Capítulo V
PERSECUCIÓN RELIGIOSA
«ESPAÑA HA DEJADO DE SER CATOLICA» (Palabras
pronunciadas por D. Manuel Azaña en el año 1931)
La Constitución de la
República, instaurada en España el 14 de abril de 1931, establecía el principio
de libertad de conciencia en su artículo 27, garantizando el derecho de
profesar y practicar libremente cualquier religión; pero el Gobierno
republicano, lejos de prestar aquella garantía, permite que las turbas,
instigadas por poderes ocultos, celebren el cambio de régimen con agresiones a
la religión católica, traducidas en asaltos a conventos, cuyos hechos comenzaron
a realizarse el mes de mayo de 1931, siendo los primeros que sufren las
consecuencias de estos ataques el Convento de las Maravillas, el de las
Mercedes, el de los Padres Carmelitas de la Plaza de España, el de los Sagrados
Corazones de la calle del Tutor, todos ellos de Madrid, y otros muchos de
provincias.
El Gobierno de la
República, en enero de 1932, acogiéndose a la Regla 1ª del artículo 26 de la
Constitución, que autorizaba la disolución de las Ordenes Religiosas que por
sus actividades constituyeran un peligro para la seguridad del Estado, disuelve
la Compañía de Jesús y se incauta de sus bienes; la Casa Profesa de Isabel la
Católica, la Iglesia de la calle de la Flor, el Colegio de Areneros y otros
varios templos y edificios de la Compañía de Jesús habían sido con anterioridad
arruinados por los incendios o asaltados por las turbas.
Celebradas las
elecciones del 16 de febrero de 1936 y triunfante el Frente Popular, continúa
la labor destructora, y en marzo siguiente es incendiada la Parroquia del
Salvador (documento número 1); en mayo es colocada una bomba por elementos
desconocidos en la Parroquia de San Miguel, y al estallar el artefacto ocasiona
serios daños. El día 13 del mismo mes perecen bajo la acción de las llamas la
Iglesia de San Luis (a poca distancia del despacho oficial del Ministro de la
Gobernación), de la cual apenas pudieron salvarse algunos vasos sagrados
(documentos números 2 y 3) y la Iglesia de San Ignacio; y el 19 de junio del
mismo año, después de saqueada la Parroquia de San Andrés, la rociaron con
gasolina, prendiéndola fuego (documento número 4). Estos hechos se realizan en
presencia de los Agentes de la Autoridad, que observan actitud de espectadores,
sin hacer nada por impedir la realización de tales delitos; registrándose, al
mismo tiempo que en Madrid, numerosos desmanes análogos en diversas provincias,
donde fueron incendiadas más de trescientas iglesias, cuyos hechos fueron todos
ellos denunciados por el Diputado Sr. CALVO SOTELO en el Parla-mento, poco
tiempo antes de ser asesinado (documento núm. 5).
A partir del 18 de
julio de 1936 es cuando la "persecución religiosa" adquiere su máxima
intensidad, pues los grupos marxistas, bien armados se lanzan contra los
templos y monasterios dispuestos a exterminar a sacerdotes y religiosos, siendo
los aspectos principales de aquella persecución los siguientes:
A) Asaltos a iglesias
y conventos.
En los primeros días
que siguieron al 18 de julio de 1936, son invadidos por las turbas rojas todos
los templos y conventos, tanto en Madrid como en su provincia y resto de la
zona marxista, consistiendo por regla general el procedimiento de invasión en
el acordonamiento de los edificios y calles adyacentes a los mismos, por
nutridos grupos de forajidos que penetran en los recintos sagrados, haciendo
fuego con sus armas, sacando detenidos a los sacerdotes, religiosos o
religiosas que encuentran. En otros casos, como justificación de sus desmanes,
las milicias simulan haber sido agredidas por los religiosos; tal ocurrió en el
Convento de Padres Agustinos de la calle de Valverde, que fue atacado a tiros
después de haber sido arrojadas desde la calle al interior del edificio
cápsulas, disparadas, de fusil, siendo acusados los moradores de hacer fuego
sobre las milicias, que penetraron violentamente en el convento, llevándose
detenidos a todos los Padres Agustinos que allí había.
B) Detenciones y
asesinatos.
La consigna marxista
de detener y asesinar a los Ministros de la religión católica fue cumplida con
tal precisión, que en la primera semana siguiente al 18 de julio caen por Dios
y por España multitud de religiosos y todos los sacerdotes que a la sazón
regentaban parroquias o ejercían su ministerio y que no pudieron ocultarse;
bastando la mera sospecha de tratarse de un sacerdote para llevar a efecto el
crimen, como en el caso del seglar D. Anselmo Pascual López, que fue hallado
muerto en la carretera de El Pardo, con varias heridas causadas por arma de
fuego y un letrero sobre el cadáver que decía : "Muerto por ser
cura", siendo así que se trataba de un señor de profesión comerciante, de
estado casado con doña Isidora Morón Machín, quien denunció este hecho a las
Autoridades Nacionales después de la liberación de Madrid, añadiendo que su
citado esposo era portador de unas dos mil cien pesetas, que le fueron robadas.
Sucumben desde las altas personalidades eclesiásticas hasta los más humildes
sacerdotes:
1.—Obispos.
El Excmo. e Ilmo. Sr.
Obispo de Jaén, D. Manuel Basulto Jiménez, fue traído de aquella ciudad para
ser asesinado en el lugar conocido con el nombre de «Pozo del Tío Raimundo»,
próximo al Cerro de Santa Catalina, del término de Vallecas (Madrid), en unión
de su hermana y del Deán y Vicario General de aquella Diócesis, D. Félix Pérez
Portela. Las expresadas víctimas, juntamente con unos doscientos detenidos de
aquella provincia, bajo pretexto de ser trasladados a la Prisión de Alcalá de
Henares, fueron conducidas a un tren especial que sobre las once de la noche
del día i1 de Agosto de 1936 salió de Jaén custodiado por fuerza armada, siendo
en el trayecto constante-mente vejados por las turbas que esperaban en las
estaciones de paso y que los insultaban y apedreaban, llegando el convoy a
Villaverde (Madrid), donde fue detenido por los marxistas, que con gran
insistencia pedían les fueran entregados los presos para asesinarlos. El Jefe
de la fuerza que venía custodiando a los detenidos habló entonces por teléfono
con el Ministro de la Gobernación rojo, y el resultado de la conferencia fue
retirar las fuerzas mencionadas, dejando en poder de la chusma a los ocupantes
del tren, que fue desviado de su trayectoria a Madrid y llevado a una vía o
ramal de circunvalación hasta las inmediaciones del lugar ya mencionado del
«Pozo del Tío Raimundo». Rápidamente empezaron los criminales a hacer bajar del
tren tandas de presos, que eran colocados junto a un terraplén y frente a tres
ametralladoras, siendo asesinados el Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo y el Vicario
General D. Félix Pérez Portela. La hermana del Sr. Obispo, que era la única
persona del sexo femenino de la expedición, llamada doña Teresa Basulto
Jiménez, fue asesinada individualmente por una miliciana que se brindó a
realizarlo, llamada Josefa Coso (a) «La Pecosa», que disparó su pistola sobre
la mencionada señora, ocasionándola la muerte; continuando la matanza a
mansalva del resto de los detenidos, siendo presenciado este espectáculo por
unas dos mil personas, que hacían ostensible su alegría con enorme vocerío.
