miércoles, 29 de abril de 2015

Salvador de Madariaga


APUNTES BIOGRÁFICOS
- Escritor y diplomático español, nacido en La Coruña (1886) y fallecido en Locarno, Suiza (1978). Estudió ingeniería en Madrid y París y practicó algún tiempo la profesión en España (1911-16). Dedicado al periodismo, lo cultivó en Londres (1916-21), donde fue redactor de The Times, y Ginebra (1922-31), donde estuvo adscrito al secretariado de la Sociedad de Naciones.
- Fue delegado de España en esta organización, embajador en Estados Unidos (1931) y en Francia (1932-34) y ministro de Instrucción Pública y Justicia (1934). Entre 1928 y 1931 explicó literatura española en Oxford y en México.
- Ministro de Instrucción Pública y Justicia (1934), tras el reinicio de la guerra civil en 1936 se exilió de ambos bandos, residiendo en Francia y el Reino Unido. En 1972 fijó su residencia en el cantón suizo de Ticino.
- Fue uno de los principales exponentes del liberalismo europeo. De hecho, llegó a ser presidente honorario de la Internacional Liberal.
- El 17 de julio del 32, el PSOE publica un manifiesto en que acusaba al Partido Radical de Lerroux de propósitos dictatoriales, anunciaba la violencia en tal caso y advertía que “no había terminado aún” la revolución iniciada con la caída de la monarquía. Madariaga considera (así lo recoge en su obra España) que el texto socialista contiene “en líneas generales, la política que iba a llevarle, y con él a España, al desastre de 1934”.
- Madariaga consideraba como la gran causa de la guerra civil la división interna del PSOE, que en esta época se encontraba al borde de la escisión entre los partidarios de Largo Caballero, por un lado; los de Indalecio Prieto, por otro; y los de Julián Besteiro, este último siempre marginado por los dos anteriores por su carácter más moderado.
- El diario Claridad, perteneciente al PSOE, publicó el 7 de febrero de 1937: “Proporciona esta seguridad el conocimiento de la condición moral de tipos como Unamuno, Baroja, Madariaga, etc.. Cada uno lleva un traidor dentro. O una complacencia de meretriz, a elegir”. Lo recoge Manuel Rubio Cabeza en Los intelectuales españoles y el 18 de julio, 1975, ediciones Acervo, p.198.
- Fue elegido miembro de la Real Academia Española en 1936, aunque no presentó su discurso de ingreso hasta 1976.


ASÍ HABLABA SALVADOR DE MADARIAGA
- “Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”.
- El clima social en la República tras el nombramiento de Azaña como presidente lo describe así: "Aumentaron, en proporción aterradora, los desórdenes y las violencias, volviendo a elevarse llamaradas y humaredas de iglesias y de conventos hacia el cielo azul, lo único que permanecía sereno en el paisaje español. Continuaron los tumultos en el campo, las invasiones de granjas y heredades, la destrucción del ganado, los incendios de cosechas. En el país pululaban agentes revolucionarios a quienes interesaba mucho menos la reforma agraria que la evolución. Huelgas por doquier, asesinatos de personajes políticos de importancia local. Había entrado el país en una fase francamente revolucionaria".
- Tras entrevistarse con Franco, escribió de él: “Me llamó la atención por su inteligencia concreta y exacta más que original y deslumbrante, así como su tendencia natural a pensar en términos de espíritu público sin ostentación de hacerlo”. (Memorias. Amanecer sin mediodía. Madrid. Espasa-Calpe, 1974).
- “Los monárquicos jamás significaron tanto peligro para la República como los republicanos” (Españoles de mi tiempo. Barcelona, Planeta, 1974).
- “En el fondo, la República murió de falta de republicanos” (Españoles de mi tiempo. Barcelona, Planeta, 1974).
- Sobre la revolución de octubre de 1934 afirmó (en su obra "España", Espasa-Calpe, 1978, pag. 362) que "El alzamiento de 1934 [socialista y anarquista] es imperdonable. La decisión presidencial de llamar al poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hace ya tiempo. El argumento de que el señor Gil Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era, a la vez, hipócrita y falso. Hipócrita porque todo el mundo sabia que los socialistas de Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra la Constitución de 1931, sin consideración alguna para lo que se proponía o no el señor Gil Robles; y por otra, a la vista de que el señor Companys y la Generalidad entera violaron también la Constitución."

