LA NACIONALIDAD CATALANA (1906)
"Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, un alma colectiva, con un sentir, un pensar y un querer propios, cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, es decir, su política, a su sentimiento de las cosas, a su sentido, a su libre voluntad. Cada nacionalidad ha de tener su Estado.
[...] La aspiración de un pueblo a tener política propia, a tener un Estado suyo, es la fórmula política del nacionalismo. La aspiración a que todos los territorios de la misma nacionalidad se agrupen bajo la dirección de un Estado único es la política o tendencia pannacionalista...
[...] Allá donde hay nacionalidades que han de hacer vida en común, el régimen federativo tiene natural aplicación; el Estado federal, asociación de los Estados nacionales, es el organismo jurídico de la nueva formación política.
[...] Del hecho de la nacionalidad catalana nace el derecho a la constitución de su Estado propio, de un Estado catalán. Del hecho de la actual unidad política de España, del hecho de la convivencia secular de varios pueblos, nace un elemento de unidad, de comunidad que los pueblos unidos han de mantener y consolidar; de aquí, el Estado compuesto.
Estos dos hechos primarios, fundamentales, el de la personalidad nacional de Cataluña y el de la unidad de España, fortalecidos por dos leyes correlativas, la de la libertad que implica la autonomía y espontaneidad sociales, la de la universalidad que lleva a la constitución de potencias mundiales, se resuelven en una fórmula de armonía, que es la Federación Española.
Así, el nacionalismo catalán, que nunca ha sido separatista, que siempre ha sentido la unión fraternal de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización federativa, es aspiración levantada de un pueblo, que, con conciencia de su derecho y de su fuerza, marcha con paso seguro por el camino de los grandes ideales progresivos de la humanidad".
Enric PRAT DE LA RIBA: La nacionalidad catalana, Alianza Editorial/ Enciclopedia Catalana, Madrid, 1987.
"Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, un alma colectiva, con un sentir, un pensar y un querer propios, cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, es decir, su política, a su sentimiento de las cosas, a su sentido, a su libre voluntad. Cada nacionalidad ha de tener su Estado.
[...] La aspiración de un pueblo a tener política propia, a tener un Estado suyo, es la fórmula política del nacionalismo. La aspiración a que todos los territorios de la misma nacionalidad se agrupen bajo la dirección de un Estado único es la política o tendencia pannacionalista...
[...] Allá donde hay nacionalidades que han de hacer vida en común, el régimen federativo tiene natural aplicación; el Estado federal, asociación de los Estados nacionales, es el organismo jurídico de la nueva formación política.
[...] Del hecho de la nacionalidad catalana nace el derecho a la constitución de su Estado propio, de un Estado catalán. Del hecho de la actual unidad política de España, del hecho de la convivencia secular de varios pueblos, nace un elemento de unidad, de comunidad que los pueblos unidos han de mantener y consolidar; de aquí, el Estado compuesto.
Estos dos hechos primarios, fundamentales, el de la personalidad nacional de Cataluña y el de la unidad de España, fortalecidos por dos leyes correlativas, la de la libertad que implica la autonomía y espontaneidad sociales, la de la universalidad que lleva a la constitución de potencias mundiales, se resuelven en una fórmula de armonía, que es la Federación Española.
Así, el nacionalismo catalán, que nunca ha sido separatista, que siempre ha sentido la unión fraternal de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización federativa, es aspiración levantada de un pueblo, que, con conciencia de su derecho y de su fuerza, marcha con paso seguro por el camino de los grandes ideales progresivos de la humanidad".
Enric PRAT DE LA RIBA: La nacionalidad catalana, Alianza Editorial/ Enciclopedia Catalana, Madrid, 1987.
Comentario:
Representa la reacción de un nacionalismo identitario, cultural, frente al carácter uniformizador y centralista del nacionalismo político surgido de la revolución liberal (Constitución de 1812) y del posterior desarrollo del Estado liberal durante el siglo XIX.
El punto de arranque de sus reivindicaciones, el fin de la Guerra de Sucesión y los Decretos de Nueva Planta de Felipe V. (1713, y ss)
Define nacionalidad (en cuanto carácter distintivo de una nación) como “unidad de cultura” y “alma colectiva, con un sentir, un pensar y un querer propios”. Deduce que cada nacionalidad, consecuentemente, ha de poder acomodar su política (su conducta colectiva) a su forma de ser propia y que, para ello, cada nacionalidad ha de tener su propio Estado.
A esto aspira el nacionalismo: a que cada pueblo, cada nacionalidad, tenga su propio Estado y que todos los territorios separados, de una misma nacionalidad, puedan unirse bajo un único Estado. Propugna el sentimiento nacional, su independencia. (Carácter expansivo, imperialista).
De la existencia de la nacionalidad catalana, según Prat de la Riba, surge el derecho de Cataluña a tener un Estado catalán.
Pero también Cataluña (como nación, en el sentido de gentes vinculadas y organizadas políticamente en un Estado) ha convivido durante siglos con otros pueblos integrados en una “unidad política” llamada España (Estado español y no nación española).