Estos asesinatos, que comenzaron en las primeras horas de la mañana del 12 de agosto
de 1936, fueron seguidos del despojo de los cadáveres de las víctimas,
efectuado por la multitud y por las milicias, que se apoderaron de cuantos
objetos tuvieran algún valor, cometiendo actos de profanación y escarnio y
llevando parte del producto de la rapiña al local del Comité de Sangre de
Vallecas, cuyos dirigentes fueron, con otros, los máximos responsables del
crimen relatado.
El Excmo. e Ilmo. Sr.
Obispo de Lérida, Reverendo Padre Silvio Huix Miralpeix, nació en Vellors
(Gerona) en 1877, y en 1927 fue nombrado
Obispo de Ibiza, donde fundó diversas obras piadosas y benéficas y creó un
colegio para niñas, siendo nombrado Obispo de Lérida en 1935. A los pocos días
de haber comenzado el Movimiento, el Prelado se presentó voluntariamente a un
puesto de la Guardia Civil, con el fin de obtener el amparo de las fuerzas de
este Instituto y ser conducido a la cárcel, como medio de evitar su seguro
asesinato, dada su condición sacerdotal, y movido también por el deseo de
evitar riesgos a las familias que hasta entonces le habían escondido.
Trasladado a la cárcel, el día 5 de agosto de 1936, se presentó en la misma el
Sargento de Asalto Venancio Crespo, a la cabeza de un grupo de milicianos y
guardias, siendo portador de una orden de la Comisaría de Orden Público o del
Comité de Salud Pública, para la conducción a Barcelona del Obispo de Lérida y
de veintiún presos más; al llegar a las proximidades del cementerio paró el
camión, siendo fusilados los detenidos por un piquete de milicianos que, al
parecer, aguardaban en aquel lugar; como los demás Palacios Episcopales de
España, el de Lérida había sido asaltado y saqueado desde el primer momento por
los milicianos y turbas de extremistas.
El Excmo. Sr. D.
Miguel Serra Sucarrats, que contaba al morir sesenta y nueve años de edad,
había nacido en Olot (Gerona), habiéndose posesionado de la Diócesis de Segorbe
el día 25 de junio de 1936. El día 22 de julio del mismo año, triunfante en la
ciudad la subversión roja, el prelado se vio obligado a abandonar el Palacio Episcopal
con su hermano y mayordomo el Canónigo D. Carlos y sus dos hermanas doña María
y doña Dolores, para refugiarse en una casa particular de una familia piadosa,
donde por elementos desconocidos fueron detenidos el 27 del mismo mes el Obispo
y su hermano y conducidos a la cárcel; ese mismo día los milicianos y las
turbas asaltaron el Palacio Episcopal y profanaron la Catedral y demás templos
de Segorbe, así como algunas tumbas, robando objetos del culto e incendiando
archivos. El Obispo y su hermano conservaron sus ropas talares en la cárcel, de
cuya custodia se encargaron las milicias de la llamada «Guardia Roja», de
Segorbe, a las órdenes del Comité revolucionario. A las tres de la madrugada
del 9 de agosto de 1936, por la patrulla del partido de Izquierda Republicana,
intitulada «La Desesperada», fueron sacados de la cárcel el Obispo y su
hermano, así como el Ilmo. Sr. Vicario General D. Marcelino Blasco Palomar y
los religiosos Fray Vicente Sauch, de la Orden Carmelita, y Fray José María
Juan Balaguer y Fray Domingo García Ferrando, franciscanos, y asesinados todos
ellos en la carretera de Algar, a siete kilómetros del pueblo de Vall de Uxó;
al ser identificado el cadáver del Obispo, conservaba sus hábitos talares y
llevaba al pecho sus medallas y relicarios.
El Excmo. e Ilmo. Sr.
Obispo de Teruel, Fray Anselmo Polanco y Fontecha, permaneció en la capital
asediada por los rojos, en la que no quiso interrumpir su sagrado ministerio,
no obstante las advertencias del peligro que corría; fue hecho prisionero al
caer la ciudad en poder de las milicias marxistas en enero de 1938, ingresando
en el Penal de San Miguel de los Reyes, de Valencia, de donde fue trasladado a
Barcelona el 17 de enero del mismo año 1938. El 16 de enero de 1939, ante el
avance de las tropas nacionales, fue trasladado varias veces de prisión dentro
de Cataluña, en marchas penosísimas a pie, hasta que en la mañana del 7 de
febrero de 1939 fue sacado de la prisión de Pont de Molíns por treinta
milicianos que, al mando de un Teniente y un Comisario político, se hicieron
cargo de los prisioneros de Teruel y, entre ellos, del Prelado, y después de
desvalijarles y maniatarles, los sacaron de la prisión atados de dos en dos. Al
Sr. Obispo lo sacaron atado con otro preso, y conducidos los detenidos al
barranco llamado Can Tretze, a unos mil doscientos metros de Pont de Molíns,
fueron todos ellos asesinados, rociando los milicianos los cadáveres con
gasolina, a la que prendieron fuego, y abandonándolos insepultos hasta que,
ocho días después, fueron descubiertos e inhumados por las victoriosas tropas
nacionales. Fray Anselmo Polanco, que contaba al morir cincuenta y seis años,
había realizado una campaña misional muy activa en Filipinas y había verificado
varios viajes a América del Norte y a América del Sur, posesionándose de la
Diócesis de Teruel y de la Administración apostólica de la de Albarracín el 8
de octubre de 1935.
El Ilmo. Sr. Obispo
titular de Urea en Epiro y administrador apostólico de la Diócesis de
Barbastro, D. Florencio Asensio Barroso, fue detenido por los milicianos rojos
de Barbastro el 19 de julio de 1936, y después de prestar declaración los días
4 y 8 de agosto en el Ayuntamiento y ante el Comité rojo, fue trasladado a la
cárcel y extraído de la misma al día siguiente para ser fusilado en la
carretera de Sariñena; trasladado su cuerpo al cementerio y arrojado sobre una
fosa en unión de un montón de cadáveres, se descubrió que todavía vivía, por lo
que fue rematado de un tiro; de rumor público, que aún no ha podido ser
comprobado judicialmente, se sabe que fue sometido, antes de su muerte, a
terribles mutilaciones. El Dr. D. Florencio Asenjo Barroso, que contaba al
morir sesenta años de edad, había sido Confesor del Seminario de Valladolid y
Director espiritual del Sindicato de Obreras Católicas, habiendo tomado
posesión de la Diócesis de Barbastro en abril de 1936.
El Obispo auxiliar de
la Archidiócesis de Tarragona, ilustrísimo Sr. Dr. D. Manuel Borrás Ferrer, fue
detenido en el Monasterio de Poblet, donde se ocultó para librarse de la furia
roja, por el Comité de Guerra de Vimbodí, el 24 de julio de 1936, siendo
trasladado a la Cárcel de Montblanch, de donde fue sacado por el mismo Comité
en una camioneta y llevado al lugar conocido por «Cap Magre», donde fue
asesinado el 12 de agosto de 1936. Una vecina del barrio de Lilla vió el
cadáver del Sr. Obispo en el cementerio de dicho pueblo, desnudo, con señales
de haber sido quemado y faltándole el antebrazo izquierdo, apareciendo el
cadáver completamente magullado.
