sábado, 14 de marzo de 2009

Anecdotario político (Claudio Sánchez Albornoz) III

“La subida de presión del odio en el baremos de la Historia nunca es casual”.

“la Guerra Civil creo que habría podido evitarse si Azaña hubiera sido otro hombre”.

“Sé que voy a atraerme nuevos enemigos al publicar este anedotario. Tengo tantos que no me altera el pulso ese acrecentamiento. Historiador por irrenunciable vocación, me importa sobre todo la verdad histórica.
¿Por pura deformación profesional?. No; porque jusgo que la vida de los pueblos es el resulado del complejo entrecruce de tres fuerzas que se unen y combinan conforme al libre albedrío de los hombres: herencia, azar y experiencia.
(…) son los hombres quienes manipulando, con error o con acierto, los factores materiales y espirituales del vivir humano, han ido haciendo el caminar de los pueblos por la gran espiral de la Historia”.

“La Dictadura ha hecho algunas cosas muy importantes para España”, “los firmes especiales y la República”. (Alfonso XIII, AP CSAlbornoz).

Mis frecuentaciones con el ayer me habían empujado hacia el republicanismo. Estaba habituado a ver cambiar y transformarse todo el curso de la Historia. Lo estaba a ver convertirse en fórmulas políticas las que en su día habían parecido más revolucionarias. Y creía que lo más inteligente era mudar el hoy ordenada y legalmente mediante el histórico cambio de Régimen.
Ignoraba empero a quienes ignorantes de la Historia u olvidándola creían que la República iba a mudar España por arte de magia.
El recuerdo de la Historia de España –quimera y aventura, intolerancia y fraternos odios- me angustiaba. Nunca como aquella tarde vacilé ante mi deber cara al futuro. ¿Podría volver a mi torre de marfil.?

Mi padre me dijo: “sirve con entusiasmo a la libertad y a la República pero ten siempre en cuenta que por encima de ambas está España”. (El peso de ayer).

El más inteligente, Canalejas;
El mas incómodo, Maura;
Dato el mas dúctil;
El mas cortesano e insignificante, Romanones.

Al pie de la Escalera del Ateneo un atardecer de abril de 1931. Charla generalizada sobre la proclamación de la República.
Euforia por haberse logrado el cambio del Régimen pacíficamente en medio de cantos y alegrías.
Entre los contertulios figuraba Valle Inclán.
Escuchaba silencioso.
De pronto interrumpió la plática y, con su habitual ceceo, dijo solemnemente:
-Sí, sí, ¡No se ha derramado una gota de sangre!, pues sepan ustedes, van a correr torrentes.
Abril de 1931. Nadie tomó en serio sus profecías. Me impresionaron sus palabras. Las he recodado muchas veces, cuando estalló la Guerra Civil..

Contra la voluntad de Besteiro, y nunca he sabido por voluntad de quien, se votó el artículo de la Constitución de 1931 “España es una República de trabajadores”.
La declaración que fue recibida con alarma por unos y con chunga por otros en España, no dejó de ser comentada allende los Pirineos.
Como entre nosotros, al principio la frase se consideró indicio de blochevización, pero luego, dió motivo a numerosas burlas cuando se conoció su inocuidad.

Castilla hizo a España y la deshizo (Ortega).
Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla (Claudio Sánchez Albornoz)
El político ignorante de la historia padece una importante falla que a veces le trueca en puro equilibrista.

Azaña fue el hombre nuevo y la oratoria nueva”.
“En las Cortes destacó enseguida. Estaba propuesta la disolución de las Órdenes religiosas por el voto mayoritario de los partidos radical, socialista y radical socialista. Azaña era agnóstico. Habían sido disueltas siempre que la izquierda había gobernado España. El anticlericalismo en ésta tan cerril como el clericalismo.
Cuando Azaña se levantó a hablar le temblaban las manos, firmemente apoyadas en el pupitre del ‘Banco Azul’. Inteligente y valiente discurso. Las derechas todavía descargan su ira contra él y tergiversan su contenido. Sus palabras produjeron gran impacto en el Parlamento.
Los socialistas pidieron que se suspendiera el debate porque habían cambiado de opinión.
Fueron lamentables las frases de Baeza Medina que, en nombre de los radicales, se opuso al aplazamiento grutando: “pero ¿aquí venimos a discutir o votar?.
¡Triste y estúpido antclericalismo, un movimiento pendular con la ancestral intolerancia clerical hispana!.
Nuestra taras históricas “obligaba a los rectores de la República a extremas sus medidas para salvar la paz religiosa de España. Y a sus enemigos a comprendr los peligros que corrían instituciones a ellos muy caras de no favorecer, con una prudente actitud, la pervivencia o resurrección de la fe entre quienes estaban a punto de perderla o la habían ya perdido.
“Los hombres políticos de la República teníamos el deber de superar tales torpezas para asentar en España definitivamente un régimen de libertad y tolerancia”.

Constituyentes:
Albornoz, dice Ortega, tiene usted influencia sobre Azaña. Hay que apartarle de los peligros que le rodean. Puede llevar la República a buen puerto. Tiene talla de estadista pero es prisionero de un clima político erróneo. Puede cambiar la faz de España pero debe echar por la borda algunas simpatías e imponerse a muchos colegas ineptos. Ayúdeme cerca de Azaña. Podríamos colaborar en bien de nuestro pueblo y de nuestro Régimen enderezando sus rutas.
(…)
“Se engaña usted; no tengo influencia sobre Azaña. Le juzgo capaz de grandes empresas pero no está solo en el Gobierno, no siempre elige bien a sus amigos y yo no significo nada.
Pero intentaré moverle a una relación con usted, su palabra y su crédito pueden ser decisivos. (Ortega).

Dos diputados, situados muy lejos en el cuadrante político del momento, han pronunciado sendos discursos durante la discusión del proyecto de Reforma Agraria en las segundas Cortes de la República.
(…) Uno pertenecía al partido de Acción Republicana que presidía Azaña. Otro acababa de crear la Falange Española. Había aprobado éste parte de las ideas del otro.
Charla intrascendente entre ambos.
El primero le dice al segundo: “si continúa por el camino en el que le he visto avanzar esta tarde va a desilusionar a las derechas españolas que le siguen”.
“Albornoz –me replica-, lo sé y hasta he podido comprobarlo. Desde que he girado a la izquierda me han suprimido la subvención con que antes favorecían mis campañas”. Doy fe de la autenticidad de este diálogo y de estas palabras de José Antonio.
Claudio Sánchez Albornoz (Anecdotario político)

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