- Respecto del expolio que el Frente Popular hizo de las obras artísticas del Museo del Prado afirmó... "El cacareado salvamento de los cuadros del Prado, lejos de ser tal salvamento, fue uno de los mayores crímenes que contra la cultura española se han cometido jamás (...). Madrid poseía precisamente la mejor cámara subterránea quizá entonces del mundo para la protección de tesoros artísticos, recién terminada con arreglo a la técnica más moderna a treinta metros de profundidad bajo el Banco de España. A los técnicos ingleses que visitaron España entonces se les enseñó un par de cuadros del Greco enmohecidos por la humedad para hacerles creer que esta cámara subterránea no era suficiente. A la sazón presidente de la Oficina Internacional de Museos de la Sociedad de Naciones, pude estudiar documentación suficiente para asegurar aquí que los cuadros del Museo del Prado no debieron haber salido nunca de Madrid, y que no hubieran salido de no haber predominado en el Gobierno de entonces la pasión política más miserable sobre el respeto a la cultura y al arte".

La represión izquierdista en Madrid  DESPUÉS DE JULIO DE 1936:
En Madrid el 19 de julio y en la iglesia del Rosario de los Padres Dominicos, las turbas izquierdistas interrumpen la misa dominical disparando sobre los asistentes. Aquella misma noche ardieron cincuenta iglesias en la capital, según Hugh Thomas (“The Spanish Civil War”, Penguin Book, Londres, 1.965).
Los hechos luctuosos se sucederán irrefrenablemente. Ese mismo día y en el cementerio de Canillas son asesinados los dos primeros religiosos, pertenecientes a la Congregación de los Padres Paúles en Hortaleza, por llevar sendas sotanas en sus maletas. Siguen tres oficiales asesinados, uno de ellos cuando era trasladado herido en una ambulancia por milicianos de los Carabancheles. La barbarie no queda detenida en la capital, y el mismo 19 la sangre se extiende por los pueblos: tres civiles, entre ellos una mujer de 70 años, son asesinados.
La experiencia de la abortada revolución de octubre de 1934 en Asturias, sirvió –sin duda- al Teniente Coronel de Artillería Rodrigo Gil Ruiz para preparar, a raíz del asesinato de Calvo Sotelo, un arsenal en el Parque de Artillería con 300 proyectiles y 100.000 cartuchos de fusil. Además, a las 13:30 horas del día 18 dicho Teniente Coronel consigue la autorización para la entrega de 5.000 cerrojos de fusil, depositados en el Cuartel de la Montaña, destinados a completar otros tantos fusiles depositados en el Parque de Artillería... destinados a armar a 5.000 milicianos, civiles en definitva.
Pero en el Cuartel de la Montaña había más cerrojos, entre 40.000 y 65.000, y el Coronel Serra, que los custodia, se niega a entregarlos: “... el Cuartel de la Montaña morirá en su puesto antes de entregar uno sólo de los cerrojos de fusil allí depositados”. Para las izquierdas era urgente y prioritario conseguir aquellos cerrojos. Por ende, en el cuartel sublevado se habían ido refugiando civiles (186 falangistas, por ejemplo). Para los resistentes discurre el día 19 entre esperanzas de un auxilio que no llegaría, rechazando parlamentos que pretendían la entrega de los cerrojos. Durante la noche del 19 al 20 las baterías estaban preparadas y la muchedumbre congregada. A un primer ataque de la aviación a las 7.00 horas siguió otro intento de negociación: Rechazado. Se desencadena el ataque de la aviación, las piezas de 75 y 155 mm, el asalto de los milicianos. Hacia las once de la mañana la presión es tal que en el cuartel alzan la bandera blanca... Ciento treinta muertos entre los resistentes (más de la cuarta parte del total eran falangistas: 37), a bayonetazos, hachazos y tiros.
El asalto al Cuartel de la Montaña queda bien resumido con las declaraciones de Enrique Castro Delgado, comandante del 5º Regimiento asaltante (“MILICIA POPULAR – Diario del 5º Regimiento de Milicias Populares”, Año I Nº4, 30 de junio de 1.936):
“Matar... Matar... seguir matando hasta que el cansancio impida matar más... Después... Después construir el socialismo” .
“...alguien comenzó a cantar el “Cara al Sol”. Luego todos. Luego un disparo... luego muchos disparos mezclados con voces de valor y orgullo, de mística y de miedo.”

