miércoles, 11 de noviembre de 2009

1930

Fernando Díaz Plaja
... El golpe mortal se lo darán (refiriéndose a Miguel Primo de Rivera), sin embargo, los intelectuales, con los que ni siquiera tuvo la fugaz luna de miel que le unió a grupos tan ajenos como socialistas y regionalistas catalanes.
El destierro de Unamuno y las restricciones al Ateneo de Madrid, ya en 1924, son las primeras etapas de una lucha que verá en la oposición de Ortega y Gasset y a Marañón y que, en fin, llegará a la violencia física con los estudiantes universitarios.

Contra la oposición organizada: liberales de antiguo cuño, intelectuales, izquierda proletaria, regionalistas y separatistas, el Dictador podía haber colocado sus propias fuerzas. Pero, como ha dicho muy bien el fallecido duque de Maura, en su libro Bosquejo Histórico de la Dictadura, su intento de evitar la creación de un nuevo partido político, a los que tanto había vituperado, deshuesó la Unión Patriótica, quitándole la efectividad necesaria. Igualmente derribó una piedra fundamental de su baluarte más seguro -el del ejército- con sus medidas antiartilleras y, por fin, el Rey se separó de su lado al darse cuenta de que la impopularidad de la Dictadura se iba extendiendo como una mancha a la Monarquía que la había autorizado.
Todos estos factores minarán la moral del Dictador hasta llevarle, en 1930, a dar el paso de preguntar a los Capitanes generales de las regiones españolas si debía seguir gobernando, gestión que llevaba en sí misma la respuesta negativa.

La Dictadura de Primo de Rivera está, evidentemente, muy alejada del modelo de otros gobiernos fuertes vistos en la Europa de los últimos años. Se inventó el fácil chiste de «dictablanda» para expresar un régimen que encarcelaba antes de matar y multaba antes de encarcelar y que contestaba a sus enemigos, especialmente, con palabras.
Las notas oficiosas de Primo de rivera revelan, desde luego, un ser en que lo humano -desde la honradez hasta el candor, pasando por la petulancia- tiene mucha más fuerza que lo político. «Para el público en general -decía ABC en el mismo año 1923- son de un efecto simpático de optimismo ingenuo, el calor patriarcal y los nobles tópicos que inspiran las pastorales del Directorio.»

Y durante casi siete años escribió directamente a su pueblo contándole sus cuitas, sus esperanzas y sus temores hasta despedirse -vacilante en la sintaxis como en el tema-. cuando se dio cuenta de que estaba absolutamente solo. En lo que refiere a los acontecimientos que siguieron a su desaparición política -que precedió de pocas semanas la física- la pregunta sigue planteada entre los historiadores. ¿Fue la Dictadura causa decisiva de la República o el obstáculo que retrasó en ocho años la llegada del nuevo régimen?

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