Por ello, solo la constitución de un “Estado federal, asociación de los Estados nacionales”, puede hacer compatibles ambas realidades (el derecho de Cataluña a tener su propio Estado y la continuidad de secular unión con las demás nacionalidades ibéricas. Se hace necesaria, por tanto, la constitución de la Federación Española.
Por ello, Prat de la Riba afirma que el nacionalismo catalán nunca ha sido separatista, siempre ha sentido y respetado la unión fraternal de Cataluña con las demás nacionalidades ibéricas dentro de su necesaria organización federativa.
Redactor en 1891 de las Bases de Manresa, programa político de la derecha e izquierda catalana y proclamación abierta, oficial y sistemática del autonomismo catalanista:
“Cataluña será la única soberana de su gobierno interior, por tanto dictará libremente sus leyes orgánicas; cuidará de su legislación civil, penal, mercantil, administrativa y procesal; del establecimiento y percepción de impuestos; de la acuñación de la moneda, y tendrá todas las demás atribuciones inherentes a la soberanía que no correspondan al poder central”.
“Lo que generalmente se llama patria grande no es sino un Estado compuesto de varias agrupaciones sociales que tienen la condición de verdaderas patrias”.
España “no es más que el Estado o agrupación política a la cual pertenecen” los catalanes.
“El Estado es una entidad política, artificial, voluntaria; la Patria es una comunidad histórica, natural, necesaria. El primero es obra de los hombres; la segunda es fruto de las leyes a las que Dios ha sujetado la vida de las generaciones humanas”.
La Patria es “la comunidad de gentes que hablan una misma lengua, tienen una misma historia común y viven hermanados por un mismo espíritu que marca con un sello original y característico todas las manifestaciones de su vida”.
¿Cómo armonizar las justísimas reivindicaciones de Cataluña con la unidad política de España?. Por medio de la organización regionalista, por la unión federativa de las antiguas nacionalidades españolas.
“¿Qué atribuciones tendría el poder central o deferal en esta organización?. Todas las que se refieren a las relaciones de España con otros Estados, y, en general, las relaciones con intereses comunes a todas las regiones de España, como el ejército, las aduanas, ferrocarriles generales, etc.”. El “poder nacional catalán tendría todas las demás”.
Gobernada España por el Estado español, los catalanes somos españoles como miembros de este Estado, como ciudadanos de esta sociedad política.
No somos, pues, enemigos de España, tomada en este sentido (el único real), ni al combatir el Estado español queremos otra cosa que rehacerlo con equidad y justicia y con una organización más adecuada y perfecta, dentro de la cual Cataluña puede encontrar una vida de libertad y progreso”.
“Enclavada Cataluña en el área geográfica conocida con el nombre de España, somos españoles, del mismo modo que somos europeos por estar comprendida España dentro del continente Europa. Gobernada España por el Estado español, los catalanes somos españoles como miembros de este Estado, como ciudadanos de esta sociedad política.
No somos, pues, enemigos de España, tomada en este sentido (el único real), ni al combatir el Estado español queremos otra cosa que rehacerlo con equidad y justicia y con una organización más adecuada y perfecta, dentro de la cual Cataluña puede encontrar una vida de libertad y progreso”.
“Las Bases de Manresa, programa de la gran mayoría de los autonomistas catalanes, son incompatibles con una aspiración separatista. (...) Nuestra aspiración es una aspiración de libertad, pero también de unión y solidaridad con los demás pueblos. Nosotros, que queremos hacer más sólida y durable y, sobre todo, más justa la unión española, presentamos fórmulas de paz, nos dirigimos a las clases dirigentes de España y les hacemos observar que las actuales bases de unión no son equitativas, porque sacrifican a la fuerza del número elementos estimadísimos de nuestra personalidad; les recordamos el ejemplo de numerosas segregaciones que no se habrían producido si se hubiese escuchado la voz de los que pedían un poco de libertad (hechos que demuestran que la unión de ahora no sirve para unir, sino para separar)”.
(...) “queremos ver la patria catalana unida con vínculos de hermandad con los demás pueblos de España, formando una familia fuerte y bien avenida, sin Cenicientas explotadas ni herederas altivas”
(Textos tomados de “La Veu de Catalunya”, 20 de agosto 1899, 10 de abril de 1900 y 15 de junio de 1901. en “Catalanismo y revolución burguesa” Jordi Solé Turá. Madrid 1970, 166 y 167)
El punto de arranque de sus reivindicaciones, el fin de la Guerra de Sucesión y los Decretos de Nueva Planta de Felipe V. (1713, y ss)
Define nacionalidad (en cuanto carácter distintivo de una nación) como “unidad de cultura” y “alma colectiva, con un sentir, un pensar y un querer propios”. Deduce que cada nacionalidad, consecuentemente, ha de poder acomodar su política (su conducta colectiva) a su forma de ser propia y que, para ello, cada nacionalidad ha de tener su propio Estado.