La orgiástica victoria sobre el Cuartel de la Montaña desencadena una cadena de crímenes en los acuartelamientos de Getafe, Leganés, María Cristina y Campamento: Otros 41 asesinados. Sigue la matanza de religiosos y civiles en los pueblos de Madrid, y así el día 20 son asesinados: un padre y su hijo en Canillas, en Guindalera un anciano de 85 años, diecisiete eclesiásticos en diversos parajes. El General de Caballería Rafael Casas de la Vega nos ofrece, en su “El Terror Madrid 1936” (Editorial Fénix, Madrid, 1994), un exhaustivo estudio sobre este siniestro periodo.

LAS SANGUINARIAS "CHECAS"
Inmediatamente, y aprovechando el gran número de edificios religiosos, colegios o viviendas particulares disponibles a raíz de la persecución y su enajenación, se constituyeron cientos de checas. Sólo en el distrito del Congreso había 54, 55 en Chamberí, 26 en Buenavista, 73 en Universidad, 49 en Palacio,... Algunas checas eran cuartelillos de milicianos, otras sedes de agrupaciones políticas, pero la mayoría eran cárceles donde se interrogaba y condenaba a muerte. Y esta usurpación del poder jurídico al Estado, esta vulneración de los derechos de la ciudadanía es ya de por sí dramática. El General Rafael Casas de la Vega (op. cit.) concluye que de los 8.500 asesinados en Madrid entre julio y diciembre de 1936, unos 3.200 (caídos entre agosto y octubre, antes de las grandes matanzas de Paracuellos) son atribuibles a las checas.

En realidad, la actividad aniquiladora de las checas siguió hasta finales de 1937: 101 asesinados en Carabanchel, 178 en Fuencarral, 160 en Hortaleza, 53 en Usera, 25 en Cercedilla, 113 en Alcalá de Henares, 9 en Meco, 21 en Camarma de Esteruelas, 130 en Aranjuez, 33 en Ciempozuelos, 55 en Getafe, 284 en Chamartín, 124 en Barajas, 414 en Soto de Aldovea, al menos 25 conocidos en Torrejón, 122 en Rivas-Vaciamadrid, 36 en Canillas, 15 en Canillejas, 160 en Bohadilla del Monte, 300 en Aravaca,... Procedimiento habitual de los chequistas era “trasladar” a los presos fuera de Madrid y fusilarlos de noche en algún cementerio, donde luego se los encontraban y sepultaban los atónitos vecinos: caso de 52 guardias civiles, sacados de la checa de Spartacus (C./ Santa Engracia, 18), y asesinados el 22 de noviembre en las tapias del Cementerio Este. Eran los “paseos”, con los que tanto parecía disfrutar aquella caterva de desalmados izquierdistas.

