Queridísimo papá:
Acabo de volver de El Pardo adonde he sido llamado por el Generalísimo; y como por teléfono no se puede hablar, me apresuro a escribirte estas líneas para que te las pueda llevar Nicolás, que sale dentro de un rato en el Lusitania.
El momento que tantas veces te había repetido que podía llegar, ha llegado y comprenderás mi enorme impresión al comunicarme su decisión de proponerme a las Cortes como sucesor a título de Rey.
Me resulta dificilísimo expresarte la preocupación que tengo en estos momentos. Te quiero muchísimo y he recibido de ti las mejores lecciones de servicio y de amor a España.
Estas lecciones son las que me obligan como español y como miembro de la Dinastía a hacer el mayor sacrificio de mi vida y, cumpliendo un deber de conciencia y realizando con ello lo que creo es un servicio a la Patria, aceptar el nombramiento para que vuelva a España la Monarquía y pueda garantizar para el futuro, a nuestro pueblo, con la ayuda de Dios, muchos años de paz y prosperidad.
En esta hora, para mí tan emotiva y trascendental, quiero reiterarte mi filial devoción e inmenso cariño, rogando a Dios que mantenga por encima de todo la unidad de la Familia y quiero pedirte tu bendición para que ella me ayude siempre a cumplir, en bien de España, los deberes que me impone la misión para la que he sido llamado.
Termino estas líneas con un abrazo muy fuerte y, queriéndote más que nunca, te pido nuevamente, con toda mi alma, tu bendición y tu cariño.
JUAN CARLOS
Esta carta fue escrita a mano por el entonces Príncipe Juan Carlos comunicando a su padre, Don Juan, que el General Franco le había comunicado su elección como sucesor a título de Rey, saltándose el orden de sucesión histórico.
Reproducida del libro “Don Juan” de Luis María Anson, el periodista, presente en Villa Giralda, Estoril, en el momento de la entrega de la carta por parte de Nicolás Cotoner, marqués de Mondéjar, preceptor del Príncipe Juan Carlos, explica como reaccionó Don Juan, al que se refiere como “el Rey”, tras leer la carta:
El marqués de Mondéjar llega a las diez menos veinte.
Lema le acompaña hasta el despacho del Rey.
Mondejar se cuadra ante Su Majestad, da un taconazo e inclina la cabeza.
*.- Señor –dice con los ojos bajos, le traigo a V.M. esta carta del Príncipe.
Don Juan la toma entre sus gruesas manos de lobo de mar, la abre y la lee lentamente.
Está escrita con letra clara y firme.
Al terminar la lectura, Don Juan deja la carta abierta sobre la mesa del despacho.
*.- Dios dirá… musita , y se le humedecen los ojos.
¡Qué le vamos a hacer!.
Luego se interesa por el viaje de Mondéjar.
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