A esto aspira el nacionalismo: a que cada pueblo, cada nacionalidad, tenga su propio Estado y que todos los territorios separados, de una misma nacionalidad, puedan unirse bajo un único Estado. Propugna el sentimiento nacional, su independencia. (Carácter expansivo, imperialista).
De la existencia de la nacionalidad catalana, según Prat de la Riba, surge el derecho de Cataluña a tener un Estado catalán.
Pero también Cataluña (como nación, en el sentido de gentes vinculadas y organizadas políticamente en un Estado) ha convivido durante siglos con otros pueblos integrados en una “unidad política” llamada España (Estado español y no nación española).
Por ello, solo la constitución de un “Estado federal, asociación de los Estados nacionales”, puede hacer compatibles ambas realidades (el derecho de Cataluña a tener su propio Estado y la continuidad de secular unión con las demás nacionalidades ibéricas. Se hace necesaria, por tanto, la constitución de la Federación Española.
Por ello, Prat de la Riba afirma que el nacionalismo catalán nunca ha sido separatista, siempre ha sentido y respetado la unión fraternal de Cataluña con las demás nacionalidades ibéricas dentro de su necesaria organización federativa.
Redactor en 1891 de las Bases de Manresa, programa político de la derecha e izquierda catalana y proclamación abierta, oficial y sistemática del autonomismo catalanista:
“Cataluña será la única soberana de su gobierno interior, por tanto dictará libremente sus leyes orgánicas; cuidará de su legislación civil, penal, mercantil, administrativa y procesal; del establecimiento y percepción de impuestos; de la acuñación de la moneda, y tendrá todas las demás atribuciones inherentes a la soberanía que no correspondan al poder central”.
“Lo que generalmente se llama patria grande no es sino un Estado compuesto de varias agrupaciones sociales que tienen la condición de verdaderas patrias”.
España “no es más que el Estado o agrupación política a la cual pertenecen” los catalanes.
“El Estado es una entidad política, artificial, voluntaria; la Patria es una comunidad histórica, natural, necesaria. El primero es obra de los hombres; la segunda es fruto de las leyes a las que Dios ha sujetado la vida de las generaciones humanas”.
La Patria es “la comunidad de gentes que hablan una misma lengua, tienen una misma historia común y viven hermanados por un mismo espíritu que marca con un sello original y característico todas las manifestaciones de su vida”.
¿Cómo armonizar las justísimas reivindicaciones de Cataluña con la unidad política de España?. Por medio de la organización regionalista, por la unión federativa de las antiguas nacionalidades españolas.
“¿Qué atribuciones tendría el poder central o deferal en esta organización?. Todas las que se refieren a las relaciones de España con otros Estados, y, en general, las relaciones con intereses comunes a todas las regiones de España, como el ejército, las aduanas, ferrocarriles generales, etc.”. El “poder nacional catalán tendría todas las demás”.
Gobernada España por el Estado español, los catalanes somos españoles como miembros de este Estado, como ciudadanos de esta sociedad política.
No somos, pues, enemigos de España, tomada en este sentido (el único real), ni al combatir el Estado español queremos otra cosa que rehacerlo con equidad y justicia y con una organización más adecuada y perfecta, dentro de la cual Cataluña puede encontrar una vida de libertad y progreso”.
“Enclavada Cataluña en el área geográfica conocida con el nombre de España, somos españoles, del mismo modo que somos europeos por estar comprendida España dentro del continente Europa. Gobernada España por el Estado español, los catalanes somos españoles como miembros de este Estado, como ciudadanos de esta sociedad política.
No somos, pues, enemigos de España, tomada en este sentido (el único real), ni al combatir el Estado español queremos otra cosa que rehacerlo con equidad y justicia y con una organización más adecuada y perfecta, dentro de la cual Cataluña puede encontrar una vida de libertad y progreso”.
“Las Bases de Manresa, programa de la gran mayoría de los autonomistas catalanes, son incompatibles con una aspiración separatista. (...) Nuestra aspiración es una aspiración de libertad, pero también de unión y solidaridad con los demás pueblos. Nosotros, que queremos hacer más sólida y durable y, sobre todo, más justa la unión española, presentamos fórmulas de paz, nos dirigimos a las clases dirigentes de España y les hacemos observar que las actuales bases de unión no son equitativas, porque sacrifican a la fuerza del número elementos estimadísimos de nuestra personalidad; les recordamos el ejemplo de numerosas segregaciones que no se habrían producido si se hubiese escuchado la voz de los que pedían un poco de libertad (hechos que demuestran que la unión de ahora no sirve para unir, sino para separar)”.
(...) “queremos ver la patria catalana unida con vínculos de hermandad con los demás pueblos de España, formando una familia fuerte y bien avenida, sin Cenicientas explotadas ni herederas altivas”
(Textos tomados de “La Veu de Catalunya”, 20 de agosto 1899, 10 de abril de 1900 y 15 de junio de 1901. en “Catalanismo y revolución burguesa” Jordi Solé Turá. Madrid 1970, 166 y 167)
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