Tomando como ejemplo la Checa de Bellas Artes se ha conocido que sus “tribunales”, capacitados para emitir sentencias firmes e inapelables, estaban constituidos por miembros de los partidos representados en el Frente Popular (Partido Socialista, Partido Comunista, FAI, Unión Republicana, Sindicalistas, Izquierda Republicana, UGT, CNT, Juventudes Socialistas Unificadas, Juventudes Libertarias). Aparte de los milicianos armados, había un retén de 25 guardias de seguridad al mando de un sargento, lo que demuestra la conformidad del gobierno republicano en estos crímenes.

Si la sentencia era de culpabilidad, para evitar sospechas e inculpaciones posteriores, se escribía en la misma la palabra “libertad” seguida de un punto. Al salir a la calle el inocente condenado era detenido por unos milicianos, conducido a algún apartado lugar y fusilado. Existían además unas “brigadillas” de milicianos autorizadas para registrar viviendas particulares, confiscar bienes, detener sin mandamiento judicial alguno y –por supuesto- asesinar a quien les pareciera.

No podía faltar en el funcionamiento y organización de las checas el aspecto económico, como es lógico teniendo en cuenta la codicia de aquellas gentes. En la caja de la Checa de Fomento de Madrid, el 12 de noviembre de 1936 había : 1.750.000 pesetas en efectivo, 600.000 pesetas en oro amonedado, 460 cajas llenas de objetos de valor. En fin, bajo el odio político no sólo se detenía y asesinaba a la ciudadanía, sino que se aprovechaba para expoliarles y enriquecerse. Y no podía faltar el más sofisticado repertorio de torturas.

El Alzamiento de julio de 1936 conlleva la insurrección de varios acuartelamientos, además del de La Montaña. Ante la ausencia del auxilio exterior fracasa el pronunciamiento en todos ellos. Los sublevados que no fueron asesinados sobre el terreno (Getafe, La Montaña, Leganés, María Cristina, Campamento,...), serán confinados en las siguientes cárceles, en todas ellas se producirían sacas de presos: La Modelo (mínimo 1.024 fusilados), Porlier (778 como mínimo), San Antón (722 como mínimo) y Ventas (al menos 381). El mayor número de “paseados” ocurriría en noviembre, período en el que Santiago Carrillo era responsable de Orden Público: 2.530.

En la cárcel Modelo hasta el 17 de agosto de 1936 los presos eran vigilados por funcionarios del Cuerpo de Prisiones. Pero ese mismo día entraron los milicianos a cachearlos vejatoriamente, operación que se repetiría el día 20: Cacheos autorizados por el Director General de Seguridad Manuel Muñoz, acordados por la checa de Fomento y dirigidos por el anarquista Felipe Emilio Sandoval (delincuente común excarcelado unos días antes). Y el 22 elementos de la CNT y FAI prendieron fuego a la tahona, se abrieron las puertas para que entraran los bomberos, aprovechando para la fuga los presos comunes; al tiempo comienzan las ráfagas de ametralladora desde las casas colindantes contra los políticos. La turba izquierdista comenzó a “juzgar” aquella misma noche, dentro de la cárcel, a los 6 presos políticos de más relevancia: Todos fueron asesinados allí mismo. Esa misma noche cayeron otros 21.

Pero la primera saca de La Modelo no ocurriría hasta el 25 de octubre, cuando 80 presos son asesinados bajo falsas ordenes de “libertad” o “traslado.” Segunda "saca", el 4 de noviembre, con dieciséis asesinados. Todavía estaban por llegar las cuatro mayores "sacas".

