Orden Público del Ministerio de la
Gobernación, de guardia aquella misma noche, han depuesto en la Causa General,
coincidiendo y confirmando todos que ni por parte del Gobierno ni del Director
de Seguridad se tomó medida alguna en averiguación del paradero del SR. CALVO
SOTELO, dándose el caso de que cuando algunos familiares de éste se encontraban
en el Ministerio de la Gobernación, contiguo al cuartel de Pontejos, hablando
con el Subsecretario, Ossorio y Tafall, en el salón grande de la Subsecretaría,
penetró el Teniente Coronel de Asalto, Sánchez Plaza, comunicando que el
autocar número 17 había llegado al cuartel de Pontejos con manchas de sangre y
que, según los guardias ocupantes, se trataba de la hemorragia nasal de uno de
ellos, y que todos habían sido de nuevo distribuidos para prestar diversos
servicios. Al oír estas palabras los familiares del SR. CALVO SOTELO, se hace
vivísimo el diálogo entre ellos y el Subsecretario, por lo que Ossorio y Tafall
se retira del salón donde se encontraba, no sin antes requerir al Teniente
Coronel Sánchez Plaza para que le acompañase, volviendo a salir a los pocos segundos,
reiterando a los familiares las manifestaciones que antes les hiciera de que
existía una Compañía de guardias de Asalto en franca insubordinación.
Aproximadamente sobre
la hora en que se registran estas escenas en el Ministerio de la Gobernación, en
el despacho del Director General de Seguridad, Alonso Mallol según declaración
de un testigo presencial, entonces Comisario General de Investigación Social,
un Comandante del Cuerpo de Asalto, con visibles muestras de nerviosismo, dijo:
«Que no había que hacer conjeturas sobre el paradero del SR. CALVO SOTELO,
pues, de haberle ocurrido algo, a aquellas horas ya había pasado», dando a
entender sigue diciendo dicho testigo presencialclaramente, por el sentido
de sus frases y por su actitud, que conocía perfectamente lo ocurrido, y que
era una forma de dar cuenta del asesinato al Director General, pues salió
inmediatamente del despacho sin pronunciar más palabras. El aludido Comisario
hizo entonces reflexiones a Alonso Mallol de que ya se podía comprender lo que
había sido del SR. CALVO SOTELO y que, por lo tanto, debía obligársele al
Comandante que se acababa de marchar a que aclarase lo ocurrido.
Confirma este
Comisario, coincidiendo con lo manifestado por los demás jefes de servicio, en
que no se toma por el Director General de Seguridad medida alguna, ni se da
orden de que se practiquen diligencias en averiguación del paradero del SR.
CALVO SOTELO, a pesar de que otro Comisario de Policía regresa a la Dirección,
después de personado en el domicilio del Jefe del Bloque Nacional, y le entera
de lo ocurrido allí. Coinciden todos también en que la única medida que se
adopta a las ocho de la mañana del día 13 de julio de 1936, es la detención del
chófer conductor del autocar número 17 y la de un oficial de Asalto, con la
impresión de que no se pensaba profundizar en la investigación del hecho, sino
procurar únicamente cubrir las apariencias.
Sobre el mediodía del
13 de julio de 1936 comunica la Dirección del Cementerio del Este con la
Alcaldía de Madrid, para decir: Que el cadáver del SR. CALVO SOTELO se
encontraba en el Depósito del cementerio, adonde había sido llevado por un
autocar del Cuerpo de Asalto, hacia las tres de la madrugada, y que los
ocupantes del autocar habían dejado allí el cadáver sin manifestar a los
empleados del Cementerio de quién se trataba; pero que él quien comunicaba con
la Alcaldíaconocía personalmente al SR. CALVO SOTELO, y en aquel momento le
había reconocido.» Este funcionario ha depuesto en la Causa general, y es lo
trascrito fiel reflejo de sus manifestaciones, confirmadas en esencia por el
propio Ministro de la Gobernación de aquella fecha, Juan Moles Ormella, en la
comunicación que el día 13 de julio dirigió al Presidente de las Cortes, D.
