MANIFESTACIONES DE LA
INFLUENCIA SOVIÉTICA
El Frente Popular
español —creado por la Internacional de Moscú, por cuyo encargo se ocupó al
agitador Bela Kun, en abril de 1936, de explorar el ambiente político de España
y, sobre todo, de Barcelona—, no dejó de estar al servicio de aquélla en ningún
momento, sin que el influjo soviético fuera debilitándose durante el curso de
la lucha civil.
Por el contrario, esta influencia fué cada vez más fuerte y, ya al final de la guerra, el Gobierno del Dr. Negrín es sólo un eco de la voluntad de la Central Comunista, hasta el punto de suscitar en el propio seno del Ejército de la República el golpe de mano del Comandante Segismundo Casado, que en marzo de 1939 liquidó a la dictadura comunista de Negrín, que persistía en imponer a la zona todavía sometida a su dominio el sacrificio de una resistencia desesperada y estéril.
Por el contrario, esta influencia fué cada vez más fuerte y, ya al final de la guerra, el Gobierno del Dr. Negrín es sólo un eco de la voluntad de la Central Comunista, hasta el punto de suscitar en el propio seno del Ejército de la República el golpe de mano del Comandante Segismundo Casado, que en marzo de 1939 liquidó a la dictadura comunista de Negrín, que persistía en imponer a la zona todavía sometida a su dominio el sacrificio de una resistencia desesperada y estéril.
Todos los aspectos de
la vida pública en el territorio marxista acusan esta preponderancia soviética:
No se trata solamente de la política, general, de la Prensa, subvencionada o
sumisa, ni del llamado Ejército popular, sujeto primero a los Comités rojos, y
después a un instrumento de opresión tan implacable como el Comisariado
político y vigilado por la Misión Militar Soviética —cuya Delegación en Madrid,
instalada personalmente por Indalecio Prieto en el Hotel Gaylord durante el año
1937, recibe el nombre de «Estado Mayor Amigo»—. Es también la Hacienda
pública, que envía a la U. R. S. S. gran parte de las reservas oro del Banco de
España, que son descargadas en el puerto de Odesa.
La intrusión del
comunismo soviético en la España republicana se advierte de un modo muy
especial en la organización del terror y en las actividades de la Policía :
Unos delegados de la
G. P. U., que se hacen llamar camaradas Coto, Pancho y Leo, secundados por un
individuo que usaba el nombre de José Ocampo y varias mujeres intérpretes,
instalados todos ellos en el Hotel Gaylord, de la calle de Alfonso XI,
requisado por el «Estado Mayor Amigo», orientan durante el año 1937 las
actividades de la Policía marxista madrileña, cuyos Centros visita asiduamente,
prescribiéndoles una técnica determinada de investigación y haciéndoles poner
en juego la peculiar táctica bolchevique de infiltración y provocación entre
los elementos sopechosos, para hallar de este modo pretexto para la aplicación
de medidas represivas de la máxima dureza. Además de la Policía común,
dependiente de la Dirección General de Seguridad, se encuentra también sometida
a la G. P. U. la Policía política creada por el Ministerio de la Gobernación
con la denominación de D. E. D. I. D. E. (Departamento Especial de Información
del Estado), incorporada más adelante, en 1938, al S. I. M. (Servicio de
Información Militar). El D. E. D. I. D. E. de Madrid comienza a funcionar en
1937, bajo la tutela de los agentes soviéticos que acudían a la Prisión de San
Lorenzo, por entonces asignada a dicho D. E. D. I. D. E., para dirigir los
interrogatorios de los detenidos, cuyas revelaciones trataban de arrancar por
medio de toda clase de violencias.
Una extranjera que se
hacía apellidar Gilbert, era conocida en Barcelona como enlace del Cónsul
general soviético, Owscenkco, para la transmisión de órdenes, durante los
primeros meses de los sucesos revolucionarios, a un determinado grupo de
«checas».
D. Antonio Gutiérrez
Mantecón, que estuvo detenido en la mencionada Prisión de San Lorenzo, en
diciembre de 1937, manifiesta en declaración obrante al folio 201 del Ramo
número 37 de la Pieza número 4 («Checas») de la Causa General de Madrid, lo
siguiente : « ... fué ingresado en la Prisión de San Lorenzo, perteneciente
entonces al Departamento Especial del Estado (D. E. D. I. D. E.)... Fué víctima
de toda clase de malos tratos y de obra y de amenazas, siendo golpeado con
vergajos por los agentes interrogadores... Dirigía los interrogatorios un ruso
alto, fuerte, de cara ancha, con pelo rubio, ondulado y peinado hacia atrás,
que iba vestido con gabardina y una boina. Este sujeto, que ejercía autoridad
plena en la prisión, siendo considerado como jefe de la Brigada, apenas hablaba
castellano y se servía de una intérprete española de unos veinticinco años, que
vestía camisa roja con corbata roja, y que se distinguía en los, malos tratos,
siendo la que concretamente indicó que al declarante había que atarlo,
desnudarlo y meterle en la «cámara», que era una celda muy fría en los sótanos,
empleada para castigo; también ordenaba que se golpease al declarante, como única
manera de obligarle a confesar... Entre otros malos tratos sufridos en la checa
de San Lorenzo, el declarante fué martirizado con duchas de agua helada, por la
noche, en la misma celda del sótano y en pleno invierno; se trataba de cortarle
la lengua con unos alicates por negarse a declarar y se le sometía
constantemente a palizas, de las que todavía conserva huellas...»