El Obispo de Barcelona,
Dr. Manuel Irurita Almandoz, que había huido del Palacio Episcopal en el
momento de ser éste asaltado por las turbas extremistas, halló refugio en el
domicilio de D. Antonio Tort Rexach, que vivía en Call, núm. 17, principal. El
día 1.° de diciembre de 1936, doce milicianos de la patrulla de control de la
Sección 11, que radicaba en la calle de Pedro IV, número 166, allanó
violentamente la casa de D. Antonio Tort, deteniendo a sus ocupantes, entre los
que se encontraba el Sr. Obispo, cuya personalidad no fue descubierta de
momento, ya que el motivo inicial del registro y de las detenciones fue una
lista que poseía la patrulla de control referida, en la que figuraba D. Antonio
Tort entre los peregrinos que habían acudido en determinada ocasión al Monasterio
de Montserrat. Una vez interrogados los detenidos, fueron llevados a la «checa»
de San Elías, donde permanecieron hasta el día 3 de diciembre, en que fueron
sacarlos por la noche y fusilados el Obispo Dr. Irurita, D. Antonio Tort Rexach
y un hermano del anterior, llamado D. Francisco Tort Rexach, así como el
familiar del Obispo, Rvdo. Dr. Marcos Goñi. La casa que había dado cobijo al
Obispo de Barcelona fue totalmente saqueada por la patrulla de control que la
invadió.
El Excmo. Sr. D.
Manuel Irurita Almandoz era natural de Larrainza (Navarra), y tenía sesenta
años de edad en la fecha del asesinato; había sido consagrado Obispo de Lérida
en 25 de marzo de 1927 y se posesionó de la sede de Barcelona el 8 de mayo de
1930; sus restos descansan en la actualidad en el cementerio del pueblo de
Moncada (Barcelona).
El Excmo. Sr. Obispo
de Cuenca, D. Cruz Laplana Laguna, de sesenta años, fue asesinado el 8 de
agosto de 1936 en el kilómetro 5 de la carretera de Cuenca a Alcázar de San
Juan, por unos pistoleros al servicio del Frente Popular, siendo inhumado su
cadáver en el cementerio municipal y trasladado después de la liberación a la
Santa Iglesia Catedral de Cuenca. El Obispo se encontraba preso en el Seminario
Conciliar, y en su unión fue sacado, para ser asesinado también, su Capellán D.
Fernando Español Berdíe, que se ofreció voluntariamente a la muerte para no
abandonar a su Prelado, habiéndose confesado mutuamente ambos sacerdotes a
presencia de sus asesinos, a los que otorgaron su perdón.
En la ciudad de Sigüenza
(Guadalajara) fue igualmente asesinado el Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de la
Diócesis, D. Eustaquio Nieto Martín, a los sesenta y dos años de edad. El 25 de
julio de 1936 se le formó una especie de juicio ante las turbas, en el sitio
conocido por el nombre de «Puerta de Guadalajara», siendo llevado seguidamente
a su Palacio, donde al día siguiente, y sobre las cuatro y media de la
madrugada, fue sorprendido por los marxistas, que asaltaron el Seminario e
irrumpieron en la alcoba del Dr. Nieto, que fue vejado e insultado. Los
criminales incendiaron una de las habitaciones, culpando al señor Obispo como
autor del incendio, llegándose a obtener fotografías del siniestro, que fueron
publicadas en la Prensa comunista. El día 27 del mismo mes de julio las milicias
rojas sacaron al Sr. Obispo, al que condujeron en un automóvil a un lugar
situado entre los pueblos de Estriégana y Alcolea del Pinar, de la provincia de
Guadalajara, donde fue asesinado por disparo de arma de fuego y después rociado
su cadáver con gasolina, a la que prendieron fuego.
Los Excmos. e Ilmos.
Sres. Obispos de Almería y Guadix, D. Diego Ventaja Milán y D. Manuel Medina
Olmos, el 25 de agosto de 1936 son llevados, procedentes de la Cárcel de las
Adoratrices, juntamente con cien presos más, al buque-prisión Astoy-Mendi,
anclado en el puerto, siendo introducidos en la carbonera del barco, donde los
dos días que permanecen en tal situación son objeto especialísimo de escarnio y
burla por parte de los milicianos rojos de la guardia, que les obligaban a
realizar los actos más serviles, como barrer la bodega, Idear la cubierta y
acarrear cestas de comida, en medio de los mayores insultos. El día 28 se les
comunica que van a ser trasladados al Convento de las Adoratrices nuevamente,
en unión de los sacerdotes y religiosos que en el Astoy-Mendi se encuentran
cautivos, a cuyo fin se hace una lista donde se apuntan los nombres de los
presos de condición religiosa, ordenándoseles subir a cubierta con el fin de
trasladarlos a un camión que se halla en el puerto y en el que, al no caber
todos, obligan a subir a los dos Sres. Obispos, varios sacerdotes y algún
seglar, siendo en total dieciocho el número de presos que quedan instalados en
el camión; éste emprende la marcha, escoltado por milicias rojas, por la
carretera de Málaga y, después de recorrer catorce kilómetros, al llegar a la
«Cañada del Chisme» se detiene la expedición, siendo conducidos los presos a un
barranco próximo, donde son asesinados a tiros. Uno de los Sres. Obispos
perdona previamente a los criminales y les otorga su bendición. Los cuerpos
permanecen insepultos y los rojos de las cortijadas próximas van en grandes
grupos al barranco a profanar los cadáveres, que son rociados con gasolina, a
la que se prende fuego.
De estos dos
Prelados, el Dr. D. Diego Ventaja Milán había nacido en el pueblo de Ohades, de
la provincia de Almería, en 1882, habiendo hecho en Granada sus estudios
eclesiásticos, ampliados en el Colegio Español y en la Universidad Gregoriana
de Roma, desempeñando después el cargo de Prefecto de dicho Colegio Español de
Roma. A su regreso a España, desempeñó el cargo de Rector del Seminario de
Granada y—como uno de los colaboradores más íntimos del insigne pedagogo Padre
Andrés Manjón, durante veinte años—fue Vicedirector de las meritísimas Escuelas
del Ave María de la ciudad de Granada; el 16 de julio de 1935 tomó posesión de
la Diócesis de Almería, y durante el poco tiempo que permaneció al frente de la
misma, se distinguió por sus dotes de ecuanimidad y prudencia, explicando el
Evangelio todos los domingos en la Santa Iglesia Catedral, en la que también
explicaba lecciones de Catecismo, distinguiéndose tanto en una como en otra
predicación por su gran sencillez, sólida doctrina y Unción evangélica.
El Excmo. y Rvdmo.
Sr. D. Juan Medina Olmos nació en Lanteira, Diócesis de Guadix, el 9 de agosto
de 1869. Era Doctor en Sagrada Teología y Licenciado en Derecho y Filosofía y
Letras, estudios estos últimos que había cursado en la Universidad de Granada.
Siendo Canónigo del Sacro-Monte y con ocasión del Congreso Internacional
celebrado en Granada en torno a la figura del Padre Suárez, publicó un trabajo
titulado «La obra jurídica de Suárez». Durante su pontificado escribió diversas
cartas pastorales, en momentos muy difíciles de la vida social española, y en
marzo de 1936 encabezó con una crecida cantidad una suscripción en favor de los
obreros, en ocasión en que ni él ni su Clero percibían remuneración alguna,
suprimida por el Gobierno republicano.
Tanto el Obispo de
Almería como el de Guadix se negaron, no obstante las prudentes advertencias
que les fueron hechas durante el período prerrevolucionario, a abandonar sus
respectivas Diócesis, y después de su detención, durante la cual fueron
obligados a soportar los más soeces escarnios, insultos y blasfemias, se
negaron igualmente a abandonar sus vestiduras talares, habiendo sido despojados
los Prelados del pectoral y del anillo pastoral, que se apropiaron los que les
detuvieron. Por conducto del Gobierno civil rojo de Almería se había publicado
una nota en la Prensa, en la que se decía que los Obispos de Guadix y Almería
se encontraban en el Convento de las Adoratrices, no en calidad de presos, sino
de huéspedes.
El Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo de Ciudad Real,
Prior de las Ordenes Militares, D. Narciso de Esténaga y Echevarría, había
nacido en Logroño el 29 de Octubre de 1882, de familia de posición social
modesta. Trabajador infatigable, había escrito una notabilísima monografía
sobre el Cardenal Aragón y cuando le sorprendió la muerte estaba escribiendo la
historia de la Catedral de Toledo, con un material de más de 12.000 fichas,
siendo un modelo de erudición y de humanismo su oración fúnebre con motivo del
tricentenario de la muerte de Lope de Vega. Tanto por su sabiduría, como por su
cultura y su extraordinaria elocuencia, así como por su bondad y su espíritu
caritativo y cristiano, fue un verdadero apóstol, destacando notablemente su
figura dentro del Episcopado español, habiéndose hecho querer por todos sus
diocesanos. Puede afirmarse, por tanto, que su asesinato se debió sólo a su
condición de Obispo, pues contra él no podía haber nadie que sintiese agravio
alguno. Iniciado el Movimiento, el Dr. Esténaga se trasladó al domicilio de uno
de sus feligreses; en la mañana del 22 de agosto de 1936 pararon a la puerta de
dicha casa dos automóviles ocupados por milicianos, que reclamaron al Obispo en
forma violenta, y como tardara en ser abierta la puerta, arreciaron sus golpes
y amenazas, diciendo la volarían con dinamita, ante cuya situación el Sr.
Obispo decidió salir y entregarse, diciendo : «Sea lo que Dios quiera», y
otorgando su bendición a cuantos allí se encontraban. Acompañaba al Prelado su
Capellán, D. Julio Melgar Salgado, quien, a pesar de que los milicianos le
dijeron que con él no iba nada, no quiso separarse del Obispo y subió también
al coche, habiendo sido asesinados uno y otro en el lugar denominado
«Peralvillo Bajo», a unos ocho kilómetros de Ciudad Real; habiendo aparecido
con dos tiros en la nuca el cadáver del Obispo que, después de la liberación de
España, fue exhumado y trasladado a la Santa Iglesia Catedral de Ciudad Real.
En la misma provincia
de Ciudad Real fueron asesinados, además del Obispo y su Capellán, ciento
ochenta y ocho sacerdotes, seculares y regulares, novicios y colegiales, cuyos
nombres constan, incumbiendo la responsabilidad por estos desmanes al
Gobernador civil rojo de la provincia de Ciudad Real y al Comité de Defensa
frentepopulista que se constituyó en la misma
A los nombres de los
doce Prelados relacionados anteriormente, hay que agregar el del Dr. D. Juan de
Dios Ponce, que ejercía funciones episcopales en la Diócesis de Orihuela, como
Administrador apostólico de la misma.
2.-Otros asesinatos.
De la Comunidad de
Padres Agustinos han sido asesinados por las milicias rojas, sólo en Madrid,
noventa religiosos, de los cuales doce
pertenecían a la Residencia de la calle de Valverde, número 25;cincuenta y
tres, a la del histórico Real Monasterio de El Escorial; doce, 41 Colegio
Seminario de Leganés; cinco, a la Residencia de la calle de la Princesa, número
23; tres, a la de Columela, número 12, y seis, a de la calle de Montalvo,
número 28.
En un registro
practicado el día 22 de julio de 1936 por las milicias marxistas en el Colegio
de Padres Agustinos de la calle de Bola,
número 6, de esta capital, donde destrozaron algunas imágenes, como no
encontrasen armas, el que capitaneaba el grupo marxista habló por el teléfono
del Colegio con Margarita Nelken, Diputado comunista, la que ordenó que fueran
conducidos los seis religiosos Agustinos que a la sazón había a la cárcel; ya
en la prisión de Ventas, el Padre Agustín Seco fue extraído de la misma algún
tiempo después y asesinado.
Entre las víctimas
anteriormente citadas, se encuentran el Padre Julián Zarco, Bibliotecario de El
Escorial y Académico de la Historia; Padre Melchor M. Antúnez, Profesor de la
Central, de Arabe y miembro de la Escuela Arabe de Madrid; Padre Pedro Martínez
Vélez, del que en unas declaraciones hechas por el Cardenal Lauri y publicadas
en el periódico A B C, se decía que consideraba al Padre Martínez Vélez como
uno de los españoles más importantes que habían pasado por la América española;
Padre Avelino Rodríguez, Provincial de la Orden, Abogado, Profesor de la
Universidad libre de El Escorial, que momentos antes de ser asesinado perdonó a
los criminales; absolviendo a cada uno de sus compañeros de martirio; Padre
Sabino Rodríguez, Doctor en Ciencias Naturales. investigador muy docto en
Biología; Padre Mariano Revilla Rico, Asistente General, autor de valiosas
obras sobre S. S. Escrituras.
Los cincuenta y tres
Padres Agustinos, pertenecientes a la comunidad del Real Monasterio de El
Escorial, fueron trasladados a la Cárcel de San Antón, de Madrid, y juzgados en
dicho prisión por unos tribunales compuestos por chequistas, entre los que
figuraban también mujeres; se preguntaba a los religiosos si estaban dispuestos
a coger las armas para defender al Gobierno rojo y si condenaban la actitud de
los Obispos y del Clero de la zona nacional, y al contestar negativamente a
ambas preguntas los religiosos, se les hacía retirar, no sin antes pronunciar
el que presidía el tribunal la palabra Libertad, que era, en definitiva la
contraseña para indicar la pena de muerte. A los últimos religiosos que fueron
juzgados, tan sólo se les pedía el nombre y apellido.
El Padre Dominico
José Gafo Muñiz, ante el asalto del convento de la calle de Claudio Coello, que
fue convertido en «checa», hubo de refugiarse en una casa particular de la
calle del Príncipe de Vergara, donde fue detenido por los milicianos en la
primera quincena del mes de agosto de 1936, siendo trasladado a la Cárcel
Modelo, en la que permaneció hasta el día 3 de octubre del mismo año, en que
fue decretada su "libertad"; cuando se disponía a salir de la celda,
sus compañeros de cautiverio le recomendaron que no saliese, pues trataban de
matarle, y, efectivamente, al salir en la mañana del día 4 de octubre, y
encontrándose ya en la calle, fue muerto por una descarga cerrada que le
hicieron los milicianos rojos apostados en las proximidades, siendo su cadáver
recogido e identificado, practicándose su inhumación en el Cementerio del Este
(Documento número 6). El Padre Gafo era conocidísimo por su relevante
personalidad intelectual, como escritor y gran predicador.
Asimismo el Padre
Luis Furones Arenas, durante el asalto al Convento de Dominicos de Atocha, al
que pertenecía, fue agredido a tiros por las turbas rojas, cayendo en plena
calle herido, donde permaneció unas seis horas, hasta que murió, sin que le fueran
prestados los auxilios que reclamó insistentemente. El total de víctimas entre
los Religiosos Dominicos de Madrid es de veinticinco, figurando entre ellos
Profesores de Colegios y de Universidades y Misioneros como el Padre José María
Carrillo, que hacía pocos meses había llegado de China.
