miércoles, 15 de abril de 2009

La gota del emperador


Investigadores del Hospital Clínic revelan que Carlos V padecía una gota severa
Se trata de la primera vez que se analiza una muestra biológica del cadáver del monarca

'Carlos V a caballo en Mühlberg', de Tiziano (Museo Nacional del Prado)
ISABEL ESPIÑO (elmundo.es)
MADRID.- Cuentan las crónicas históricas que Carlos V sufría gota o alguna enfermedad reumática. Así lo sugerían sus médicos, que insistían en que cambiase de dieta, o las cartas escritas por su secretario cuando el monarca era incapaz de sostener su pluma. Investigadores españoles acaban de confirmar que, en efecto, el monarca padecía una gota severa.
El trabajo, firmado por un equipo del Hospital Clínic de Barcelona, se publica esta semana en la prestigiosa revista médica 'New England Journal of Medicine'. "Padecer una enfermedad gotosa con un importante grado de invalidez probablemente influyó en su decisión de abdicar", explica a elmundo.es uno de los autores, Pedro L. Fernández, miembro del Departamento de Patología de este centro.
Los investigadores han llegado a esta conclusión tras examinar cuidadosamente el extremo de uno de los dedos meñiques del monarca. El cuerpo de Carlos I de España y V de Alemania, que se encuentra en el Monasterio de El Escorial, estaba bien conservado, pues se momificó espontáneamente tras sepultarlo en el Monasterio de Yuste (Cáceres), donde se había retirado el monarca. Este tipo de momificaciones 'naturales' no son raras en cadáveres sepultados en iglesias o criptas, lugares frescos que permiten una rápida deshidratación del cuerpo.
Análisis minucioso del meñique
Los investigadores del Clínic, que ya habían investigado otros cuerpos momificados (momias andinas y dos hombres de la Edad de Bronce hallados en Granada y Menorca) se interesaron por el estudio de Carlos V. No consiguieron permiso para estudiar el cuerpo enterrado, pero se enteraron de que uno de los dedos del monarca se conservaba en un cofre de la Sacristía de El Escorial y sí obtuvieron permiso para trabajar con la falange, concedido por Patrimonio Nacional.
El dedo "estaba desecado y relativamente bien conservado", relata Fernández, que también es profesor de la Universidad de Barcelona. "El objetivo [de su análisis] era ver si había existido enfermedad articular, pero también detectar alguna otra patología que pudiera haber influido en sus últimos días", relata este especialista.
Aunque en este último aspecto no han dado con nada concluyente, sí han encontrado numerosas confirmaciones de la patología reumática. Inicialmente, una radiografía ya les mostró "una gran erosión, un proceso gotoso muy severo", relata Fernández. Los análisis biológicos confirmaron el hallazgo.
Después de rehidratar la falange, la procesaron "como una biopsia normal", es decir, el mismo proceso que harían para analizar fragmentos de tejido procedentes de un paciente vivo, como un tumor o un apéndice.
Introdujeron el meñique en un bloque de parafina (una especie de cera) para poder dividirlo en un micrótomo, un instrumento que corta muestras histológicas en finas 'lonchas' para observarlas al microscopio. Al examinarlas comprobaron la existencia de cristales, típicos en la gota debido a la acumulación de ácido úrico en las articulaciones.
A continuación, los investigadores utilizaron otras tres técnicas para ver con más detalle la composición de estos cristales. Los estudios confirmaron que se trataba de depósitos de ácido úrico.
Una razón para abdicar
Para su "sorpresa", el análisis "confirmaba lo recogido históricamente, pero en un grado avanzado", señala Fernández. "Hemos comprobado que Carlos V tenía gota severa, lo que probablemente fue un factor determinante en su decisión de abdicar, e ilustra cómo los estudios paleopatológicos pueden proporcionar importante información que lleve a una mayor comprensión de la historia", concluyen los investigadores en la revista.
"Ya era conocido que la gota le causaba gran incapacidad física", relata el patólogo, quien recuerda que el monarca la padecía desde los 28 años. "Sus médicos le recomendaban que siguiese una dieta estricta, pero el emperador tenía un apetito voraz, sobre todo para la carne [ya entonces se sabía que las carnes y mariscos influyen en esta enfermedad]. También le gustaba beber grandes cantidades de vino y cerveza. De este modo, sus hábitos dietéticos no fueron nada beneficiosos para reducir sus ataques de gota", añade el artículo.
El emperador padecía episodios de este tipo con frecuencia, sobre todo hacia el final de su vida. De hecho, un ataque gotoso retrasó el intento de atacar la ciudad de Metz en 1552, durante una de las guerras con Francia. "Como consecuencia, la llegada del invierno permitió a la ciudad francesa resistir al ejército del emperador. Según algunos historiadores, un sentimiento de culpa de que su enfermedad había llevado a esta derrota hizo a Carlos V abdicar", relata el artículo del 'New England'.
En 1556, sólo cuatro años después de esta batalla, Carlos V se retiró al monasterio de Yuste y dejó la corona española a su hijo Felipe II y el imperio alemán a su hermano Fernando. Según el trabajo del 'New England', "Carlos V tenía sólo 58 años cuando falleció, probablemente de malaria, en 1558, pero parecía un hombre viejo y lisiado que apenas podía caminar o utilizar sus manos".

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