Por lo que respecta al penal de Ventas, las sacas comenzaron el 14 y 15 de septiembre: 10 hombres. Siguen las del 17, 19, 20, 21, 23 y 24: Con un número relativamente bajo de represaliados. Pero el 28 de noviembre se sacan 48 hombres. Y el 30 del mismo mes otros sesenta. Entre el 2 y el 3 de diciembre, otros 110. Entre otros, contamos con el testimonio del Policía Álvaro Marasa Barasa, a quien Serrano Poncela confío una “orden de libertad” (finales de noviembre) para ocho detenidos en Ventas:

“... Llegados a la explanada donde las milicias acostumbran a asesinar a los detenidos, ordenan a éstos que bajen de la camioneta y, a unos quince metros de la carretera, seis o siete milicianos efectúan varias descargas sobre el grupo de presos y luego Rascón da los tiros de gracia. Una vez efectuado esto vuelven a los coches y camionetas, abandonando allí los cadáveres. Había una gran zanja a la derecha de la explanada donde supone serían enterrados por varias personas que ya se encontraban en la explanada cuando llegaron los coches... (“Causa General,” ff. 78-78).

UNA REPRESIÓN PREMEDITADA
La brutal represión que llevaron a cabo las izquierdas contra todo aquel que no pensase como ellas estuvo perfectamente ordenada y diseñada desde las más altas instancias del Frente Popular. Así lo demuestran, entre otros muchos, los siguientes testimonios:

- "...nos hemos preocupado un poco por limpiar la retaguardia. Es difícil asegurar que en Madrid está liquidada la Quinta Columna, pero lo que si es cierto es que allí se han dado los golpes más fuertes...y esto se debe a la preocupación del Partido y al trabajo abnegado, constante, de dos camaradas nuevos,... el camarada Carrillo, cuando fue Consejero de Orden Público, y el camarada Cazorla,...". Declaraciones publicadas de Francisco Antón en "Discursos pronunciados en el Pleno Ampliado del Comité Central del Partido Comunista de España, celebrado en Valencia los días 7 y 8 de Marzo de 1937." (Biblioteca Central Militar. Armario Especial. Signatura 1.048).


- "Habrá diez mil quinientos (refiriéndose a la población "penal" en Madrid) pero dentro de muy pocos días solamente tienen que quedar quinientos...". Réplica del Ministro de Justicia (Juan García Oliver) al Secretario Técnico de Prisiones (Antonio Fernández Martínez), según declaraciones de Manuel Guerrero Blanco (funcionario del Ministerio de Justicia) en AHN-CG 1526 (2), Ramo Nº 3, Folio 34.

Mensaje de Maciá a los diputados de la Generalidad reclamando lo ofrecido por el Pacto de San Sebastián