Los Hermanos de San
Juan de Dios son también víctimas de la persecución marxista, y así en el
Hospital-Asilo de San José, de Carabanchel Alto (Madrid), regentado y servido
por estos humildes Hermanos (dedicados a la meritoria obra de practicar la
caridad cuidando enfermos y desvalidos), sobre los doce de la manaña del día
1.° de septiembre de 1936, penetraron fuerzas de Asalto y milicias rojas que,
interrumpiendo a los Hermanos en su tarea de servir la comida a los enfermos,
procedieron a detener a doce de aquéllos, que fueron subidos en un camión, que
rápidamente emprendió la marcha seguido de tres coches juntos camino de
Boadilla del Monte, partido judicial de Navalcarnero (Madrid), llegando a la
finca denominada «Monte de Boadilla» . donde tras un declive del terreno y
junto a un arroyo, en el lugar conocido con el nombre de «Puente de Piedra»,
bajaron a los religiosos, que fueron alineados al borde de una gran fosa
abierta al efecto y muertos a tiros de fiiwil. (Documento número 7.) Los
cadáveres, que han sido exhumados y perfectamente identificados, corresponden a
los que en vida se llamaron Cecilio López López, en el siglo Enrique; Eutimio
Aramendia García, en el siglo Nicolás; Cesáreo Niño Pérez, en el siglo Mariano;
Cristiniano Roca Huguet, en el siglo Miguel; Dositeo Rubio Alonso, en el siglo
Guillermo; Rufino las Heras Aizborbe, en el siglo Crescencio; Benjamín Cobos
Celada, en el siglo Alejandro; Carmelo Gil Arana, en el siglo Isidoro; Proceso
Ruiz Cascales, en el siglo Joaquín; Canuto Franco Gómez, en el siglo José;
Faustino Villanueva Igual, en el siglo Antonio, y Cosme Brun Arará, en el siglo
Simón.
En el Asilo de San
José mencionado, cuya incautación efectuaron los rojos, cometieron éstos un
inaudito atropello contra los más elementales principios de humanidad, en
contraste con la caridad practicada por los Hermanos de San Juan de Dios : En
los primeros días de noviembre de 1936, ante el avance de las Fuerzas
nacionales, próximas a entrar en Carabanchel, abandonaron las milicias rojas el
edificio del Asilo; pero antes resolvieron asesinar a los enfermos epilépticos
asilados, y cuando trataban éstos de esconderse en los refugios, los milicianos
dispararon sobre ellos, resultando muertos trece de estos enfermos, cuyos
cadáveres quedaron tendidos en las aceras y paseos del establecimiento, siendo
los nombres de las víctimas los siguientes : Adolfo Matíes Valero, Gregorio
López Hernández, Angel Carretero Gutiérrez, Teófilo Torres de la Fuente, Luis
Cabrero Fernández, Bernardino Rodríguez Rodríguez, Vicente Galdón Jiménez,
Félix Castro Mayoral, Alejandro Moreno Alcobendas, Gaspar Martín Riquelme.
Florentino Prieto Anievas, Manuel Pedraza García y Canuto Domínguez Alonso.
También en Valencia
cayeron víctimas de la persecución frentepopulista los religiosos que
desempeñaban su caritativa misión en el Asilo-Hospital de San Juan de Dios. Los
nombres de los doce mártires—cuyas fotografías, obtenidas después de su muerte,
obran en el correspondiente anexo, con los números 8 a 19—, son los siguientes:
Hermanos José Miguel Peñarroya Dolz, Leandro Aloy Domenech, Feliciano Martínez
Granero, empleado D. Julio Fernández Fuentes, (Documentos números 20 y 21.) En
la misma Estación de Atocha, y también el capellón D. Luis Vilá Plá, Hermanos
Publio Fernández González, Avelino Martínez Aranzada, Cristóbal Barrios, Juan
José Orayen Aizcorta, Cruz Ibáñez López, Leopoldo de Francisco y empleado
Cándido Garacochea.
* * *
Sor Gertrudis Lamazares, Religiosa de la
Comunidad Terciarias Franciscanas de la Divina Pastora, del convento de la
calle de Santa Engracia, número 132, de Madrid, fué apresada en la portería de
la casa número 7 de la calle de Diego de León, donde estaba escondida, siendo
conducida por los milicianos, en unión de una señora y de un sacerdote, ambos
desconocidos, en un automóvil hasta un pinar de la carretera de Hortaleza, en
cuyo lugar, después de ser bárbaramente maltratados, fueron atados los tres al
vehículo, que, emprendiendo la marcha, los arrastró hasta el pueblo de Hortaleza,
al que llegaron ya muertos y completamente destrozados, siendo pisoteados y
profanados los cadáveres por el vecindario rojo. El Coadjutor de la parroquia
de San Juan Bautista, de Canillas (Ciudad Lineal), D. Julio Calle Cuadrado, fue
introducido en un saco y, una vez atado éste, le pincharon con horcas y
cuchillos hasta producir la muerte al referido sacerdote, siendo los criminales
elementos pertenecientes a las «checas» del barrio de Ventas. La Religiosa Sor
Carmen Valera Halcón del Convento de Nuestra Señora del Amparo, de la calle de
las Huertas, número 16, de Madrid, fue asesinada al no acceder a las sacrílegas
proposiciones de vida marital hechas por uno de los milicianos que habían
asaltado el convento.
Abandonados por los
sacerdotes y religiosos de todo orden sus hábitos y vestiduras talares para
disimular su personalidad, las milicias rojas extreman su celo, con el fin de
descubrir a las personas de aspecto
eclesiástico para detenerlas y asesinarlas; así, por ejemplo, las Religiosas
Adoratrices Sor Felisa González y Sor Petronila Hornedo, que se vieron
obligadas a abandonar su convento de Guadalajara y marchar disfrazadas a
Madrid; a su llegada a la estación Atocha, el 13 de agosto de 1936, fueron
detenidas en la «checa» de dicha Estación, en unión de D. José Luis Hornedo
Huidobro, hermano de Sor Petronila, y asesinados seguidamente, habiendo
aparecido los cadáveres en un descampado de la calle de Méndez Alvaro, próximo
a la Estación, el día 31 de agosto, siendo fotografiados los cadáveres de ambas
religiosas en el Depósito Judicial el mencionado día 31. (Documentos 20 y 21).
En la misma Estación de Atocha, y también en el mes de Agosto del mencionado
año, las milicias de aquella «checa» derribaron a tiros, en uno de los andenes,
a dos hombres señalados como religiosos, que trataban de subir a un tren; como
una de las víctimas diese señales de vida, el médico de la Estación, D. Pedro
de Retes, hizo conducir al herido al Servicio Sanitario, donde le prestó
asistencia facultativa, teniendo que sobreponerse dicho médico, en unión de su
compañero, el Dr. Eduardo Varela de Seijas, a la furia de los asesinos, que
trataban de rematar al herido, el cual fue conducido por unos camilleros al
Hospital General.
La barbarie roja no
se recató en la comisión de sus crímenes al ejecutarlos en el mismo casco de la
población de Madrid, siendo muerto a tiros en plena calle María de Molina un
Hermano de la Compañía de Jesús, llamado José Montero, sobre cuyo cadáver se
colocó un letrero que decía: “Soy Jesuita”
, lo que motivó que grupos extremistas corrieran a verle y le
escarnecieran, permaneciendo en la calle el cadáver durante varias horas.
Estos crímenes se
repiten sin cesar en las distintas provincias sometidas al dominio rojo, y así,
en Lérida –donde fueron condenados y ejecutados numerosos religiosos-, el
Hermano Domingo María, llamado en el siglo Jesús Merino Albeniz, que llevaba
cinco años enfermo del mal de Pott, que le retenía en la cama, cubierto de
llagas, fue sacado del Hospital de la Cruz Roja de Balaguer, al que había sido
trasladado, y conducido por los marxistas desde dicho Hospital, en el mismo
colchón donde estaba acostado, al cementerio del pueblo, en cuyo lugar fue
rociada la colchoneta con gasolina, a la que prendieron fuego, muriendo la víctima
abrasada.