También en Valencia,
las crueles «checas» del D. E. D. I. D. E. son dirigidas de acuerdo con agentes
rusos masculinos y femeninos.
La Delegación de la
G. P. U. en Madrid, de acuerdo con el Partido Comunista español, al servicio de
Moscú, y con las autoridades del Frente Popular, logró cumplir la consigna de
asestar el golpe decisivo al P. O. U. M. (Partido Obrero de Unificación Marxista),
fracción disidente del comunismo oficial y afecto a la política de Trotski.
Desde el principio de la lucha civil española, el P. O. U. M. intervino en la
misma al lado del Frente Popular, rivalizando en sus crímenes con los demás
grupos subversivos. De nada sirvió al P. O. U. M. esta cooperación prestada a
la causa roja: La Policía del Frente Popular, al dictado de la G. P. U, se
aprestó a estampar en un simple plano de Madrid, encontrado en poder del
Arquitecto D. Javier Fernández Golfín (fusilado luego con otras víctimas en
Barcelona), un texto apócrifo de escritura en tinta simpática, que fué revelado
por la propia Policía y presentado como prueba de un pretendido acuerdo entre
el P. O. U. M. y el Mando nacional. El P. O. U. M. quedó disuelto; sus miembros
más destacados fueron encarcelados y sometidos a proceso por alta traición y el
Jefe de dicho Partido trotskista, Andrés Nin, fué detenido en Barcelona, con
intervención de la G. P. U., y trasladado a Alcalá de Henares (Madrid), de
donde desapareció, ignorándose si fué asesinado inmediatamente o conducido a
Rusia.
El Agente de la
Policía roja, Javier Jiménez Martín, que por orden de sus jefes formó parte del
grupo enviado desde Madrid a Barcelona para hacerse cargo de Andrés Nin y
trasladarlo a la capital, hace las siguientes manifestaciones, obrantes al
folio 252 de los mismos Ramo y Pieza de la Causa General de Madrid : « ... Que
ingresó en la Policía a fines de agosto de 1936... y que a fines del verano del
mismo año fué destinado a la Sección de Policía que prestaba servicio en la
Embajada rusa, para vigilancia de la misma, instalada a la sazón en el Hotel
Alfonso, si bien a los pocos días de incorporarse el declarante a este destino,
la Embajada se trasladó al Hotel Palace... Ocupaba la Embajada un ala de la
primera planta del Hotel Palace... Oyó decir que el coche del Embajador..., que
cree recordar era un «Studebaker», le había sido proporcionado a Rosemberg por
el Partido Socialista, y según impresión del declarante, tanto este coche como
todos los demás al servicio del personal soviético, era procedente de la
requisa que hasta entonces habían llevado a cabo las milicias... Rosemberg
desapareció de Madrid al aproximarse las Fuerzas nacionales. En cuanto al
servicio llevado a cabo por la Policía roja contra la organización trotskista
llamada P. O. U. M., tiene que manifestar: Que en los primeros días de julio,
después del 4... y antes del (¿)ro, el declarante, al llegar un día a la
Brigada, instalada en Castellana, número 19, recibió orden de estar preparado
para salir inmediatamente a realizar un ser-vicio fuera de Madrid, con destino
desconocido. En un coche subieron José, Valentí y Rosell, y en el otro los
Agentes rojos De Buen, Aguirre, Ramallo y el declarante. Antes de salir de
Madrid se dirigieron primero a la Comisaría General, donde entraron los tres
jefes, saliendo poco tiempo y marchando seguidamente todos al Hotel Gaylord,
residencia del grupo ruso, y allí volvieron a entrar los jefes, y al rato,
hicieron entrar a los agentes y les dieron un bocadillo. Salieron para
Valencia, donde fueron directamente a la Embajada rusa, instalada en el Hotel
Metropol, y al día siguiente, después de pasar por la Dirección General de
Seguridad, salieron para Barcelona... A su llegada a Barcelona fueron también directamente
a la residencia diplomática rusa, instalada cerca de la Plaza de Cataluña, cree
que en el Paseo de Gracia. Al siguiente día de llegar a Barcelona, según cree,
se enteraron de que el motivo del viaje era una redada que pensaba hacerse
contra la gente del P. O. U. M., a lo que el declarante no dió gran
importancia, puesto que entendía que las dos ramas comunistas se llevaban poco
y que lo único que ocurría era que la más fuerte aplastaba a la más débil, sin
que nunca llegara a creer como cierta la versión de que la gente del P. O. U.