Mensaje de Maciá a los diputados de la Generalidad reclamando lo ofrecido por el Pacto de San Sebastián. El Gobierno de Madrid disiente
«Señores diputados de la Generalidad de Cataluña: Sería la realización de mi más íntimo ideal que las palabras pronunciadas en este acto solemne marcasen el limite en la ruta secular de Cataluña hacia la reivindicación de sus libertades. Quisiera que, como expresión vital del despertar de las nacionalidades que se agrupan bajo la República, sintiesen pronto latir con su ritmo peculiar los corazones de los pueblos bajo la carne joven de una nueva Iberia.
»Nunca como ahora este deseo ha aparecido tan cerca de su consecución. La República ha removido el ambiente, dejándolo limpio y puro y aclarando y fijando los sentimientos y el verbo de los hombres, creando asi un orden nuevo, en el cual los ideales de libertad triunfan.
»La vida política de nuestro país se encuentra, señores diputados, en su momento culminante; aquel en que espera ver satisfechos sus más puros anhelos tradicionales. Y obtendremos el triunfo de la victoria como eclosión cívica de los más altos sentimientos de libertad.
»Entre el triunfo de nuestra tierra y las circunstancias de este triunfo hay como una significativa lógica de la Historia. Cataluña, la liberal y democrática Cataluña, obtendrá el reconocimiento íntegro de su personalidad de una España renovada, libertada y democrática. Ni podía ser de otra manera, ni fuera razonable ahora que no sucediese así. El primer paso de la legislación constitucional de la República debe ser, y hemos de creer que será, restituir el derecho tradicional al pueblo que ha sido en la historia conjunta de los países hispánicos el primero en liberalidad y democracia.
»Cataluña ha sido profundamente liberal y demócrata, y así aparecía cuando su independencia le permitía presentarse ante el mundo tal cual era, y lo demostró democratizando paulatinamente la estructura feudal que, como pueblo de origen carolingio, tuvo en sus comienzos; y tanto es asi que incluso en los usatges, código feudal, se declaran fuera de ley los excesos del feudalismo y se estructura la constitución política y social de la naciente nacionalidad, hasta el punto de que ellos han podido ser calificados de Carta constitucional de nuestra tierra, el monumento más antiguo y esencial del Derecho público catalán, dictado más de un siglo antes que la Carta Magna de los ingleses.
»En sus relaciones políticas con los países que formaron parte de los dominios de sus monarcas catalanes, existió siempre un espíritu de respeto hacia la libertad de estos pueblos, hasta el punto que o bien constituyeron reinos con vida completamente autónoma o llegaron hasta crear reinos con plena independencia.
»Es digno de hacer notar el hecho de que mientras tuvimos monarcas catalanes, los soberanos y el pueblo marcharon al unísono, como pocas veces se ha visto en la historia; de manera que, hasta alguno de ellos, como Pedro el Ceremonioso, que luchó con los aragoneses y los valencianos, tuvo en todas sus empresas el soporte de Cataluña, que calificó de tierra bendita, poblada de lealtad. Y las hermosas palabras de Martín el Humano, en las Cortes de Pamplona, de 1406, como otras de Pedro el Ceremonioso, nos dan aún una medida de cómo estaba Cataluña iluminada de liberalidad.
»¿Qué pueblo -decía- hay en el mundo que sea así, tan franco de libertades ni que sea tan liberal como vosotros? Y es precisamente por una torcida obsesión legalista por lo que se llega a la sentencia de Caspe, a la proscripción de la dinastía catalana de Jaime de Urgel y a la entronización de la dinastía castellana.
»Este es, señores diputados, como todos sabéis, el punto de partida de la pugna, que duró siglos, entre el Poder real y ei pueblo catalán, pugna que empieza a dibujarse al ver los catalanes que los reyes castellanos los trataban como súbditos, ellos que siempre se habían considerado como iguales, ya que el príncipe lo era porque así lo querían todos los catalanes, que por esta sola consideración de derecho eran libres; pugna que se inició en tiempos de Fernando de Antequera y que subsiste en tiempos de Alfonso el Magnánimo, que estalla con toda violencia en tiempos de Juan II con una guerra que dura más de diez años; que encuentra su instante más amansado en la política de Fernando el Católico y alcanza después su máximo desbordamiento en la guerra de los segadores y en la guerra contra Felipe I, que marca el fin de la libertad de Cataluña con la victoria del absolutismo filipista y que llega al último Borbón español.