En Toledo, además de
los numerosos sacerdotes y religiosos asesinados, fueron muertos también todos
los canónigos de la Santa Iglesia Catedral que la milicias rojas pudieran
hallar. Estos miembros del Cabildo de la
Iglesia Catedral de Toledo, que en número de doce fueron víctimas de la
persecución frentepopulista, son los siguientes
D. Inocente Arnaz
Moreno, de cincuenta y cuatro años
D. Valentín Covisa
Calleja, de sesenta y nueve años
D. Vidal Díaz
Cordobñes, de sesenta y cuatro años.
D. Arturo Fernández
Varquero, de cincuenta y cinco años.
D. Juan González
Mateo, de cincuenta y dos años.
D. Ramiro Herrera
Córdoba, de setenta y cuatro años.
D. Arturo Fernández
Varquqero, de cincuenta y cinco años
D. Juan González
Mateo de cincuenta y dos años
D. Ramiro Herrera
Córdoba de setenta y cuatro años
D. Joaquín de
Lamadrid Arespacochaga de setenta y seis años
D. Rafael Martínez
Vega de cincuenta años
D. Idelfonso Montero
Días de cincuenta y tres años
D. Calixto Paniagua
Huecas
D. José Polo Benito de
cincuenta y seis años; y
D. José Rodríguez
García Moreno, de cincuenta años.
En el pueblo de
Daimiel (Ciudad Real), el Sacerdote don Bernardino Atochero López fue obligado
a cavar la fosa donde se le había de enterrar y, herido por un disparo, fue arrojado
con vida al fondo de la sepultura, volviendo los milicianos a disparar sobre él
sin producirle tampoco la muerte, arrojándole entonces una esportilla de cal;
enterrado con la cabeza fuera de tierra, fue rematado a puntapiés.
En el convento de
religiosos de La Merced, de Jaén, el 20 de Julio de 1936, fecha del asalto al
mismo por las turbas rojas, es asesinada la mayor parte de la Comunidad dentro
del recinto del convento, siendo arrojados los cadáveres de los Padres Santos
Rodríguez, Laureano de Frutos, Jenaro Millán y del Hermano Eduardo Gómez, a un
carro de basura que los paseó por las calles de Jaén.
No se limitó la
persecución a los Ministros de la Religión, sino que con idéntico encono
alcanzó a los seglares que por sus sentimientos católicos formaban parte de las
Congregaciones o Agrupaciones piadosas de fieles, cuyos ficheros fueron a parar
a las milicias y «checas», que los utilizaron para orientar la campaña de
aniquilamiento emprendidas. Acción Católica de España, la Adoración Nocturna y
otras entidades análogas, vieron asaltados y saqueados sus Centros y sus
miembros fueron despiadadamente perseguidos. En Madrid, entre otros muchos
casos, se encuentra el de la Asociación de la Virgen Milagrosa; cuyas listas de
congregantes cayeron en poder del Círculo Socialista del Norte, que asesinó por
ese solo motivo a cuantos de ellos pudo hallar, siendo las víctimas el tesorero
de la Junta D. Agustín Fernández Vázquez, de profesión cartero; D. Felipe
Basauri Altube, D. Martín Izquierdo Mayordomo, D. Eduardo Campos Vasallo, D.
José Garví Calvente y otros.
c) Sacrilegios y
profanaciones
A partir del asalto
de las turbas rojas de los conventos e iglesias, fue corriente en las calles de
Madrid y en las demás poblaciones somtidas al poder marxista, el espectáculo de
facinerosos armados revestidos con ornamentos sagrados, haciendo remedo de los
actos litúrgicos, celebrándose simulacros de bodas católicas, como el que
apareció en una fotografía publicada en el periódico Ahora , en su página sexta del número 1809 de II de
octubre de 1936. (Documento número 22.)
Se cometen los más
atroces sacrilegios, debiéndose recordar, entre los realizados en Madrid, el de
la Imagen del Niño Jesús, que fue vestido de miliciano, colocándole a la puerta
de la Iglesia de San José, ostentando dos enormes pistolas. En el Convento de
Religiosas del Culto Eucarístico, de la calle Blanca de Navarra, fueron
pisoteadas las Formas por los asaltantes, y cuando ante el Comité de Sangre de
El Pardo (Madrid) comparecía D. Cipriano Martínez Gil, Párroco de aquel pueblo,
uno de los milicianos rojos empleaba un vaso sagrado para afeitarse, en el
mismo local en que los dirigentes marxistas, en estado de embriaguez, juzgaban
al sacerdote, que fue condenado a muerta y ejecutado.
En la iglesia del Carmen
se celebraban parodias del Santo Sacrificio de la Misa y de funerales,
desenterrando las momias del cementerio religioso que en dicha iglesia existía,
profanándose en la forma que aparece en el anexo documental. (Documento número
23).
De la misma manera,
en Barcelona, son expuestas al público las momias profanadas por los marxistas,
que desenterraron las que existían en el Convento de las Salesas del Paseo de
San Juan (Documento número 24.) Es digno de mención el sacrilegio llevado a
efecto en la iglesia de los Dominicos de Valencia, incautada por el Frente
Popular, y donde se efecturaron representaciones teatrales como la publicada en
el periódico rojo Ahora del 22 de septiembre de 1936 (Documento número 25).
En Alcázar de San
Juan (Ciudad Real), las turbas rojas se apoderaron de las Sagradas Formas, que
se comieron, haciendo simulacro de la Sagrada Comunión, entre burlas y
blasfemias. Con la patrona de la capital, la Santísima Virgen del Prado, se
cometió el sacrilegio de fingir casarla con un hombre, y terminada que fue la
profanación, la arrojaron desde el lugar donde estaba situada a gran altura del
altar al suelo del templo, donde terminaron de destrozarla.
El conocido escritor
pornográfico, públicamente calificado de homosexual, Alvaro Retana, dirigió al
Jefe del S. I. M. rojo, Angel Pedrero, una carta en la que decía textualmente :
«Necesito una custodia grande, para incrustarla por un lado un reloj y por el
otro un retrato de «La Chelito»; un cáliz para poner tres rosas con los tres
colores de la bandera republicana; ...una imagen del Niño Jesús, para vestirlo
de miliciano, con su fusil al hombro». Los objetos sagrados reclamados por
Retana le fueron entregados por la Autoridad del Frente Popular y fueron
hallados en el domicilio de dicho individuo, terminada ya la guerra civil,
apareciendo las casullas, cálices y custodias, mezcladas, con propósito de
escarnio, con pinturas y retratos inmorales.
D) Destrucciones y
saqueos.
Todas las iglesias de
la Diócesis de Madrid y su provincia fueron interiormente desmanteladas por el
Frente Popular, habiendo desaparecido de ellas altares, retablos e imágenes,
que fueron sustituídas por retratos de Stalin y cabecillas rojos españoles; sin
embargo, de estas destrucciones se exceptúan las iglesias de San Francisco el
Grande, la Encarnación y las Descalzas Reales, por la razón de que las tres
eran propiedad del Estado, y las iglesias de las Calatravas, San José y San
Luis Gonzaga, de las calles de Alcalá y Zorrilla, respectivamente, las que,
salvo algún sacrilegio aislado, fueron respetadas por su céntrico emplazamiento
y con el fin de aparentar los dirigentes rojos una salvaguardia que nunca se
practicó y, sobre todo, para ofrecer al extranjero, cuando hubiese necesidad de
ello, una muestra de protección a la Iglesia católica.
El Monumento al
Sagrado Corazón de Jesús, del Cerro de los Angeles, centro geográfico de
España, lugar de peregrinaciones, después de ser asaltados los edificios
religiosos que le circundaban, fue volado con dinamita el 7 de agosto de 1936, al
cabo de varios días de trabajo en la confección de barrenos, con máquinas
perforadoras, labor interrumpida a veces para que los piquetes de milicianos
simularan el fusilamiento de la imagen. La tradicional denominación española
del Cerro de los Angeles fue sustituida por la de Cerro Rojo. (Documentos
números 26 y 27.)