M. se dedicaba al espionaje y estaba en contacto con los nacionales. Valenti
instaló un despacho en la Jefatura Superior de Policía y allí fueron llevándose
los detenidos, siendo el declarante uno de los encargados del asalto a la
Redacción de «La Batalla», donde fueron encañonados y detenidos los elementos
trotskistas, que no pudieron escapar... El Jefe del P. O. U. M, Andrés Nin, fué
trasladado a Madrid, haciéndose cargo de esta misión José, Rosell, Urrésola
(Andrés) y no sabe si también Ramallo. Ignora lo que ocurriera después, si bien
al volver a Madrid oyó versiones según las cuales Nin había sido llevado a
Alcalá de Henares, habiendo desaparecido después. Desde este momento de la
salida de José de Barcelona, el declarante no ha vuelto a verle ni a saber nada
de este individuo, que desapareció de la «escena».
Y el Abogado Gregorio
Peces Barba del Brío, nombrado por el Gobierno rojo Fiscal, por razón de cuyo
cargo intervino en las actuaciones que, como pura fórmula, se instruyeron con
motivo de la desaparición de Andrés Nin, después de relatar, en declaración
prestada ante la Causa General de Madrid, las incidencias del sumario y las
coacciones que, como Fiscal, sufrió para que no se descubriese la verdad de lo
ocurrido, consigna las siguientes conclusiones deducidas de las diligencias
instruídas:
1ª. El procedimiento
se instruyó por el deseo del Ministro de Justicia, Irujo, de salir al paso de
la campaña de Prensa, que tenía unos caracteres alarmantes; pero con el propósito
no confesado de los elementos comunistas del Consejo de Ministros y otros del
mismo afines a ellos, de suspender la tramitación del mismo, cuando el Juzgado,
por haber tenido éxito en sus diligencias, pudiera esclarecer la verdad de los
hechos.
2ª. El momento de
suspender la tramitación del sumario llegó cuando estos elementos comprendieron
que detenidos David Vázquez Baldominos, Fernando Valentí, Rosell, Uceda y
otros, que habían servido de instrumentos para la ejecución del hecho, pudieran
hablar con toda claridad.
3ª. Los elementos
comunistas y afines del Consejo de Ministros, en esta cuestión de la
desaparición de Andrés Nin, estaban mediatizados por las indicaciones del
Partido Comunista de España, pues ellos, personalmente, no deberían tener interés
alguno en lo relativo a la averiguación de las causas de la desaparición de
Andrés Nin, y que este interés era exclusivamente interés de Partido. Por otra
parte, es preciso hacer observar que el Partido Comunista Español es
simplemente una Sección de la III Internacional, que sabe el declarante que
estableció en Madrid durante la guerra, su representación diplomática y
oficiosa, establecida en el Hotel Gaylord, y de la cual, como tal Sección,
recibía órdenes e instrucciones.
4ª. Como manifiesta
anteriormente, cree que Andrés Nin no fue ejecutado en España.
La maniobra soviética
contra el P. O. U. M. provocó serios revuelos en el seno del Frente Popular y,
entre otras protestas, el Comité Regional del Centro de las juventudes
Libertarias, en un manifiesto que alcanzó gran difusión —cuyo ejemplar obra en
la Causa General de Madrid—, expresa, entre otras acusaciones contra el
Delegado de Orden Público de Madrid, José Cazorla, afecto al comunismo : « ...
cuando hace algunos meses daba la nota de que se había incautado de la emisora
y del periódico del P. O. U. M. por considerarles desafectos al régimen, no
hacía otra cosa que cumplir las órdenes del Partido Comunista. Con los
camaradas del P. O. U. M. llegó hasta a practicar el crimen, envolviéndole en
la impunidad de su cargo... Cientos de trabajadores honrados han sido apaleados
y maltratados en las cárceles clandestinas. Cárceles que las controla el
Partido Comunista para que el señorito Cazorla pueda satisfacer sus instintos
dantescos. Todo esto lo conoce el pueblo de Madrid, quien viene soportando esta
ola de terror conjunta con el heroísmo de los frentes. Sin embargo, ha
soportado el crimen en silencio, para no perjudicar la marcha de las
operaciones. Cosa que sabía el Delegado de Orden Público y abusaba de la
situación... Es necesario que todo el pueblo de Madrid conozca que Cazorla es
el asesino de los trabajadores y el que ha organizado la «checa» para impedir
que los trabajadores honrados sean revolucionarios.»
En el correspondiente
anexo se inserta fotocopia de un documento que acredita la injerencia soviética
en la Administración de justicia en Barcelona.
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