»Dos siglos han transcurrido desde el decreto de Nueva Planta, sin que se haya reparado este crimen contra nuestra tierra; antes bien, se han acentuado la persecución; las vejaciones y las limitaciones, principalmente en el aspecto ling|ístico y cultural, donde hemos visto prohibida la lengua catalana de las escuelas maternales y de los estudios superiores y universitarios. Y en nuestros tiempos coinciden en esta persecución los partidos conservadores con los partidos que se decían liberales. En ninguno de ellos encuentra Cataluña el espíritu de justicia. Y huelga decir que mucho menos lo encuentra en los Gobiernos dictatoriales, que llevan su intransigencia hasta prohibir la plegaria en lengua materna, que juntamente con la prohibición de usarla para la enseñanza de nuestros hijos constituye el mayor atentado que puede perpetrarse contra un pueblo.
»Por eso os decía, señores diputados, que Cataluña, por su carácter liberal y democrático, no podía entenderse nunca, ni siquiera pactar, con la dinastía, que representaba el obstáculo tradicional de nuestras reivindicaciones. Y para hacer desaparecer este obstáculo ha luchado Cataluña entera, aquí, en las Cortes y más allá de las fronteras, y en nuestra empresa hemos visto cómo se agrupaban gentes de otras tierras hispánicas, porque la dinastía que hemos derribado no se contentaba con tener los sentimientos de Cataluña bajo su tiranía, sino que incluso llegó a imponer su despotismo a Castilla, ahogando las voces más nobles y de más encendido patriotismo.
»Este estado de cosas nos llevó a la reunión de San Sebastián, donde quedó sellado el pacto para llevar la libertad a todos los pueblos de la Península. Lo que todo el mundo había dicho que no podría lograrse sino con una revolución sangrienta, acontece por la voluntad popular cívicamente manifestada en las elecciones del 12 de abril. En Cataluña, el triunfo de los antidinásticos fué tan abrumador que dos días después, en este histórico salón, proclamé, por la voluntad del pueblo, la República catalana, como Gobierno integrante de la República que pocas horas después se propagaba por tierras de España.
»El cumplimiento del pacto de San Sebastián era, señores diputados, y ahora es, que las Cortes aceptasen el estado de hecho que se había creado en Cataluña, y, fieles a nuestra palabra, convinimos con los tres ministros que, representando al Gobierno español, vinieron a parlamentar con nosotros, que nuestro Gobierno, durante el período transitorio, se llamaría de la Generalidad de Cataluña, y que inmediatamente nos serían otorgadas algunas Delegaciones como un anticipo de más amplias concesiones. Las de enseñanza, como todos sabéis, han sido iniciadas con el decreto que concede a nuestros hijos el derecho a ser enseñados en lengua materna, y por el otro, relativo a las cátedras en catalán.
»En cuanto a las otras Delegaciones, especialmente en materias económicas y de trabajo, aquella buena disposición no ha tenido aún plena realización, si bien esto no nos ha impedido intervenir en los conflictos planteados con el espíritu de justicia y equidad y amor a los trabajadores que ha guiado siempre nuestros actos, y hemos alcanzado la confianza y la simpatía que ha inspirado a patronos y obreros nuestro gesto generoso, ya que, desde la proclamación de la República, Cataluña no ha visto perturbada su vida de trabajo.
»Finalmente, la Generalidad, con objeto de constituir la Asamblea que junto con su Gobierno ha de redactar el Estatuto de Cataluña, ha convocado elecciones por el único procedimiento que permitía la perentoriedad del tiempo de que se dispone, y estas elecciones os han traido al altísimo lugar que ostentáis en este sitio. Estáis en este Palacio, saturado de historia patria, en representación del pueblo de Cataluña; sois Cataluña misma, que, viva y palpitante, emocionada de poder expresar sin trabas su pensamiento, dirá aquí cuál es su voluntad, que habremos de acatar todos, yo el primero, así que se haya obtenido la ratificación que representa el plebiscito de Ayuntamientos y el «referéndum» popular que se sucederá. Y este acatamiento debe ser, a la vez, una aceptación y una promesa de defender lo que habremos de presentar como expresión sincera de la voluntad de nuestro pueblo.