En Castellón de la
Plana, en los primeros días de agosto de 1936, las turbas asaltaron la iglesia
arciprestal de Santa María, Monumento nacional, quemando en una hoguera todas
las imágenes y objetos sagrados, así como los documentos de los archivos de la
iglesia y de la abadía, quedando destruidas también una colección de pinturas
de los siglos XVII y XVIII. Después de alguna discusión entre ciertos
organismos rojos, el Ayuntamiento acuerda, en sesión plenaria, la demolición
del templo, y el Comité Local de la C. N. T., en un escrito de tonos soeces, de
25 de mayo de 1937, se solidariza con el Ayuntamiento en su propósito de
destrucción de la iglesia, que se lleva a efecto. (Documentos números 28 a 30.)
Simultáneamente a la
labor destructora tiene lugar la de saqueo, y así, en la Catedral de San
Isidro, de Madrid, se apoderan las milicias marxistas de cuatro lienzos de
Arellano, cuadro central de «La Inmaculada», de Alonso Cano; «El Paso de la
Caída», de Alfaro; «Retablos de San Francisco de Borja», de Francisco Ricci;
«Retablos», de Herrero el Mozo y Pedro de Mena, desapareciendo, como
consecuencia del incendio provocado por las turbas rojas, los famosos frescos
pintados por Goya, Claudio Coello, Jiménez Donoso, Sebastián Herrera, etc.,
quedando el interior de la Catedral totalmente destruido. (Documento número
31.) El Palacio del Obispo de Madrid fue también asaltado por las turbas, que
se apropiaron de cuantos objetos de valor existían en el mismo. (Documento
número 32.) Las milicias rojas no solamente sustrajeron las imágenes y objetos
de culto existentes en los templos, sino también en domicilios particulares,
como el Palacio del Marqués de Cortina, donde hallaron valiosísimas imágenes.
(Documento número 33.)
Del Real Monasterio
de El Escorial fueron robadas las siguientes obras pictóricas, entre otras
muchas : El cuadro «El Descendimiento», de Van der Veyden; siete óleos del
Greco, un Velázquez y varias obras de Tiziano, Tintoretto y Ribera; dos mil
quinientos manuscritos preciadísimos de su Biblioteca, entre ellos el famoso
Códice Aureo» y el «Ovetense», del siglo XVII; los autógrafos de Santa Teresa;
la Custodia llamada de «Las Espigas»», y la de la Sagrada Forma, que regaló
Isabel II, y gran cantidad de tapices de enorme valor; algunas de estas obras
han sido recuperadas después de la total liberación de España, en Figueras
(Gerona), donde habían sido trasladadas por el Gobierno marxista en su huída
con dirección al Extranjero.
En Valencia, ciento
cuarenta y ocho pueblos de su provincia sufrieron las consecuencias de
destrucciones y saqueos de sus iglesias, donde se robaron cuadros de gran
mérito artístico y de notable antigüedad, con una valoración de ciento seis
millones de pesetas.
En Jaén, la magnífica
iglesia tipo basilical quedó totalmente destrozada y destruidas sus imágenes y
demás objetos de culto, ocurriendo lo mismo con la Catedral de Sigüenza. En
Toledo, los rojos se apoderaron de la mayor parte del tesoro artístico de la
Catedral, realizándose este saqueo el 4 de septiembre de 1936 por orden del
entonces Presidente del Consejo de Ministros D. José Giral. (Documento número
34 y 35.)
La rápida liberación
de Toledo impidió la pérdida de otras joyas valiosas, como la célebre Custodia de
Enrique de Arfe, que ya estaba desmontada, estando también descolgados, para
llevárselos, los cuadros que atesora la Catedral.
Al liberarse Toledo,
habían desaparecido de la Catedral todos los objetos que figuran en el acta
anexa, siendo los más notables: Las dos coronas de la Virgen del Sagrario,
valorada una de ellas en medio millón de pesetas y otra en doscientas cincuenta
mil; la bandeja .e plata repujada del «Rapto de las Sabinas» (siglo XVII,
tasada en un millón de pesetas; superhumeral de la Virgen,. valorado en
seiscientas mil pesetas; un manto de la Virgen del Sagrario, del siglo xvii,
con perlas, valorado en millón y medio de pesetas; dos caídas del manto de la
Virgen, tasadas en cuatrocientas mil pesetas; los tres tomos de la Biblia de
San Luis, correspondientes al arte gótico, de un valor incalculable. La
devastación alcanzó a los demás conventos de la ciudad y pueblos de la
provincia, pudiendo señalarse por vía de ejemplo el caso del pueblo de
Esquivias, de donde las milicias rojas se llevaron autógrafos de Santa Teresa y
Sor María de Agreda y libros de partidas de los años 1578 a 16o7, que contenían
el matrimonio de don Miguel de Cervantes con doña Catalina de Palacios.
También en Ciudad
Real, como en las demás provincias por donde pasó el terror marxista, todo el
patrimonio artístico-religioso fue destrozado por las turbas, y el de más
extrardinario valor económico fue hecho desaparecer por los dirigentes
marxistas. Aparte de joyas artístico-religiosas de incalculable valor,
destrozadas unas y expoliadas otras, puede señalarse como caso relevante la
expoliación del tesoro de la Virgen del Prado, de Ciudad Real, en el que
figuraba un portapaz del artífice Becerril, valorado en un millón de pesetas, y
que había sido exhibido en la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
En la Región
catalana, las depredaciones del tesoro artístico-religioso, debidas a la
barbarie de las turbas o a la rapiña de los dirigentes frentepopulistas, que
las sustrajeron en su provecho, revisten los mismos caracteres que en el resto
de España; así en la Diócesis de Vich, la Iglesia Catedral fue incendiada y
saqueada a partir del día 21 de julio de 1936; toda la Catedral, menos la
bóveda, estaba decorada con pinturas del renombrado artista D. José María Sert,
importando tan sólo los materiales de estas pinturas, prescindiendo de su gran
valor artístico, setecientas cincuenta mil pesetas. Entre otras muchas joyas,
se apoderaron los asaltantes de una Custodia del siglo XV y de un Copón del
siglo XIV, valorados ambos en un millón de pesetas, habiendo sido la Custodia
fundida y convertida en chatarra. Fue parcialmente destruido el Palacio
Episcopal; las turbas le invadieron el día 21 de julio de 1936, y lo
incendiaron, comenzando por el archivo de la «Mensa Episcopal» y «Curia Eclesiástica»,
de incalculable valor, que poseía pergaminos y documentos que se remontaban al
siglo 1x, y que se han perdido en su totalidad.
En la Diócesis de
Cuenca, en que fue igualmente saqueada la Catedral y destruido el cuerpo del
Patrono de la ciudad, Obispo San Julián,
así como la caja que guardaba sus restos, fue saqueada también la magnífica
biblioteca existente en el Seminario, siendo destruido por el fuego prendido en
la plazuela del mismo edificio unos 10.000 volúmenes de los 32.000 de que
constaba, habiéndose perdido el célebre «Catecismo de Indias».
E) Incautaciones.
