Este doctor en Filosofía fue el primer presidente plenamente democrático que tuvo Bulgaria tras la caída del comunismo y su dictador, Todor Yivkov
«Ahora somos un pueblo que camina pacíficamente hacia la democracia»
Todor Yivkov, el más leal satélite de la URSS
Fue la primera pieza del dominó comunista en desmoronarse tras la caída del Muro de Berlín. No en vano el dictador búlgaro Todor Yivkov fue durante 19 años (1971-1989) el más leal y longevo de los satélites de la URSS, espejo de las «bondades» de su socialismo.
Un día después de los sucesos de Berlín, Yivkov fue expulsado del Partido Comunista de Bulgaria.
Murió de una neumonía en 1998 en la capital búlgara, Sofía.
-¿Cuáles fueron sus primeros pasos como disidente?
-Mis primeras críticas al régimen las hice en 1962, en una ponencia durante una conferencia teórica sobre los errores de Stalin en la filosofía. Allí planteé que no se debía hablar de «los errores de Stalin» pues él no había tenido ningún conocimiento de filosofía. Posteriormente presenté mi tesis doctoral en la que criticaba la definición de Lenin sobre la materia. Eso sirvió para que, en 1965, me recluyeran al pueblo donde nací. Fui acusado de revisionista. Así comenzaron mis años de disidente.
-¿Qué actuaciones públicas de relevancia tuvo con anterioridad a la caída del comunismo?
-Entre 1984 y 1985 el régimen de Yivkov realizó un auténtico genocidio cultural y espiritual al prohibir a la minoría turca en el país utilizar sus nombres, celebrar sus fiestas y tradiciones religiosas. Intenté organizar una condena categórica pero sólo unas cuantas personas me apoyaron. Poco después creamos organizaciones no formales como la Asociación Independiente para la Defensa de los Derechos Humanos. En noviembre de 1988 constituimos el Club de Apoyo a la Transparencia y la Perestroika en Bulgaria. En diciembre de 1989, cuando constituimos la opositora y centroderechista Unión de Fuerzas Democráticas, muchos pertenecían al Club.
-¿Por qué Bulgaria no logró apartar de los cargos de responsabilidad a personas pertenecientes a la antigua Seguridad del Estado?
-Lo que se hizo en Alemania Oriental y en la República Checa no se pudo hacer en nuestro país porque había un obstáculo que puso el Consejo de Europa: no excluir de la vida política a personas que habían pertenecido a la Seguridad del Estado. Ahora celebramos el 20 aniversario del derrumbe del comunismo en Europa y no hay ni una sola declaración en la que el Consejo de Europa, la UE, la OTAN hayan condenado al comunismo, tal como fue condenado el fascismo. En muchas ocasiones he dicho que el comunismo fue un régimen totalitario mucho peor que el fascismo.
-¿Su aportación, como presidente, a la transición a la democracia en Bulgaria?
-Pocos días después de jurar el cargo firmé un decreto que derogaba lo que aquí se conocía como «el permiso de residencia», un sistema feudal copiado de la URSS que obligaba a la gente a residir en su lugar de nacimiento. Allí naciste, allí vivirás, allí trabajarás, decía el régimen comunista. Un mes después de mi elección presenté un proyecto de ley para erradicar la presencia del Partido Comunista del Ejército, Policía, tribunales, Fiscalía y cuerpo diplomático.
-¿Para qué no le alcanzó el tiempo como presidente?
-No sólo a mí no me alcanzó el tiempo, pienso que tampoco le alcanzó a las instituciones. No pudimos condenar a Yivkov por alta traición al estado. Yivkov había convocado dos Plenos secretos del Comité Central del partido comunista. Uno en 1963 y otro en 1973 en los que se estudió cómo el PC podía convertir a Bulgaria en la decimosexta república de la URSS. Y todo en absoluto secreto. Actuaban como mafia política, a espaldas de la soberanía del pueblo. Pero nuestro sistema judicial era muy comunista, y ahora todavía no se puede deshacer de sus reflejos comunistas. Dejamos pasar una magnífica oportunidad.
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