»Señores diputados: Siento vibrar en mí la emoción de este momento, en que he de callar para que vosotros habléis, para que hable la voz que está por encima de todos: la voz de nuestro pueblo. Os dejo, pues, para que recomencéis la tarea que os ha sido confiada; para que la realicéis con toda libertad. Unicamente me atrevería a pediros, si no conociese suficientemente cuál es vuestra convicción, que os inspiréis en vuestras decisiones en el amor que todo hombre debe tener por los demás hombres, en la cordialidad que todo pueblo ha de sentir hacia los demas pueblos. Y esta cordialidad que os pido, y que estoy seguro que tendréis, ha de hacerse más patente en estos momentos, en que, por estar trabajando en carne viva, tanto Cataluña como las demás tierras ibéricas, la sensibilidad está morbosamente agudizada, aunque esto no quiere decir que las manifestaciones que hagamos no hayan de reflejar nuestra voluntad de que nos sea reconocido y respetado lo que de derecho nos corresponde.
»No precisa, pues, que esta cordialidad sea objeto de un artículo, ni tan sólo de un párrafo, del Estatuto que habéis de redactar.
»Creo que será suficiente que saturéis vuestra obra de una atmósfera de comprensión para nuestros hermanos de allende el Ebro -a los cuales me place desde este sitio y en este acto dirigir mi salutación mas ferviente-, que les digáis que si bien hemos hecho un largo camino juntos por los yermos y los acantilados de la Historia, en medio de los cuales muchas veces nos hemos detenido a discutir nuestras disensiones, hemos llegado ya a la tierra de promisión adonde juntos nos dirigimos; pero desde este momento cada uno ha de edificar en el valle ubérrimo que nos ofrece la libertad conquistada el edificio que ha de habitar según los gustos propios, con una arquitectura peculiar y una distribución interior adecuada a las necesidades de los moradores.
»Precisa, en fin, decir bien claramente cual es nuestra voluntad para que no sea tergiversada, y esto lo tendremos procurando no dar en la estructuración escrita del Estatuto ni un paso atrás, y en esta actitud tendréis a vuestro lado a todos los catalanes, porque no babrá ninguno que se atreva a negarse a defender la voluntad del país, ya que no se trata de fijar una forma de Gobierno en la cual pueden producirse discrepancias, sino que nuestro gesto es la reclamación que presenta un pueblo para que le sea devuelta la soberanía de que se le desposeyo. Y decir bien alto que, una vez obtenida la satisfacción que Cataluña unánime pide, el estímulo eminente de nuestros actos no ha de ser otro que el de contribuir a instaurar una Confederación ibérica, en la cual las diversas energías del país sean exaltadas y aprovechadas, puesto que únicamente así se creará y solidificará la grandeza de la República.
»Señores diputados de la Generalidad: Me despido de vosotros con estas palabras finales. Pensad que la obra que habéis de realizar juntamente con el Gobierno representará la voluntad decisiva de nuestra tierra; que ella ha de ser la base del Código que ha de regir sus destinos; que será el vehículo de su prosperidad, y por ella podrá colaborar a la de los demás pueblos hermanos. Trabajad, por tanto, con el entusiasmo que contagia el patriotismo más puro. Escuchad en vuestro interior la voz profunda del buen juicio racial. Que vuestra labor sea expresión viviente de las aspiraciones seculares de nuestra Cataluña, para que podamos hacer de ella una patria liberal, democrática y socialmente justa.»
Terminada la lectura del anterior mensaje, que ha sido escuchada con suma atención, el señor Maciá abandonó el salón con el mismo ceremonial que a la entrada y en medio de ovaciones clamorosas de los diputados y del público.
Inmediatamente después se levantó la sesión. (Febus.)



Una nota del Gobierno
El pacto de San Sebastián y el mensaje del señor Maciá.- Después del Consejo, el ministro de Instrucción pública leyó a los periodistas la siguiente nota:

«Con motivo del mensaje del señor Maciá ante la Asamblea de la Generalidad, el Gobierno, resuelto a cumplir con lealtad de conducta y amplitud de criterio el pacto de San Sebastián, recuerda y declara una vez más que lo allí convenido no era ni podía ser la aceptación ciega de situaciones futuras de hecho totalmente imposibles de prever, y sí el compromiso de presentar a la deliberación de las Cortes Constituyentes, cuyo poder soberano nadie podía limitar, el proyecto de Estatuto expresión genuina y contrastada de la voluntad popular de Cataluña o de cualquiera otra región.

»En cuanto a la afirmación de que hayan existido compromisos no cumplidos por parte de algunos ministerios, importa declarar que no hubo compromiso alguno de Gobierno olvidado, y sí la declaración personal y colectiva de predisposiciones favorables de ánimo que se han ido traduciendo en las medidas que el mismo señor Maciá reconoce.»