Todos los partidos
políticos del Frente Popular se incautaron de los edificios pertenecientes a
iglesias y conventos, que fueron destinados a muy diferentes fines, como
«checas», cárceles, casas de vicio, cuadras, bodegas, garajes, almacenes,
cinematógrafos; la iglesia de los Santos Justo y Pastor, en Madrid, fue
destinada por los milicianos a almacén de vinos y taberna, figurando en el
lugar que ocupaba el altar mayor un gran retrato de D. Manuel Azaña; no
faltando casos de celebración de mítines en iglesias, como el organizado en uno
de los templos de la Orden de Religiosos Capuchinos, también en Madrid, en el
que dirigió la palabra a las masas rojas desde el púlpito la agitadora marxista
Margarita Nelken.
La iglesia de las
Salesas Reales, situada en la calle de Doña Bárbara de Braganza, en Madrid, por
Decreto rojo, publicado en la Gaceta de 17 de octubre de 1936, queda adscrita
al Palacio de Justicia, con cuyo edificio fauna un solo cuerpo, dejándola
desafectada del servicio del culto católico. Dicha iglesia, desde los primeros
momentos de la revolución marxista ya había quedado totalmente separada de su
verdadero destino, pues las milicias rojas la habían saqueado y cometido sacrilegios,
acompañándose en el anexo documental una fotocopia del mencionado Decreto rojo.
(Documento número 36.)
* * *
Una Orden circular
del Gobierno marxista, fechada en Barcelona en 5 de julio de 1938 y aparecida
en la Gaceta de la República del siguiente día (Documento núm. 37), simula
protección a los sentimientos religiosos, facultando a los Ministros del culto
y miembros de Congregaciones Religiosas para prestar su servicio militar en
Sanidad, por la mayor compatibilidad de estos servicios con la condición
eclesiástica de dichos reclutas. Y en otra Orden de 1.° de marzo del mismo año
se invoca, con falsedad patente, el caso de dos religiosos Carmelitas que,
según la disposición oficial referida, desertaron de la zona nacional para
unirse al Ejército republicano, que «supo tener con ellos el respeto debido a
sus sentimientos». Precisamente los religiosos Carmelitas sufrieron la más
enconada persecución por parte del Frente Popular, habiendo sido asesinados
solamente en Madrid los siguientes Carmelitas calzados : Fray Andrés Vecilla
Bartolomé, Fray Aurelio García Antón, Fray Antón García, Fray Francisco Pérez
Pérez, Fray Angelo Regilón Lobato, Fray Angel Sánchez Rodríguez, Fray Adalberto
Vicente Vicente, Fray Silvano Villanueva González y el Padre Alberto Marco
Alemany. También en la capital fueron asesinados los siguientes carmelitas
descalzos : P. Saturnino Díaz Díaz, P. Epifanio Echevarría Barrena, P.
Victoriano Hernández Vicente, P. Juan García García, P. José Perote Yébenes, P.
Juan Vázquez Mejorado, P. Pío Zataraín Iruretagoyena, Fray Juan Cascajares
Pérez, Fray Gabriel Cuesta García, Fray Juan San Juan Escudero, Fray Valentín
Sánchez, Fray José Villanueva Sarasa, y el P. Mariano Martín García, que fue
muerto en El Escorial, resultando destrozados los conventos e iglesias
Carmelitas. La misma Orden circular marxista, de 25 de junio de 1938, dispone
que los Jefes de las distintas Unidades militares faciliten a quienes lo
demanden los auxilios espirituales, administrados por los Ministros de la
religión que estén autorizados para ejercer libremente las prácticas de su
culto. Para apreciar debidamente la sinceridad de esta disposición oficial
puede mencionarse el caso, que consta concretamente, de que en la 112 Brigada
Mixta, que guarnecía uno de los sectores de El Pardo (Madrid), fue condenado a
muerte D. Luis Lucas Xarrié, de veintiún años de edad, empleado del Banco
Hispano Americano, en unión de otros dos jóvenes, y al serles comunicada la
sentencia, invitándoles a manifestar su última voluntad, respondieron los tres
condenados que deseaban confesarse. En seguida se les presentó un falso
sacerdote, que simuló recibir confesión a las víctimas.
El total de
asesinatos cometidos en las personas de los Ministros de la religión católica o
profesos religiosos por el Frente Popular, en lo que fue zona roja, asciende a
siete mil novecientos treinta v siete, entre Obispos (de los cuales fueron
asesinados 13), sacerdotes (5255) y religiosos (2.669), correspondiendo a
Madrid mil ciento cincuenta y ocho (de los cuales ciento once son religiosas
asesinadas en la capital), y a Barcelona un total de mil doscientas quince
víctimas, también por el solo motivo de su carácter religioso o condición
sacerdotal; en Valencia, setecientas cinco; en Lérida, trescientas sesenta y seis;
en Tarragona, doscientas cincuenta y nueve, y en las demás provincias sometidas
al terror marxista estos asesinatos se cometen también en cifras muy elevadas.
* * *
La enconada
persecución desencadenada contra la Religión católica y sus Ministros fue ya
públicamente denunciada (no obstante carecerse en aquella época de todos los
datos, después adquiridos al ser liberado completamente el territorio español
por el Ejército nacional) en la carta colectiva de los Prelados españoles de
1.° de julio de 1937, que recuerda los asesinatos de los Obispos y de los
millares de sacerdotes y religiosos sacrificados hasta entonces por el
marxismo. Uno de los Prelados firmantes de esta carta, el Reverendo Fray
Anselmo Polanco Fontecha, Obispo de Teruel, fue luego apresado por el Ejército
rojo—al apoderarse éste transitoriamente de la plaza de Teruel—. La Prensa
marxista publicó en 9 de enero de 1938 una nota oficial del Ministerio de
Defensa en la que se consignaba la gratitud, según el Gobierno rojo, expresada
por el referido Prelado, en razón del trato recibido; no obstante lo cual, D.
Anselmo Polanco Fontecha fue asesinado en febrero de 1939 por las milicias
rojas en las circunstancias ya conocidas.
Unicamente como
ejemplo—puesto que con referencia a cada provincia española dominada por el
Frente Popular podrían consignarse extensísimas relaciones de sacerdotes y
religiosos asesinados—se inserta al final del anexo relación nominal de los mil
ciento diecinueve sacerdotes y religiosos que cayeron asesinados tan sólo en la
provincia de Barcelona, víctimas de la persecución religiosa desencadenada por
el Frente Popular.
El diario de
Barcelona Solidaridad Obrera decía en 26 de julio de 1936 (a los siete días de
iniciado el Movimiento) lo siguiente : «No queda ninguna iglesia ni convento en
pie, pero apenas han sido suprimidos de la circulación un dos por ciento de los
curas y monjas. La hidra religiosa no ha muerto. Conviene tener esto en cuenta
y no perderlo de vista para ulteriores objetivos.»
Como expresivo
detalle de la actitud de la masa roja en materia religiosa, alentada por el
complaciente criterio oficial, aparece documentalmente probado el siguiente
caso : Un individuo llamado Gervasio Fernández de Dios, dirige desde Valencia,
en 30 de noviembre de 1936, un irreverente escrito al «Camarada Ministro de
Justicia», en el que solicita se cambie su segundo apellido—«Dios»—por el de
«Bakunin» ya que, según expresa el solicitante en el referido escrito, "no
quiere nada con Dios". El Ministro de Justicia del Frente Popular, y por
su delegación el Subsecretario Mariano Sánchez Roca, acuerda acceder, por Orden
de 9 de diciembre de 1936, a lo reclamado, «teniendo en cuenta que las actuales
circunstancias aconsejan prescindir de la complicada y larga tramitación del
expediente de modificación de apellido en aquellos casos en que, como en el del
solicitante, la necesidad del cambio aparece justificada por notoriedad». (En
el correspondiente anexo de este Capítulo se insertan las copias fotográficas
del escrito de Gervasio Fernández de Dios y de la resolución del Ministerio de
Justicia del Frente Popular.)
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