Diego Martínez Barrios, que se publicó en toda la Prensa, y en la que se decía:
"Que cerca del medio día recibió en el Ayuntamiento aviso de la Dirección
del Cementerio de que habían dejado un cadáver sobre las cinco de la mañana, y
que había resultado ser el del SR. CALVO SOTELO."
La actuación
judicial, con motivo del asesinato del SR. CALVO SOTELO, se ve entorpecida por
los elementos del mismo Gobierno. Cuando se trata de practicar una diligencia
de reconocimiento en rueda, para que familiares y criados reconozcan a las
personas que se habían presentado en el domicilio del SR. CALVO SOTELO en la
madrugada del día 13, no son los que allí estuvieron los que fueron a la rueda,
sino otros guardias de Asalto y personas diferentes.
Cuando se logra fijar
la actuación del Teniente Máximo Moreno; éste, que en el mismo día 13 de julio
se refugió en la Dirección General de Seguridad, elude presentarse ante la
Autoridad judicial, y, amparado por el Gobierno, continúa en aquel edificio
para evitar el otro, interrogatorio judicial y las posibles represalias de
elementos hostiles o simplemente indignados por el hecho ocurrido.
Compareciendo, por fin, un día a las cuatro de la tarde, acompañado del Fiscal
General de la República, y, según las declaraciones que constan en la Causa, se
limito la declaración del referido oficial a un acto puramente formulario, ante
la extrañeza de algunos de los funcionarios presentes, ya que esperaban
manifestaciones de verdadero interés. Estos mismos funcionarios señalan que de
la investigación judicial se deducía que José del Rey resultaba ser un
pistolero protegido por el Poder público, a quien se le había facilitado el
carné de guardia de Asalto, sujeto, además, que, al poco tiempo de iniciado el
Movimiento Nacional, es elevado a la categoría de Comandante del Ejército rojo;
igual categoría alcanza Ismael Bueso Vela, y casos análogos ocurren con otros
dos números de Asalto que ocupaban el autocar. El Teniente Máximo Moreno sale
del 1 donde está amparado, el 18 de julio de 1936, lucha en el Ejército rojo, y
poco después muere en accidente de aviación, verificándose entierro con toda
solemnidad, siendo presidido por el Director General de Seguridad y por el
Diputado socialista-comunista, Margarita Nelken. El Comandante Ricardo Burillo, de esa categoría
pasa a la de Coronel. Ordóñez llega a ser jefe supremo de la Policía del D. E.
D. I. D.E., y Garcés ge elevado a la jefatura del S. I. M. central.
No obstante la
defectuosa investigación judicial defectuosa, por los motivos antes
indicados, el día 25 de julio de 1936, a las doce horas y cuarenta y cinco
minutos, en pleno día, por la puerta principal del Palacio de Justicia, sito en
la plaza de la Villa de París, penetra un grupo de diez o doce hombres,
milicianos, armados con fusiles y capitaneados por un individuo vestido de paisano,
dirigiéndose a la Sala del Tribunal Supremo, en donde actuaba el Juez que
tramitaba el sumario seguido por la muerte del SR. CALVO SOTELO; y en ocasión
de que un oficial de la Secretaría se encontraba uniendo al proceso
de-terminados documentos, se lo arrebatan por la fuerza, llevándoselo y
haciéndolo desaparecer.
Avanzada la guerra,
no ceja el Gobierno del Frente Popular en «agotar el caso CALVO SOTELO», y el
Sr. Ansó que en la sesión de Cortes del día 2 de abril de 1936 había calificado
al SR. CALVO SOTELO de «el enemigo más caracterizado del régimen»—, ya Ministro
de Justicia, inquiere del de Gobernación, Sr. Zugazagoitia, informe sobre los
Abogados que al tiempo del asesinato de CALVO SOTELO protestaron contra el
crimen.
Ha de
señalarse la circunstancia de que el Presidente de la República, D. Manuel
Azaña; el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra, Santiago
Casares Quiroga; el Ministro de la Gobernación, Juan Moles Ormella; el Director
General de Seguridad, José Alonso Mallol; el Presidente de las Cortes, Diego
Martínez Barrio; el Comandante del Cuerpo de Asalto, Ricardo Burillo Stolle, y
algunos oficiales del mismo que intervinieron en el asesinato, todos
pertenecían a la masonería.
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